Tres razones que hacen del documental Chicago Boys de Caro Fuentes un imperdible

Chicago Boys, el documental de la periodista Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, se estrena en noviembre, pero antes, en el marco del Sanfic, se ha presentado también, pues está en competencia en la categoría “cine chileno”.

Hoy jueves 27 puedes puedes ir a verlo a las 20:25 en el Cine Hoyts de La Reina.

El trabajo cuenta, desde la perspectiva de sus protagonistas, como en plena Guerra Fría la Universidad de Chicago becó a un grupo de jovenes chilenos para ir a estudiar economía bajo las enseñanzas de Milton Friedman. Cerca de 20 años después, en plena dictadura, esos mismos alumnos, recibieron la instrucción de crear un programa económico para la dictadura militar. El marco teórico de ese programa, su base- en cuyos cimientos está la filosofía de Friedman, plantea brutalidades como que el desarrollo de una sociedad tiene como motor la avaricia- permanece incrustado en Chile hasta el día de hoy.

El Dínamo tuvo la oportunidad de verlo para contarte los motivos qué hacen de este documental algo que no puedes dejar pasar:

1. El Mea culpa de un Chicago Boy

Si los Chicago Boys fueran tal como su nombre parece una boy band, Ricardo Ffrench sería sin duda el rebelde. El chico malo del grupo, aunque en este contexto eso es relativo. En el documental es él, que en varias oportunidades ha sido perfilado como el anti-Chicago Boy, quien ejerce como la voz de crítica al modelo que impusieron sus compañeros de alma mater.

“Se impuso un extremismo neoliberal”, dice Ffrench, que incluso va más lejos. En una reflexión que habría hecho que Milton Friedman lo agarrara a reglazos en las manos dice que “el mercado necesita de políticas públicas que sirvan a la gente. La economía tiene que estar al servicio de la felicidad de la gente”.

2. Argumentos nivel: tío de derecha borracho

“La desigualdad es simplemente una cosa de envidia, de la persona que envidia al vecino que tiene más plata”, “acá estamos perfecto, si no fuera por el sistema neoliberal, seríamos un país de mierda, como Cuba”. Estos son argumentos que no revisten un mayor espesor intelectual, reflexivo, ni político, ni sociológico. Son salvajadas que cualquiera le ha escuchado a su tía media pinochetista o al tío que se le suelta la lengua cuando toma y que no es precisamente un reputado economista. Escuchar exactamente el mismo nivel de planteamientos, pero de parte de tipos que estudiaron doctorados economía en una universidad gringa, y que implementaron el modelo económico chileno, provoca un escalofrío en la columna que ni la mejor sala 4-d te puede dar.

3. Arnold Harberger, “Padrino” de la “mafia” de los Chicago Boys, premiado por todos

El documental no deja claro si al profesor Harberger le decían “Alito” por el olor de su aliento. Lo que sí queda en evidencia es que su influencia, que comenzó en los carretes que los CB se mandaban en Chicago y a los que frecuentemente llegaba la policía, se sostiene con firmeza hasta el día de hoy.

Imágenes mediante, el trabajo de Fuentes y Valdeavellano muestra cómo “Alito” (en sus años mozos un entusiasta enemigo del Estado y promotor del libre mercado, hoy un anciano con el mismo entusiasmo) es homenajeado tanto por los gobiernos de la Concertación como el de Piñera por sus “aportes a la economía local”. Es decir, la misma ideología económica que plantea que la avaricia es el motor de la sociedad, se sostiene hasta ahora.

Sus frases para el bronce caben perfectamente en el número 2 de este post: “Chile en los 40, 50, 60, no era nada, en los 70 empezó a desarrollarse en lo que es hoy, una joya” o “entiendo que hay críticos del sistema, pero es gente que quiere que todo sea gratis, y eso no puede ser así”.

BONUS TRACK:

Escuchar “Shock” de Ana Tijoux en pantalla grande y en sonido envolvente te deja con harta rabia contra la máquina: