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2 de Noviembre de 2016

La columna Camilo Marks que deja en el suelo a FILSA, una "feria de vanidades" más cara "que las librerías"

El escritor, crítico literario y académico tuvo una pésima experiencia en la Feria Internacional del Libro de Santiago y plasmó todo su enojo en una columna.

Por El Dínamo
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La FILSA promete ser una verdadera fiesta para los amantes de la literatura. Sin embargo para el escritor, académico y crítico literario Camilo Marks, el evento es todo lo contrario: un real desagrado. En una columna publicada en revista Paniko llamada “La feria de las vanidades“, Marks destroza la feria que se realiza en Estación Mapocho y relata la horrible experiencia que tuvo asistiendo a una actividad de ella.

Marks relata que ya al entrar al recinto, “el panorama general era tan deprimente, tan desorganizado, tan caótico, que si no hubiera sido porque me había comprometido a acudir, habría tomado el metro de regreso a mi casa”. “En verdad, la FILSA ha pasado a ser una especie de carnaval con tantas actividades simultáneas y tantos encuentros disímiles, que ya resulta difícil definir de qué diablos se trata. Desde el mismo momento en que uno hace su entrada, se tropieza con una cantidad alarmante de personas que se dan vueltas sin ton ni son y que no tienen la más remota noción acerca de lo que pasa allí”, cuenta.

“En cuanto al aspecto, digamos, físico del recinto, pienso que no vale la pena extenderse, porque la promiscuidad, la estrechez, la incomodidad en que se sume la estación Mapocho cada año en que se celebra la FILSA están tan a la vista, que es innecesario entrar en detalles”. Y aseguró que además de lo “absurdo” que encuentra pagar una entrada para ir a ver libros, “casi siempre sale mucho más caro comprar un volumen en la FILSA que hacerlo en una librería”.

camilo-marks

“¿Y qué pasa con la oferta? Decir que es mala es decir la nada misma, puesto que la FILSA constituye una repetición robótica de los mismos textos que se hallan en todas partes, con la salvedad de que suele ser más aconsejable acudir a San Diego o a unas pocas tiendas serias especializadas en el rubro, que buscar gangas en la FILSA. En realidad, precisamente son esas cosas llamadas gangas las que jamás de los jamases se hallarán en este festival de puestos que exhiben obras que van de lo peregrino a lo recóndito, de lo incognoscible a lo extravagante”, agrega el furioso escritor.

El crítico también muestra preocupación por la “abrumadora presencia de tomos de autoayuda y una no menos inquietante y superpoblada exhibición de folletos, folletines y folletones vinculados con nuevas religiones, con extraterrestres, con fenómenos paranormales, con ritos arcanos, con runas, cartas astrales y materias predictivas y con tantos sucesos estrambóticos, que es como para preocuparse seriamente por el futuro de la FILSA”.

Finalmente, Marks concluye: “A todos nos gusta toparnos con famosos y a los famosos les gusta toparse con la gente. El problema es que cuando todo lo que es ajeno al libro termina predominando, la feria se transforma en una feria de vanidades”.

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