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22 de Septiembre de 2016

Las historias de Jorge Said mientras hacía Reportero en tiempos de crisis

El periodista y realizador del nuevo programa de CHV relató en primera persona los duros momentos que vivió en países como Siria, Ucrania y Sudáfrica, en medio de grandes conflictos, revoluciones y guerras. Además, dio cuenta de una particular experiencia vivida en Tanzania junto a un chileno y entregó su diagnóstico de la situación que vive el mundo actual.

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El periodista Jorge Said se encuentra de gira en el sur dictando diversas conferencias. Viene de realizar un extenso viaje de siete años en más de 70 países como Siria, India, Libia, Ucrania, Tanzania, Israel, Marruecos, Palestina, Egipto, China, entre otros. Con cámara en mano registró en primera persona los grandes conflictos que se han registrado en los últimos años.

Todo esto quedó plasmado en el programa que Chilevisión estrenó hace unas semanas en pantalla: Reportero en tiempos de crisis. A través de diez episodios, Said nos revelará la cruda realidad que se vive en país de Europa, África y el Medio Oriente con las guerras, el hambre, la matanza de animales y las revoluciones que han marcado la agenda noticiosa internacional.

En conversación con El Dínamo, el periodista y reportero confiesa que “desde un principio traté de crear una nueva forma de hacer periodismo, una nueva forma de hacer audiovisual“. Sin embargo, no decidió realizar este viaje hasta que sintiera que tenía las condiciones y los medios para poder hacerlo.

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Eso ocurrió en 2009 cuando aparecen “estas cámaras fotográficas que graban en alta definición. Aparecen también unos softwares como Skype y CouchSurfing. Este último me permitía alojarme gratis con locales y entrar en zonas de conflicto con una cámara. Me permitía disfrazarme de turista”.

“La idea era crear un periodismo cercano a lo que sería hoy día un nuevo periodismo. Un periodismo que lo hace una persona sola, como los jóvenes, quienes con su teléfono pueden hacer perfectamente un periodismo ciudadano más convencional. De alguna manera se trata de crear una democracia en la realización de contenidos y al mismo tiempo, que estos contenidos tuvieran un alto impacto. En este sentido, los conflictos alrededor del mundo, las revoluciones, que fueron un derivado de la revolución tecnológica, para mí constituían una enorme área donde yo podía sacar grandes temas“, sostiene a través del teléfono.

De esta manera, indica que “en cierto sentido”, lo que lo motivó fue que “se dieron las condiciones tanto técnicas como de fondo. Por otro lado, uno lo que busca como reportero es ir en busca de esa verdad. De una verdad dilucida, para mí significaba ser un periodista chileno, latinoamericano, e iba a ser el único que iba a estar en la guerra de Siria, en las guerras en Gaza, en Egipto, en Bangladesh, en países del centro de África. Significaba una gran motivación”.

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Cuatro países, cuatro dificultades

Pero no todo fue color de rosa para Said. En su viaje debió enfrentar complejas situaciones, principalmente en territorios donde los conflictos estaban a la orden del día. Es así  como el reportero nos contó en primera persona lo que tuvo que vivir cuando visitó países como Siria, Libia, Ucrania y Sudáfrica. De hecho, para él, el más complicado fue el primero de ellos.

“Lo primero era que no sabía cómo iba a entrar a Siria. Yo me daba vueltas y vueltas en las piezas de los hoteles para saber si realmente no estaba poniendo en peligro a mi familia, o si podía ser objeto de un secuestro y lo que eso podía significar para mi hija, para mis amigos, para Chile. Porque el negocio de los secuestros en África y en el Medio Oriente, donde actúa el Estado Islámico, es absolutamente posible y altamente peligroso”, relató.

A ello, explicó que “lo principal es que hubo obstáculos de cómo moverme en estas áreas sin parecer un espía. En la guerra, los periodistas no son bienvenidos. En Rusia, en Ucrania, no les gusta ver a periodistas, porque de todos modos van a mostrar las atrocidades de la guerra. Mostrar el sufrimiento de las poblaciones civiles, de mujeres, de niños. Pero hoy es un deber“.

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Por lo mismo, para él, “el más complejo fue Siria, porque no hay una línea de frente. Te pueden atacar por atrás, por el lado, porque no se puede confiar en nadie, porque hasta el mismo traductor local que te está ayudando te puede traicionar y vender a un grupo extremista. Un periodista hoy en día cuesta alrededor de un millón de dólares. Evidentemente los bombardeos incesantes en la ciudad y el miedo de encontrarte con el Estado Islámico, que uno sabe que no te iba a perdonar. Realmente fue muy dramático Siria”.

“También sentí mucho temor en Libia, porque estaba todo el mundo armado. Habían grupos paramilitares, distintos bandos y en cualquier momento te podían poner como prisionero. No sabías quién peleaba contra quién”.

