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1 de Septiembre de 2016

Luis Larraín en picada contra la U. de Aysén y Roxana Pey: "Tienen un récord difícil de superar"

En esta línea, cuestionó la decisión de Pey de poner un recurso de protección por su despido y las "pegas" que los funcionarios "afines políticamente" puedan obtener.

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El director ejecutivo y fundador del Instituto Libertad y Desarrollo, Luis Larraín, salió a cuestionar los hechos ocurridos al interior de la Universidad de Aysén, tras la remoción de la rectora Roxana Pey y el nombramiento de María Teresa Marshall.

En una columna publicada en El Líbero, Larraín dice que lo ocurrido al interior de ese plantel podría ser “una estupenda obra literaria” de Jorge Luis Borges o de Bioy Casares, ya que “ostenta hoy un récord mundial difícil de superar y destinado a mantenerse por largos años: en su corta vida ha tenido dos rectores (rectoras, en rigor) y ningún alumno”.

“La Universidad de Aysén no sólo no tiene ningún alumno, sino al parecer tampoco tenía claro cómo iba a obtenerlos. Esto no es tan extraño si consideramos que la Región de Aysén es la menos poblada del país y tan solo mil doscientos jóvenes egresan de la educación media cada año para rendir la PSU”, critica el director del instituto ligado a la UDI.

Larraín sugiere recordar que hace pocos años la Universidad de Los Lagos cerró su sede en Coyhaique por falta de alumnos y que la Universidad de Magallanes ofrece en esa misma ciudad seis carreras, con una matrícula total inferior a los 300 alumnos.

Los problemas de esta universidad comenzaron con la decisión de crearla, como uno de los elementos simbólicos de la reforma a la educación superior de Michelle Bachelet”, dice Larraín y agrega que tampoco se definió si en las regiones de Aysén y O’Higgins “habría alumnos interesados en estudiar en universidades situadas en esos lugares, considerando la escasa población de Aysén y la cercanía de Rancagua con la ciudad de Santiago”.

Según Larraín, el problema parte por haber creído que esas regiones tenían “derecho” a tener una universidad y no haber hecho los estudios al respecto. “Preocupada por la necesidad de tener alumnos y el temor de encabezar el proyecto de una universidad ‘no consumada’ por falta de alumnos, aparentemente Roxana Pey habría abogado por bajar los puntajes de ingreso a su universidad por debajo de los umbrales que la reforma universitaria establecía para recibir diversas ayudas del Estado”, dice.

“La universidad tampoco tenía aulas donde impartir clases, ni claridad respecto a la forma de hacerse de la infraestructura necesaria para escapar de su condición de universidad Borgeana”, agrega.

En esa línea, Luis Larraín dice que lo peor de este episodio fue la decisión de Roxana Pey de resistirse a la decisión de removerla de su cargo. “Apelando a una supuesta autonomía universitaria, de una universidad que como hemos visto no existe, ella ha señalado que va a interponer todas las medidas judiciales, incluso el recurso de protección, para evitar el despido. Sus pares del Consejo de Rectores de la Universidades Chilenas, ignoramos si por unanimidad, han decidido respaldarla en su reclamo contra la violación de la autonomía universitaria”, dice.

“Esta disputa da cuenta, de manera palmaria, del concepto que prima en el gobierno de la Nueva Mayoría a la hora de definir el sentido de la acción del Estado. Lo que verdaderamente importa son los cargos y las ‘pegas’ que los funcionarios afines políticamente puedan obtener. La función que debían ejercer, los sujetos de su trabajo, en este caso los alumnos, pueden incluso no existir”, explica en la columna.

Además, Larraín cuestiona que al mismo tiempo la Nueva Mayoría desarrolle “una ofensiva contra el grupo Laureate (acusándolas de lucro)”. “Una pintura de lo que ha sido el gobierno de Michelle Bachelet”, concluye.

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