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19 de Noviembre de 2019

“Rebeldía, resistencia, amor”: siete hitos en la vida de Daniela Vega plasmados en su primer libro

El pasado 1 de noviembre, la reconocida actriz lanzó su primera obra literaria.

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El pasado 1 de noviembre, Daniela Vega lanzó su primer libro: Rebeldía, Resistencia y Amor, la misma frase que inmortalizó en la ceremonia de los Premios Goya 2017 donde ganó el premio Mejor película iberoamericana por Una Mujer Fantástica.

En 161 páginas, la actriz desmenuza su vida completa, desde su infancia hasta el día en que su padre, en abril de 2018, declaró ante el Congreso, en defensa de la Ley de Identidad de Género que en ese entonces se discutía.

Su infancia en sus tres colegios, el bullying, la relación con su familia, sus primeros trabajos, su acercamiento al arte, su primera película, su primera obra de teatro, la llamada de Sebastián Lelio que le cambió la vida, la ceremonia de los Oscar, su encuentro con Michelle Bachelet, son partes de este relato.

En esta obra, Vega da cuenta cómo no solo transitó para convertirse en Daniela Vega, sino que deja en claro que la vida, de por sí, es una transición constante y que los cambios, a los que nos enfrentamos, son parte de este proceso.

“Rebeldía, resistencia y amor”, tres palabras con las que resume su vida y que busca plasmar que su historia es “particular porque fui y he sido amada, y por que mi tránsito fue un medio y no un fin”.

“Este libro es mi primer capítulo de muchos que espero algún día poder compartir”.

Aquí, siete hitos que marcaron la vida de Daniela Vega.

1/Su “ángel de la guarda”

Uno de los primeros recuerdos y episodios que reveló Daniela Vega sobre su infancia fue el día en que conoció a Pía, su primera amiga mujer. En ese entonces, ambas tenían cinco y siete años, respectivamente.

“La Pía era alegre, aunque su cuerpo padecía enormes sufrimientos. Su color de piel oscilaba entre el blanco y el amarillo y estaba cubierta de moretones producto de su enfermedad. Como si fuera poco, tenía un catéter, por lo que no podíamos jugar a nada que involucrara movimientos bruscos”, escribió.

Sin embargo, esta amistad no duró mucho: “Un día lluvioso, cerca de mi cumpleaños, su mamá toco la puerta y le dijo a la mía: ‘Me la llevo al hospital porque está muy mal’. La siguiente ve que la vi fue en un ataúd”.

“Siento que con su muerte me enseñó que, en el fondo, tienes solo una posibilidad. Y que no existe camino de retorno”, sentenció.

2/La influencia de sus abuelas

Daniela Vega fue muy cercana a su abuela materna y paterna. La primera, Liliana, era la “más fantástica de todas”. Según detalla en “Rebeldía, resistencia y amor”, era una mujer “activa, viva, con hambre por hacer cosas que derrochaban iniciativa, vocación social y valentía”. Fue ella, en particular, quien le enseñó que las mujeres tenían opinión, que se las arreglaban como fuera ante la adversidad y que, básicamente, “las podíamos hacer todas”.

Con ella escuchaba música de la resistencia contra la dictadura, le hablaba de Chile y le mostraba murales de la Brigada Ramona Parra. Pero una de sus grandes influencias, hasta el día de hoy, fue cuando conoció la música de Rocío Jurado, a quien estaba cada vez que mantenían una conversación.

Era enfermera, pero eso no era impedimento para que de lunes a lunes se arreglara con tacos de lunes a lunes, “elegante pero desfachatada, sabía bailar cumbia mejor que nadie y lo daba todo cantando”.

Su abuela paterna, Victoria, era muy distinta a Liliana. Era ciega y se maquillaba. “Guapa como ella sola, con una boca preciosa y una cabellera rubia. Una vieja diva, proveniente de una familia adinerada caída en desgracia, que usaba perfumes carísimos cuando me llevaba a la ópera”.

La ceguera de Victoria le sirvió a Daniela para hacerla “sentir y mirar la música y su sentido invisible. Ella me la inculcó: afinó mi oído y agudizó mi capacidad de observación”.

