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5 de Octubre de 2016

El proyecto que busca incorporar cine como un ramo más en los colegios

El Cine Arte Normandie ha desarrollado este año una serie de talleres en colegios de todo en Santiago en los que se utilizan películas como fuente pedagógica. "Es muy amplia la gama de posibilidades que da el cine como herramienta para educar", explica la directora del proyecto desarrollado con fondos del CNCA.

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Jesse  Gilmour era un adolescente de 16 años de Canadá que odiaba el colegio, reprobaba ramos, tenía pésimo comportamiento y estaba enganchado en las drogas. Hasta que su padre le propuso un trato: dejaría la educación escolar a cambio de no consumir más drogas y ver tres películas por semana. La experiencia duró tres años y quedó retratada en el libro “Cineclub”, de 2009. ¿El resultado final? Jesse recuperó la motivación por aprender, volvió al colegio, entró a la universidad y hoy es un galardonado escritor.

Aunque abandonar el colegio y dedicarse a ver películas no es precisamente un camino recomendable por expertos, el caso demuestra algo que en tiempos de reformas educacionales toma cada vez más importancia: la necesidad de que el cine y otros tipos de arte se haga más presente en el currículum escolar. “Sin arte no hay reforma”, aseguran en el Movimiento Interdisciplinario y Social por la Educación Artística (MISEA).

cineclub

“El problema más importante es ver qué queremos que aprendan los niños en las escuelas y liceos. Mientras eso no se discuta, todo lo demás puede ser muy bien intencionado e incluso estar en la dirección correcta, pero no va a ser suficiente (…) Una escuela que solo te entrena para una prueba, está basada en una cultura de estar sentado y recibir instrucciones, aprenderlas y dar una respuesta que es la que se supone que es la adecuada. Esa es una cultura autoritaria, pobre. ¿Eso queremos transmitir a las próximas generaciones?”, dice Hernán González, profesor y vocero del MISEA.

En el Cine Arte Normandie tienen una visión parecida. Y durante este año han implementado un proyecto con fondos del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para capacitar a profesores y llevar talleres de cine a colegios de todo tipo. Los resultados han sido tan atractivos para los alumnos, que ya no dan abasto con las solicitudes. Por eso quieren ir más lejos: están elaborando un proyecto para que el MINEDUC incluya al cine como un ramo dentro de la malla escolar. 

colegio-antiguo

La pantalla es el nuevo pizarrón

Aunque llevan años trabajando con el CNCA, el Cine Arte Normandie incluyó este año una actividad novedosa dentro de su plan de “formación de audiencias”: llevar el cine a los colegios. En tres sesiones, profesores expertos en cine capacitan a profesores, enseñan a alumnos de enseñanza media sobre distintos aspectos de historia y apreciación del cine, y terminan la actividad con el visionado de una película.

“La innovación de este año es llevar nosotros talleres de cine a los colegios. Hemos tenido demasiada buena aceptación. Muchos colegios quieren que vayamos a hacer talleres más seguido. Distintos tipo de colegios, muicipales, subvencionados y privados, de distintas comunas. Los alumnos se motivan y todos han estado súper interesados. De hecho no estamos dando mucho abasto ya para la cantidad de solicitudes que tenemos”, cuenta Scarlett Bozzo, coordinadora de esta actividad.

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Algunas de las películas que han mostrado han sido Neruda, Violeta se fue a los cielos, e incluso el documental sobre los Chicago Boys, dependiendo de la materia que quieran reforzar los docentes del establecimiento. “Nosotros nos asesoramos con profesores que conocen del currículum escolar y ellos hacen la bajada de la película a la malla de los colegios. Porque cada película tiene una cabida en determinados temas. Por ejemplo ahora está en boga el tema del bullying, y eso lo acercamos a las comunidades a través películas”, explica Bozzo, que defiende que el cine puede ser una importante herramienta pedagógica.

Aunque en pincipio la Jornada Escolar Completa fue pensada para que los alumnos de poblaciones más vulnerables no tuviesen que volver temprano a su casa y así vivir con el riesgo de las drogas y la delincuencia, y también como una oportunidad para que se incluyera en la malla talleres y actividades lúdicas, mucho de este tiempo se ha destinado a la preparación de pruebas estandarizadas, cuyos resultados no mejoran en demasía y sitúan al país entre los peores de la OCDE.

Por eso según Scarlett Bozzo, el cine puede ser una metodología de enseñanza que ayude a revitalizar las ganas de los alumnos de aprender. “Puede ser mucho más interesante a veces aprender viendo una película que con clases convencionales. Porque la imagen tiene mucha importancia y aprovecharlas a través de buenos autores, de cine de calidad, de análisis de películas, enriquece la cultura”, explica.

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Desde el cine trabajan en un proyecto, aún en elaboración, para que el Mineduc integre al currículum escolar un ramo de cine, al menos como electivo. En el MISEA aunque no conocían la iniciativa, encuentran que esta medida sería un gran aporte: “Al ver una película tú tienes posibilidades de hacer una análisis de la narración, de la historia, de la imagen, del sonido. Cuando se trata además de películas con argumentos históricos, o de obras de teatro clásicas, puedes aprender otros temas y reflexionar y debatir. Obviamente eso va a enriquecer la cultura escolar”, dice González, que agrega que también debería considerarse más arte, cine, música, deporte, libros, teatro, ciencia en laboratorio y otras materias donde los alumnos puedan experimentar y crear. “No todo son fechas y fórmulas”, dice.

En el caso de Jesse Gilmour, su padre no solo le mostró cine arte: sino que también vieron películas como Robocop, Rocky III y clásicos de Steven Seagal. Según David, no quería que su hijo “se aburriera” solo viendo cine arte. Aunque en Normandie creen que la selección de películas debería privilegiar el cine chileno y “de autor” en desmedro de lo comercial. Aspectos que de seguro serán mayormente discutidos cuando se presente el proyecto. Pero al menos si hay un consenso en diferentes educadores e intelectuales: la cultura está incompleta si no incluye mayor debate, reflexión y arte.

“Es imposible que exista un individuo pleno si no tiene la posibilidad de desarrollar sus capacidades expresivas, de análisis, de juciio, de valorar ética y estéticamente, y todo eso está presente en las actividades artísticas”, dice Hernán González. Y Bozzo complementa: “El desarrollo de una sociedad también pasa por el desarrollo de su cultura”.

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