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15 de Mayo de 2014

Alberto Robles, el postulante a la presidencia del PRSD que busca despenalizar la marihuana

El próximo lunes el diputado Alberto Robles presentará un proyecto de ley que busca autorizar el uso de la marihuana con fines medicinales y terminar con la prohibición del autocultivo de la "hierba". Esta es su posición al respecto.

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Mañana jueves el diputado del Partido Radical Alberto Robles presentará su candidatura a la presidencia del partido en competencia con la lista del continuismo que encabezaría Ernesto Velasco para las elecciones del próximo 1 de junio. Y el lunes próximo ingresará a la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca modificar la cuestionada Ley 20.000, que sanciona el tráfico de drogas.

La iniciativa del parlamentario será uno de lo caballitos de batalla de su campaña a la testera del PRSD y busca autorizar el expendio de marihuana con fines medicinales y terminar de una vez por todas con la penalización del autocultivo de cannabis.

De acuerdo al borrador del proyecto, la moción de Robles -que ha sido sociabilizada a otros parlamentarios como Marcelo Schilling (PS), Fulvio Rossi (PS), Marco Antonio Nuñez (PPD), Karol Cariola (PC) y Karla Rubilar (Amplitud) en busca de apoyos transversales- tiene como uno de sus componentes que se autorice la utilización de las propiedades farmacológicas de la cannabis, como un elemento más de la terapéutica médica en el territorio nacional.

“Hoy conocemos los efectos de la cannabis en la salud pública y creemos que se ha demonizado su uso con razones bastante poco razonables”, explica Robles a El Dinamo. Dicha autorización permitiría, añade, que el Ministerio de Salud pueda normarlo a través de su reglamento sanitario y que pase a depender de la autoridad estatal el control de los centros de cultivo y su expendio.

“Hay drogas que producen narcodependencia y que se usan en la farmacología chilena para distintos usos médicos, bien reglados, bien regulados, como sicotrópicos u otros. A mi me parece que la cannabis no tiene ninguna razón para no ser incluido en el mismo tratamiento”, dice Robles, y recuerda que hoy en día ya se producen artesanalmente aceites, jabones, champús, hechos a base de la droga, asimismo como jarabes para disminuir dolores y convulsiones en algunos pacientes.

Una segunda arista del proyecto busca despenalizar el autocultivo de cannabis y su uso recreativo. “El consumo particular de marihuana no está prohibido en Chile. Pero la paradoja que se da es que, según la ley 20.000, la persona puede consumir la droga pero no la puede cultivar, no la puede comprar, no la puede trasladar”, reflexiona.

“Queremos que la persona que cultiva la cannabis para consumo personal no caiga en ningún ilícito hasta un cierto número de plantas. Estamos poniendo un máximo de cinco, que es una barrera para diferenciar entre el consumo y el narcotráfico”, añade. 

A juicio del parlamentario, si bien el número es bastante arbitrario, es el promedio que se utiliza en varios países para la penalización, ya que se calcula que una persona con esa cantidad de plantas puede abastecerse todo un año para uso recreacional.

Robles dice que no teme que ello produzca una explosión del consumo, como muchos sectores creen. “Si uno revisa la literatura, la cannabis está en un estatus similar a drogas como el cigarrillo y el alcohol… Creemos necesario que se transparente que acá el “pito” no le llega al consumidor de forma mágica, y avancemos en temas de educación para que no fumen, no piteen y no se emborrachen, porque es el consumo sin moderación el que produce daños a la salud de las personas. Queremos que la libertad individual se ejerza con responsabilidad”, manifiesta.

Según el parlamentario radical, sobre el tema hay una mirada conservadora en la sociedad chilena, que no se condice con el ejercicio real y que ha llevado a que se impongan las posturas más duras de prohibición de la cannabis.

“La ley es absolutamente contraria a lo que la población desarrolla. Acá tenemos que ser capaces de regular, en el buen sentido de la palabra, cosa de respetar las libertades personales, pero entendiendo que el Estado tiene el deber de educar que esas libertades se hagan en forma juiciosa”, señala.

Finaliza señalando que “no se si está madura la sociedad chilena y la clase política para esto, pero sino hacemos el debate en serio, nunca lo sabremos. El mundo está mostrando una cierta apertura y esto no ha significado un descalabro”.

 

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