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2 de Diciembre de 2010

De Joyce, botox y perros vagos… sólo Juanita Vial

La segunda ni ninguna serán las vencidas. Cuando leí los comentarios de mi columna, al número seis creí que me iba a tener que ir a vivir adentro de un grifo. El submundo de los comentaristas es lo más raro que me ha tocado visitar. En resumen, para ellos mis aclaraciones.

 

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La segunda ni ninguna serán las vencidas. Cuando leí los comentarios de mi columna, al número seis creí que me iba a tener que ir a vivir adentro de un grifo. El submundo de los comentaristas es lo más raro que me ha tocado visitar. En resumen, para ellos mis aclaraciones.

 

No quise ser Joyce cuando tuvo la mala idea de escribir el Ulises, que es humanamente imposible leer a todo esto, no me mientan. No quise no ser lo que soy, ni hablar de política porque no me interesa. Y, lo principal, quiero decir que no quiero parecerles inteligente, porque mi parámetro, por suerte, no son esas cucarachas envidiosas que no critican una, sino tres veces una columna de la que simplemente había que pasar a la siguiente si no les gustaba.

 

Ahora no los leeré, hasta que no me de risa, probablemente jamás. Hace unos días presencié a dos mujeres de edad respetable para estar durmiendo a las nueve, intentar entrar a una fiesta, engalanadas con sus mejores pilchas, horrendas por cierto.

 

El caso es que no estaban convidadas, o sea nunca debieron haberse pintado el bótox ni montarse en sus terraplenes. Sus argumentos eran tan impresentables como que eran la Tona Lesa de Rico McPato. Que a ellas no se les dejaba afuera de nada. Mi amigo a cargo, hizo lo suyo como nunca, tanto que no tuve que sacar el Super Taldo que vive en mí para defenderlo.

 

Se fueron con sus Louis Vittones/perro de farmacia pesca moño amenazando con sus apellidos. Después las amenazas de una de ellas, que si me dejaran diría feliz su nombre, le escribe pacientemente todos los días a mi amigo para decirle rrrroto, rrroto, rrrrroto. Lindo, ¿no?

 

Una adivinanza al respecto, escribió una columna en The Clinic sobre cuicas. Y ahora, hablando de animales de especies curiosas, para que no digan que no hilo, aborrezco más al que defiende a los animales y propone soluciones aberrantes que al ignorante que guarda silencio y se mantiene al margen.

 

Es cierto, no soy veterinaria, pero le he dedicado muchos años a intentar ayudar a que Chile sea en este aspecto un país más culto, tolerante y civilizado. Para mí, el respeto, no el amor, a esos seres, demuestra cuán lejos estás del hombre de Cro-Magnon, que me cae regio pero de buenas maneras poco.

 

Quien opine que la solución es eutanasiar a los perros vagos, es un imbécil. De tomo y lomo. Así sólo mata, probablemente con dolor. ¿O va a gastar la plata para sedar y luego ponerle la dosis adecuada en un buen lugar al perro que se le puso al frente y le dio susto?

 

En Chile son pocos los perros vagos que atacan, poquísimos, prácticamente no hay focos de rabia salvo en murciélagos, las razas peligrosas existen y necesitan leyes, los cerdos no son los chanchos que son amorosos, sino los que crían perros para atacar.

 

Yo tendría con todo gusto a sus dueños con correa al rayo del sol de enero, sin agua ni comida amarrados a una reja de mierda. Si quiere ayudar y no sabe cómo hacerlo, primero guarde silencio, luego averigüe y para terminar esterilice si es mucho pedir adoptar.

 

 

SOBRE LA AUTORA: Juanita Vial es productora de moda para editoriales y publicidad. “Mi nombre es el que se lee, no es diminutivo. Jamás me haría la guagua. Escribo para mí y me cargaría que otros lo leyeran, por eso no pienso cuando lo hago. Lo más íntimo que puedo contar es que soy una feliz madre, de Esperanza y cuatro gatos, la mayor no está físicamente pero habita el único cielo posible: el de los animales”.

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