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12 de Mayo de 2014

La Ciudad de las Mujeres

El urbanismo, desde su nacimiento como disciplina hacia fines del siglo XIX, sin muchas dudas se ha planteado desde un punto de vista machista. Hasta el día de hoy, una gruesa parte de la literatura e investigación está siendo conducida por hombres. Pero lentamente, grupos de opinión, organizaciones y fundaciones lideradas por mujeres continúan emergiendo y cada vez más tomando el liderazgo de opinión hasta el punto de convertirse en transformadoras de la ciudad.

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Hace pocos días, en una reunión con organizaciones comunales de Calama, una dirigente abrió una puerta largamente invisibilizada: la situación de alta vulnerabilidad de la mujer en una ciudad llena de testosterona. Esta puerta conecta los conceptos que han permanecido en ámbitos totalmente separados: el “urbanismo” y “genero”. Así como existen varias experiencias de ciudades, también la ciudad de las mujeres es una ciudad diferente de las demás pero donde residen claves para el futuro.

Es invisible no por la situación de la mujer, sino por omitir la realidad y percepción de la mujer en nuestros contextos urbanos. La ciudad está ampliamente definida por el género, al igual que lo está por las clases sociales. Queramos o no, en gran medida nuestras ciudades han sido conformadas por una realidad social machista y en resonancia al predominante género masculino. La omitida dimensión de la mujer no se ha reconocido en los estudios de urbanismo, políticas urbanas, ni mucho menos en el desarrollo de nuestras ciudades.

Reconocer la vida de las mujeres en la ciudad es un reconocimiento a la existencia de múltiples vivencias de realidades en vez de persistir en la ceguera de una sola realidad como si fuera la única verdad objetiva. Mirar la ciudad de las mujeres es exponer las persistentes inequidades en las realidades diarias de las mujeres, tan grandes que son comparables a las inequidades por clase social. Como mucho de nuestros paradigmas culturales formados en base a dualidades, nuestra manera de mirar la ciudad ha sido a través de una óptica androcentrista -la construcción de una visión del mundo, de la cultura y de la historia desde la perspectiva masculina- en oposición al gincentrismo.

El urbanismo, desde su nacimiento como disciplina hacia fines del siglo XIX, sin muchas dudas se ha planteado desde un punto de vista machista. Hasta el día de hoy, una gruesa parte de la literatura e investigación está siendo conducida por hombres. Pero lentamente, grupos de opinión, organizaciones y fundaciones lideradas por mujeres continúan emergiendo y cada vez más tomando el liderazgo de opinión hasta el punto de convertirse en transformadoras de la ciudad. La creciente cantidad de organizaciones toman acciones desde la defensa de derechos de la mujer hasta la promoción de conceptos de inclusión de genero en el urbanismo.

Hoy, la inclusión de mujeres –sean estas ancianas, adultas, jóvenes y niñas- son la clave para poder hacer mejores ciudades. Esta clave se explica en la sensibilidad y capacidad de percibir temas muy críticos para las ciudades de hoy, a saber, las dimensiones de seguridad, movilidad y recreación.

Primero, y sobre todo, las mujeres son muy sensibles a la seguridad en la ciudad. A lo largo de la historia en las ciudades de todo el mundo las mujeres están muy frecuentemente expuestas a situaciones de inseguridad por acoso y alto riesgo de asalto sexual en espacios públicos. Gran parte de las entidades que han surgido en promoción de los derechos de las mujeres tienen como eje central e inicial, la seguridad. Un claro ejemplo es el comportamiento de mujeres en el paradero de un bus, cruzando ambos brazos por delante y tensamente tapando lo más posible su bolso.

Segundo, la movilidad es un factor especialmente crítico para la vida cotidiana de la mujer por diversas razones. Uno es la seguridad en el transporte y trayectos de aproximación a éste. Otro, para madres poder acceder a trabajo es necesario tener una solución de cuidado pre-escolar compatible con los tiempos de viajes. También la correcta estimación de tiempos de viaje en la movilidad es critico para cumplir con diversas obligaciones que asume la mujer en el trabajo y en el hogar. En fin, si Transantiago quiere mejorar aún más debiese atender a las necesidades de sus usuarias.

Y tercero, la recreación en la ciudad ha tenido una creciente relevancia para los estándares de vida. Precisamente es la mujer la que se transformado en una gran usuaria de las áreas verdes y espacios recreativos. Su valoración especial no sólo es debido al uso de los hijos, sino también por una definida preferencia por la recreación a pesar de déficit de estándares de pavimentos de veredas, rampas, cruces peatonales y otros.

La ciudad de las mujeres es la misma ciudad de todos, pero se vive y se siente tan diferente que parece ser otra realidad esperando a ser incluida en el desarrollo urbano de manera urgente: la ciudad y el urbanismo ya debieran estar en una nueva era, la del post-machismo.

 

 

 

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