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12 de Agosto de 2016

"Neruda": tres razones para ver el estreno chileno más aclamado en el extranjero

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Chile es un país que, de alguna manera, se acostumbró a la literalidad en el arte cinematográfico. Existe un miedo a explorar costados más lúdicos de los sucesos que marcaron a lo que hoy somos como nación; una suerte de apego al documentalismo que, en muchas ocasiones, se enfrenta a las ganas de los cineastas de ir más allá, de revolver un poco el gallinero.

Hasta cierto punto, ésa es la intención que se plantea “Neruda”, el más reciente trabajo de Pablo Larraín (‘No’; ‘El Club’), en un trabajo que inquieta e incomoda al que busca un tesoro biográfico, y que deleita al cabreado con la idea de que todas las películas chilenas deban ser lecciones de historia.

Tras ver el filme, éstas son las razones por las que considero que deberías darle una oportunidad a esta cinta que se estrena el 11 de agosto en todo Chile:

1) No es otra (tonta) película histórica

Como adelantábamos al comienzo: no esperes una investigación periodística cuando vayas a ver ‘Neruda’; espera un revoltijo de todo lo que crees. No en vano es que una de las frases con las que se decidió promocionar al filme es “Olvida lo que sabes”. Para esta cinta, la recomendación es relajarse un poco y sumergirse en el intento de Larraín por retratar cómo se unen mundos hasta ahora contradictorios y enemistados: el arte y la fuerza pública.

2) ¿Hasta cuándo nos prohibimos ser profetas en nuestra tierra?

A riesgo de rozar la majadería, hay que repetirlo: el cine chileno es respetado en todas partes, menos en Chile. Por supuesto que lo anterior se condice con situaciones paralelas en áreas como la música, la literatura y – claro – la poesía. Presentada en el más reciente Festival de Cannes, ‘Neruda’ ya ha recibido elogios de parte de los entendidos en la materia, principalmente por su apuesta por la multiplicidad de locaciones y por la mística fotografía y dirección de arte. Llenemos esas butacas para ver si coincidimos con los críticos…pero vayamos.

3) Un elenco repetido que no sabe a podrido

No hay caso con Luis Gnecco, que por estos días de fiebre por Pokémon Go, ya deberíamos considerarlo el Ditto del cine chileno. La cinta borra cualquier rastro de hombre fanático del yogur cremoso o de sacerdote abusador; allí, en todo caso, el mérito es compartido. Acompañado de un guión que le permitió jugar con aspectos que retratan a un siempre narcisista Pablo, la genialidad del actor principal hace que empatices con la idea de cacería que siempre atrae al Neruda de Larraín.

Pero Gneccho es solo uno. Delia “Hormiga” Del Carril, interpretada por la siempre genial Mercedes Morán (‘Diarios de Motocicleta’) desgarra en su devoción al poeta, y en una sentida conversación que mantiene con el detective Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal), en donde lo insta a seguir intentando dar con el paradero de Neruda. “Entonces perseguilo y atrapalo”, solo así es que el detective podría superar su estado de personaje secundario de su propia historia.

A propósito de Peluchonneau, el equipo que hace García Bernal con personajes como el de Néstor Cantillana, Cristián Campos o Marcelo Alonso también son puntos a los que hay que estar atentos en el desarrollo de la extensa cinta (1 hora y 47 minutos). La oferta es olvidar que se trata de elencos ya vistos y a entregar la oportunidad de sorprenderse con un giro más bien teatral de la que, tratada de distinta manera, no habría distado de un relato biográfico con sabor a bostezo.

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