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6 de Diciembre de 2010

Una medalla para el Fantasma Figueroa, por Manuel de Tezanos

Copa alzada, fuegos artificiales, un estadio lleno delirando tras cinco temporadas de abstinencia y la UC celebrando un merecido título. Imágenes que representan emoción pura. En medio de la algarabía a nadie le importa cómo se consiguió el trofeo, lo importante es la vuelta olímpica, la champaña, los abrazos y los cánticos. 

 

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Copa alzada, fuegos artificiales, un estadio lleno delirando tras cinco temporadas de abstinencia y la UC celebrando un merecido título. Imágenes que representan emoción pura. En medio de la algarabía a nadie le importa cómo se consiguió el trofeo, lo importante es la vuelta olímpica, la champaña, los abrazos y los cánticos. 

 

Pero pasan las horas, los días y a estas alturas me imagino que todos, desde los jugadores hasta los hinchas, pasando por los dirigentes, ya han hecho un balance más medido. Muchos, por ejemplo, estarán agradecidos del técnico, Juan Antonio Pizzi, que llegó en julio y logró dar regularidad y contundencia a un equipo que insinuaba mucho, pero se quedaba invariablemente en el camino.

 

Otros aplaudirán al gerente técnico, José María Buljubasich por la elección de los refuerzos en puestos claves. Algunos sentirán que la gran diferencia la marcó Roberto Gutiérrez, que también llegó en la mitad del torneo y se convirtió en el centro atacante que tanto necesitaba la UC. Y quizás los más entendidos sentirán que el gran responsable fue el preparador físico Jorge Fleitas, porque en la recta final del torneo los cruzados marcaron diferencias.

 

 Pero, ¿Y Marco Antonio Figueroa? Él no sólo fue el DT de un O’Higgins que derrotó a ColoColo y le sirvió casi en bandeja el titulo a la UC. El Fantasma dirigió a este mismo equipo en 14 partidos del campeonato (41% de la campaña) donde obtuvo 27 de los 74 puntos (36%del total) con que Universidad Católica se tituló campeón. En el fondo se fue por problemas más “editoriales” con Cruzados SA que futbolísticos.

 

¿Y que hay de los argentinos Juan José Morales y Damián Díaz? Jugaron 13 y 12 partidos respectivamente. Anotaron 3 goles cada uno. Sin lugar a dudas tienen que ser reconocidos. Misma historia para Ismael Fuentes (11 partidos), Leonel Mena (10) y Waldo Ponce (7). Todos emigraron en el receso mundialista, pero sería injusto olvidar su aporte. Es una situación compleja. ¿Qué se hace en estos casos?

 

Tomemos el ejemplo de Inglaterra, la cuna del fútbol organizado. Ahí, por reglamento, se otorgan 21 medallas de campeón. Para recibirlas, cada jugador debe actuar en al menos 10 partidos del torneo, con excepciones para el arquero suplente y lesionados de gravedad. Si se necesitan más de 21 medallas, para casos excepcionales (como éste) se eleva solicitud a la Liga.

 

Pero en Chile no hay mención alguna en las bases que contemple estas situaciones. Así, estos jugadores, que fueron parte del título, no tendrán su reconocimiento oficial pues fueron finiquitados por el club. Muy mal. La historia no puede ni debe olvidar el aporte de cada uno de ellos en la campaña. Aunque la ANFP no les quiera dar medallas, ni la UC los quiera incluir en la repartición de los premios.

 

 

Imagen de Manuel de Tezanos Periodista de Fox Sports. Es bloguero de El Dínamo. 

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