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29 de Noviembre de 2017

La puesta en escena del Centro Arte Alameda, a 25 años de sus inicios

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En el Centro Arte Alameda nada parece anunciar que cumplieron 25 años de existencia. Pero aunque no lo han celebrado de manera pública y oficial, al interior del centro cultural santiaguino se han hecho una serie de propuestas que buscan ampliar la mirada y ofrecer contenido novedoso.

Noviembre fue un mes lleno de lanzamientos. Se imprimió la primera edición de El Alameda, una publicación bimensual que cuenta las actividades y profundiza en las películas en cartelera. “Nuestra apuesta mediática está en la vereda opuesta del consumismo que nos insensibiliza y transforma en rebaño”, dice la editorial titulada “Acelerar a fondo”.

Precisamente apretar el acelerador es lo que han hecho este último tiempo. Este año empezaron con el “cine a luca”, cada miércoles y con el ciclo llamado el director del mes, donde presentan cuatro obras de un mismo realizador para conocer su trayectoria, así como también con el Festival Ópera prima, exhibiendo las primeras películas de seis realizadores para trabajar en la formación de nuevas audiencias.

“Decidimos que nos tenemos que visibilizar más y en ese proceso estamos”, cuenta Roser Fort, directora del centro y destaca: “Es único en este país un centro cultural con 25 años de trayectoria autogestionado. No hay otro”. 

Sello alternativo

Desde sus inicios el Arte Alameda se hizo a pulso. Nació a inicios de los 90, en una época en que había una inquietud por crear nuevos espacios de expresión con el regreso a la democracia. Entonces ahí, en Alameda 139, donde antes se ubicaba el Cine Normandie, se construyó un nuevo lugar, a pocos metros de Plaza Italia.

Durante sus primeros años se construyó como un espacio alternativo y con la libertad de mostrar contenido diferente. Así lo hicieron en 2003, cuando fue el primer cine chileno en exhibir la Última Tentación de Cristo, película que estuvo prohibida por ser “ofensiva” para la religión católica. Y así también lo hicieron en 2007, cuando hicieron el primer ciclo de cine gay-lésbico.

Quizás por eso el Arte Alameda creó una imagen asociada a lo contracultural. “Se hacían cosas que eran consideradas raras para la época, harto trabajo con las minorías”, señala Roser Fort. Esa era una de las razones por las que costaba encontrar financiamiento, pero la directora agrega que si bien tienen un lado crítico, también tiene un lado cultural amable. “No todo tiene que ser choque. Y eso también lo he aprendido con el tiempo. Me interesa hacer una cosa que trascienda”, dice.

Vecinos del GAM, del Museo Violeta Parra y del Colegio de Arquitectos, el Arte Alameda está inserto en un circuito cultural que quieren vitalizar. Con un equipo compuesto por 30 personas en el cine, la cafetería y el centro mismo, este año han ganado fondos públicos para desarrollar otros proyectos. Uno de ellos es subtitular en inglés las películas chilenas y así captar a un público extranjero, mientras que otro está orientado en la renovación del sonido de las salas.

El centro no vive sólo del cine. Cada semana se hacen tres fiestas nocturnas, siendo 150 al año, así como también presentan ferias, exposiciones y tocatas de bandas. “David Lynch, the art of life” es  una de las tres películas que está en cartelera fija este mes, exhibiendo poco más de 100 películas, con un flujo de espectadores que va entre los 2 mil y 3 mil mensual. Se trató de un estreno casi exclusivo, porque no entró en las grandes salas. “La programación es muy distinta, entonces es una oportunidad que tiene la gente de ver otro tipo de películas”, señala en relación a las grandes cadenas cinematográficas.

Tan independientes se consideran que les da lo mismo quién dirija el gobierno de turno. Aunque sí se identifican con una tendencia ideológica, Roser Front dice que son abiertos de mente y que por eso también están dedicados a buscar nuevos modelos de negocios con empresas, visionando una alianza entre el Estado y privados para financiar sus ideas. “Porque un país culto se supone que evoluciona más rápido, ¿no?”.

Los 25 años son un hito y eso lo saben. Si hasta ahora no han hecho celebraciones es por falta de tiempo, dicen. Pero tienen en la lista de pendientes hacer un evento, eventualmente a inicios del próximo año, para destacar la trayectoria de uno los centros culturales independientes más antiguos y que se mantiene más a la vanguardia que hay en Santiago.

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