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19 de Marzo de 2011

“Obama y el dolor de Chile”, por Ariel Dorfman en El País

A menos de dos días que Barack Obama llegue a Chile, el escritor chileno Ariel Dorfman escribe en el diario El País de España una columna acerca de "algo crucial" que el mandatario estadounidense no tendrá en su agenda. Como buen activista de los derechos humanos en Chile, Dorfman hace un pequeño recorrido por personas y lugares que el Presidente Obama deberia visitar p

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A menos de dos días que Barack Obama llegue a Chile, el escritor chileno Ariel Dorfman escribe en el diario El País de España una columna acerca de “algo crucial” que el mandatario estadounidense no tendrá en su agenda. Como buen activista de los derechos humanos en Chile, Dorfman hace un pequeño recorrido por personas y lugares que el Presidente Obama deberia visitar para empatizar con parte importante de la historia nuestro país. Aquí extractos de la columna.

 

“Cuando Barack Obama desembarque en Chile el próximo lunes en una visita de 24 horas, algo crucial va a faltar en su agenda. Habrá mariscos suculentos y discursos que elogien la prosperidad de Chile, acuerdos bilaterales y encuentros con los poderosos y los pomposos, pero no hay planes, sin duda, de que el presidente de Estados Unidos tome contacto con lo que fue la experiencia fundamental de la reciente historia chilena, el trauma que el pueblo de mi país padeció durante los casi 17 años del régimen del general Augusto Pinochet.

 

Y, sin embargo, no sería imposible que Obama se asomara a una pequeña muestra de lo que fue la aflicción de Chile. A escasas cuadras del Palacio Presidencial de La Moneda, donde ha de ser agasajado por Sebastián Piñera, 120 investigadores se dedican asiduamente a recoger una lista definitiva de las víctimas de Pinochet para que se les pueda hacer alguna forma de reparación. (…)

 

Podría, por ejemplo, conversar con una investigadora llamada Tamara. El 11 de septiembre de 1973, el día en que Salvador Allende fue derrocado, el padre de Tamara, uno de los guardaespaldas de Allende, fue detenido, sin que jamás se supiera su paradero ulterior. Yo trabajaba en La Moneda en la época de la asonada militar y salvé la vida debido a una cadena de coincidencias milagrosas, pero el padre de Tamara no fue tan afortunado, como no lo fueron varios buenos amigos míos, cuyos cuerpos todavía están sin sepultura. (…)

 

O si el presidente Obama se siente más cómodo conociendo lugares en vez de seres humanos de carne y hueso, podría familiarizarse con Villa Grimaldi, una casa de tormentos donde ahora se yergue un centro para la paz, o ceder 10 minutos para visitar el Museo de la Memoria donde hay exhibiciones que denuncian el terrible pasado de Chile.

 

Una razón por la cual tiene sentido que Obama haga todo lo posible por vislumbrar, aunque fuera a través de un vidrio oscuro, nuestra vasta y devastadora pena, es que los norteamericanos fueron, en gran parte, responsables de aquella tragedia. Washington ayudó, alentó y financió la caída del Gobierno democráticamente elegido de Allende y la trayectoria dictatorial de Pinochet. (…)”

 

Para leer la columna completa publicada en el diario El País de España, PINCHE AQUÍ.

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