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13 de Septiembre de 2016

La carta de un profesor que se aburrió de luchar contra los celulares en su sala de clases

El académico y periodista uruguayo Leonardo Haberkorn se valió de su blog personal para explicar por qué no volverá a dictar una clase en su vida tras haber luchado porque sus alumnos estuvieran atentos.

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Los celulares se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para algunos profesores. Tanto así, que son varios establecimientos los que han prohibido que sus alumnos lleven sus dispositivos a las salas de clases.

Ante esta situación, el periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn no pudo seguir tolerando que sus alumnos utilizaran sus smartphones en sus clases por lo que tomó una drástica decisión y renunció a la universidad ORT de Montevideo.

Para expresarse al respecto, escribió una publicación en su blog donde señaló que “no dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún día a dictar clases en una licenciatura en periodismo. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla“.

Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies“, agregó.

Pese a que aseguró estar generalizando, sabe que hay jóvenes que no son así, pero “hasta hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de lado durante 90 minutos –aunque más no fuera para no ser maleducados– todavía tenía algún efecto. Ya no”.

“Puede ser que sea yo, que me haya desgastado demasiado en el combate. O que esté haciendo algo mal. Pero hay algo cierto: muchos de estos chicos no tienen conciencia de lo ofensivo e hiriente que es lo que hacen. Además, cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado“, sostuvo.

Para él, “conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales (…) Entonces, cuando uno comprende que ellos también son víctimas, casi sin darse cuenta va bajando la guardia. Y lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuera brillante”.

En ese sentido, cuenta que siempre le gustó hacer bien su trabajo, sobre todo en los años que lleva como docente “porque creo en la excelencia”. Pero aún así, sus alumnos no lograron despegarse de aplicaciones como WhatsApp, Facebook y Twitter. Aún así, y pese a los esfuerzos que hizo por mostrarles películas, presentarles personajes interesantes y mostrarles entrevistas de calidad, nada funcionaba.

“Normalmente, a esta altura, todos los años ya había conseguido que la mayor parte de la clase siguiera el asunto con fascinación. Este año no. Caras absortas. Desinterés. Un pibe despatarrado mirando su Facebook. Todo el año estuvo igual“, sentenció, según lo publicado por Infobae.

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