“En tercer lugar, en África, porque representa muchos peligros. No solamente está la violencia en ciudades como Johannesburgo (Sudáfrica), donde no puedes andar en auto porque te los pueden robar, no puedes mirar a las personas porque si ellos ven que los identifican te asesinan ahí mismo. También habían problemas con las enfermedades, con el ébola, con el SIDA, con virus nuevos que están apareciendo”.

Pero algo se le estaba escapando a Jorge, y a modo de bonus track agregó:

Ucrania fue altamente peligroso. La guerra contra Rusia. Ahí me asaltaron, me quitaron todas las cámaras, me tuvieron de rehén, me andaban persiguiendo los servicios secretos rusos. Extremadamente peligrosa la situación. Me escondí con una periodista holandesa. Me dijeron que no volviera al hotel porque me estaban esperando cinco personas de las fuerzas secretas rusas porque fui acusado de ser espía. Me quedé en otro lado, me escondí por tres días, después me escondieron los periodista de Televisión Española, y ahí esperamos hasta que se calmara la situación y me moví hacia el lado controlado por Ucrania“.

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Un chileno en medio de África

En medio de todo los problemas que tuvo que vivir, el denominado “reportero en tiempos de crisis” vivió una experiencia bastante particular, precisamente un 18 de septiembre del 2014 en Tanzania.

“Recuerdo que vengo totalmente destruido de los conflictos en Ruanda, por las matanzas de animales. Voy llegando a Tanzania, a la ciudad Dar es Salaam y me encuentro con un grupo de amigos, con quienes nos vamos a un hotel. Una vez ahí, corro hacia el mar a bañarme -necesitaba bañarme en ese mar africano-, cuando todos me empiezan a llamar y me dicen ‘aquí te quieren conocer’. Resulta que el dueño, era un chileno de Valparaíso y estaba celebrando solo, con un Casillero del Diablo y tocando a los Chico Trujillo, que yo no los conocía“, señaló.

“Cuando uno ve a un chileno por allá se vuelve loco. Por eso él abre la nevera, saca los mejores mariscos que tenía y nos tomamos varias botellas de vino. Me invitó a quedarme en una de las mejores piezas. Fue increíble, porque en medio de África encontrarte con un chileno es de locos. Fue una experiencia memorable, sobre todo porque veníamos saliendo de una situación dura en Kenia”, agregó.

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Un “apocalíptico” diagnóstico

Jorge Said tiene la experiencia y el peso para dar cuenta de la grave situación que se vive en distintos puntos del planeta. Es por eso que quisimos saber cuáles podían ser sus conclusiones después de siete años visitando las zonas más peligrosas del Medio Oriente, África y Asia. Su respuesta es, básicamente, espeluznante.

“Yo pienso que, igual que los científicos que se juntaron en Londres hace poco, creo que el mundo -a pesar de las cosas positivas que se puedan recoger-, está viviendo una etapa semi apocalíptica. Creo que en los próximos 25 a 50 años más, el mundo va a entrar en una etapa semi apocalíptica porque vamos a llegar a los 10 mil millones de habitantes, una sobrepoblación. Va a haber un acceso a armas extremadamente fácil. O sea, en estos momentos estamos sacrificando a nuestros propios animales. Va a haber una gran extinción de las especies”, sostiene.

Además, añade que “el mundo está entrando en un periodo muy crítico. Por eso es tan importante este tipo de programas (Reportero en tiempos de crisis), tenemos que hacer un llamado de atención, porque todavía existe la esperanza para nuestro planeta, pero el movimiento y la acción es ahora, no mañana. El mundo tiene que cambiar de rumbo, el hombre tiene que cambiar y poner sus prioridades más allá de la corrupción, del bienestar económico y lo materialista. El mundo no puede seguir basándose en ese tipo de ideales, porque estamos corriendo un riesgo grave y terminal con este planeta“.

“Todos los anuncios que se han ido haciendo se están pasando a llevar, los países no cumplen ninguna resolución de las Naciones Unidas. A nadie le importa hoy día un cierto orden mundial. Mi diagnóstico, siendo muy pesimista, al mismo tiempo es un diagnóstico lleno de esperanza porque pienso que el mundo y el hombre nunca pierden las esperanza. A modo personal, en medio de la guerra, y en las situaciones más trágicas, fue también donde más sentí la compasión, donde más vi ejemplos de gran fraternidad y generosidad en el ser humano. No todos tienen almas malignas, sino que también hay otra parte de la gente con almas buenas que van a las zonas de guerra que salvan niños, con gran compasión. A pesar de que el mundo va derecho a una etapa pre-apocalíptica, tampoco pierdo la esperanza de que el mundo cambie de dirección“, concluye.

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