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19 de Mayo de 2014

Toda la humanidad

#BringOurGirlsBack no es sólo un hashtag. Es, también, un signo que repite la búsqueda de las madres y padres de todas las niñas secuestradas; un código de auxilio que nos recuerda la indefensión que todos podríamos vivir, en un momento u otro de nuestras vidas, humanos como somos.

Por Vinka Jackson y Tomás Ojeda, psicólogos, organizadores de #BBOGChile.
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“La verdad que estaba oculta, debe asomarse a gritar que toda la humanidad es igual de responsable en cuidar/los niños que hablen, confiados en dignidad”. Canción por las niñas de Nigeria #BringBackOurGirls Chile, del papá, neurobiólogo y cantautor Oscar Lazo.

 Ayer domingo, hombres, mujeres, niñ@s y adolescentes realizamos un encuentro ciudadano en solidaridad con las niñas y familias de Nigeria. Familias, organizaciones sociales, comunidades religiosas, todos los movimientos y agrupaciones políticas, autoridades de gobierno, artistas, activistas: la mayor diversidad que hemos observado en un acto para la infancia en muchos años. Se sentía la compañía de compatriotas que también, desde regiones y otros países, apoyaron la organización de #BBOGChile, #BringBackOurGirls Chile (para reconocerlo en las redes).

Fue un acto solemne, muy cálido. En el jardín del lugar, los más pequeñitos jugaban en un área de cuidado y actividades preparada especialmente, y a cargo de dos educadoras de párvulos. En una gran sala, adult@s y jóvenes compartíamos la reflexión propuesta por voces lúcidas como las de Omayra Toro y Naomi Estay (alumnas egresadas del Liceo 1 quienes en 2013 recibieron el Stockholm Junior Water Prize de la Corona Sueca, por su aporte al cuidado de las aguas de nuestro planeta: video) y la hermosa canción de Oscar Lazo. Una sola energía, y como dijimos en días pasados: Gratitud, porque la infancia pueda reunirnos así. Junt@s, es la única forma. La única.

Sobre Nigeria, una líder social dijo: “mientras unos duermen en el planeta, otros están despiertos y se movilizan; luego los turnos se invierten. Eso es bueno porque siempre hay alguien actuando”. No recordamos donde lo leímos exactamente, pero nos emocionó este llamado a seguir el orden sencillo de las horas, inefable, sin perder presencia y por modestas que fueran nuestras acciones. Tan modestas como replicar un #.

Fue en Nigeria donde comenzó la campaña del hashtag #BringBackOurGirls. Una conminación a no dejar de ver, a acompañar a familias que sufrían (y saber que sus hijas son recordadas por otros prójimos, no es irrelevante, aunque en nada tuerza el curso del duelo). A no cejar en los esfuerzos hasta ver a las niñas de regreso.

Ante la magnitud de la tragedia, NADIE sería tan ingenuo de esperar que un # vaya a salvar a una niña o a un país, o detener a un grupo que impone el terror en nombre de su dios. Pero cualquiera sea la medida de nuestra esperanza, poca o mucha, concurrimos en solidaridad. ¿Y si fueran nuestras hijas?, querríamos sentir que importan, que no estamos solos en su búsqueda.

Ha pasado un mes. Doscientas setenta y seis escolares nigerianas permanecen secuestradas; algunos dicen que son doscientas. Los números pueden ser imprecisos como mucho de lo que ha rodeado a la respuesta frente a su secuestro.

La demora e incompetencia del gobierno nigeriano se sienten cercanas a una violación de derechos humanos más –que se agrega a una lista desgarradora-, esta vez por omisión. Algo similar, errático y amargo, deja como sensación el reciente Foro Económico Mundial realizado en el mismo país donde familias se desvelaban por sus hijas desaparecidas en Chibok. Hijas con nombres, sueños, proyectos de vida (por favor ver video).

En un documento visual en que se mostró a las niñas vestidas de negro y “convertidas” al Islam, también se reconoció a rehenes de secuestros previos (menos masivos y de los cuales la comunidad internacional no supo o no quiso saber). De cuántas más todavía no se escribe su historia.

Ayer domingo 18, se reportó que el presidente nigeriano habría suspendido una visita a Chibok “por temor” a las condiciones de seguridad. Las familias sí son valientes. Y las niñas que han entregado su testimonio luego de escapar de sus captores.

El sábado 17 de mayo CNN compartió la primera cobertura desde Chibok: una periodista mujer, también valiente. El 2012 en Kano, otra ciudad nigeriana, fueron asesinadas 185 personas en un solo día. Hoy, sus habitantes desafían al terror cuidando a sus estudiantes y a una escuela donde comparten 400 niñas y 40 niños –familias cristianas y musulmanas-, cuando al 2005 eran apenas 8 alumn@s (ver nota).

No hablamos de la valentía de unos para evidenciar la cobardía de otros. Hablamos de valentía para iluminar el gesto de tratar de responder en medio de un desconcierto bestial, de insistir en estimar la vida, una o trescientas vidas, todas, y de levantar –como las familias de las niñas- resistencia amorosa y coraje.

Los demás, desde nuestras lejanas latitudes, podemos solamente reunirnos y encarnar las voces de quienes sufren en Nigeria, en una campaña modesta y gigante a la vez.  Gigante porque nos alcanza a tod@s en una pregunta inescapable: ¿Y si fueran nuestras hijas, nuestras hermanas, familiares y amigas: cómo responderíamos? ¿Qué situaciones de nuestro país nos recuerdan los horrores que hoy sufren cientos de niñas y familias nigerianas?

En un mundo donde la globalización nos conecta, pero a la vez nos distancia y deshumaniza, encuentros como éstos –en torno a un #-  tocan un punto de sensibilidad que nos implica éticamente con el devenir de otras naciones, y el presente y futuro de las niñas y niños que ocuparán nuestro lugar como adultos, asumiendo como suyos, tal vez, los ideales y causas que nosotros defendamos, en nombre de quienes tienen sus vidas más amenazadas.

La globalización debe ser también de la solidaridad. Nuestra amiga Paz Zárate nos lo recordó en uno de sus tantos mensajes: “Lo internacional no es solo la Haya o el último tratado de libre comercio. Es Nigeria. Es Siria, es Sudán. Debe dolernos”.

Somos una comunidad en la tierra, y las fronteras no cambian el punto de intersección de todos en nuestra condición de humanos. Quizás por eso impresiona que haya quienes en Chile y en el mundo miran con indiferencia (y hasta con sorna) campañas y movilizaciones ciudadanas como #BringBackOurGirls.

Las redes sociales son una herramienta de poder e incidencia que comunica y nos mantiene informados. Son, también, uno de los principales flancos de ataque y persecución en países donde la libertad de expresión no está garantizada y es, incluso, criminalizada. Por lo mismo, sí hace diferencia el tipo de decisión que tomemos frente a iniciativas como éstas: no sólo alertamos y movilizamos a la comunidad internacional en torno a una situación que atenta contra todo principio imaginable, sino que acercamos la reflexión a un “más acá” que nos obliga a mirar nuestro propio país y el trato que le otorga a sus niñas, las de tod@s.

Ayer era el Día Internacional contra la Explotación Sexual Comercial de Niñas, niños y adolescentes (ESCNNA), una realidad que enfrentamos en nuestro país. Abusos sexuales, embarazo infantil, adopciones irregulares, tantos otros horizontes heridos. El cerco adulto no queremos pensarlo ausente o debilitado, pero al menos ha sido irresponsablemente lento. Ya no hay tiempo que perder. Ese pulso, en nuestra nación, en el mundo, en Nigeria, necesita fuerza.

#BringOurGirlsBack no es sólo un hashtag. Es, también, un signo que repite la búsqueda de las madres y padres de todas las niñas secuestradas; un código de auxilio que nos recuerda la indefensión que todos podríamos vivir, en un momento u otro de nuestras vidas, humanos como somos. Al escribir carteles e inmortalizarlos en una foto, reconocemos esa vulnerabilidad y nuestra dependencia del cuidado mutuo: ahí donde necesitamos pensar en nuestr@s prójim@s como si fuesen nuestr@s hij@s, herman@s y amig@s. Las niñas de Nigeria, nuestr@s niñas y niños: ningun@ debe perder o renunciar a sus esperanzas. La vida merece ser vivida, y nadie ni nada debería impedir que ese derecho pueda ser ejercido.

 

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