“La pulsión artística de mi abuela me marcó desde la oscuridad. Me obligaba a escuchar las arias de las óperas, piezas musicales creadas para ser cantadas por una voz solista, sin coro. Así, me inculcó una pasión que ha sido el motor de mi vida: la música clásica”, confesó. Con ella, además, conoció uno de los descubrimientos “más maravillosos de mi vida”, el barroco.

Así, Victoria logró que hiciera “mis ojos los suyos y me obligó a ser mejor observadora (…) Me abrió y cerró los ojos para desprenderme de mi corporalidad. Me abrió y cerró los oídos para dejar de oír las burlas”. Pero estas aún no alcanzaban su punto peak.

3/Bullying

Los primeros años como escolar para Daniela Vega no fueron fáciles. Particularmente en el segundo al que asistió, el que era solo de varones, de curas y privado. Con solo 12 años recibió pelotazos, agresiones, golpes, insultos mientras “los profesores no hacían nada”.

“Me acosaban por ‘ser maricón'”, recuerda, y asume que ese fue su “primer rol, mi primer personaje”. Sin embargo, y pese a sus intentos, el bullying en su contra continuó.

“Me veo subiendo la escalera hacia la sala. Cientos de escupitajos orbitando mi cara. Mi ropa mojada por la saliva del desprecio, mi cabeza atribulada por las risas burlonas. Y mi cuerpo entre empujones. Cuando no era eso, me rompían los cuadernos y me reventaban los yogures en la mochila o me lanzaban el borrador y mi ropa quedaba blanca. Fueron años”, aseguró.

Sin embargo, con el paso de los años, reflexionó respecto a esta etapa de su vida. “Más que víctimas y victimarios, al menos con mis pares, con mis compañeros, lo que hubo fue una situación que tuvo más que ver con el desconocimiento”, sostuvo.

“Y mi rareza hoy, a propósito de la violencia que experimenté, no es más que una cicatriz en la cara, similar a las que todos tienen, algunos más escondidas, pero que existen, porque todos tenemos una historia”, afirmó Vega en el libro.

4/”Me siento una mujer”

Fue a los 14 años cuando Daniela Vega tuvo la conversación más importante de su vida con sus padres. Pese a que en un principio intentó disfrazar todo asumiéndose homosexual y vistiéndose como gótica, lo cierto es que vivió con el “pecho apretado” hasta logró hablar con ellos y así iniciar su transición.

Porque pese a que muchos pudieran pensar que su familia le dio la espalda, ocurrió todo lo contrario.

Fue durante un almuerzo cuando tanto su padre como su madre lo increparon porque conocían personas gays, pero nunca “tan gay”, lo que les llamaba la atención. Daniela, sin titubear, les dijo que “no me siento gay. Me siento una niña. Me siento mujer”.

Ambos quedaron en silencio y le aseguraron que era un tema complicado y que “necesitaban pensarlo”. Durante un fin de semana, Daniela quedó sola en su casa mientras sus padres partieron a la playa. Una vez que regresaron, llegaron con una caja de regalo.

“Cuando la abrí encontré un set de maquillaje. Nos unimos en un abrazo y los tres nos pusimos a llorar. Sentía que terminaba mi infancia, que mi secreto, mi pecado original, se resolvía con un gesto de amor. En vez de castrarme, mis padres me llenaron de plumas y me dejaron salir por la ventana para que yo intentara volar”, recordó.

Luego de esto, a su madre no le costó asumir a la nueva Daniela, pero su padre fue un poco más esquivo al principio. Sin embargo, recordó un episodio en particular cuando ambos se encontraban en una tienda comercial y le dijo “hija, allá están los probadores de mujeres”.

Fue ese momento “su punto de giro” y para ella, “luego de años con el pecho apretado, comencé a descubrir instantes de pequeña felicidad, al sentirme tratada como la niña que fui y cuya existencia estuvo oculta, vetada, reprimida”.

5/La amistad con Sebastián Lelio y Una Mujer Fantástica

Tras lograr una estabilidad económica trabajando en una peluquería, acercarse al teatro gracias a su mejor amigo, de participar de su primer largometraje (La Visita) y su primera obra (La Mujer Mariposa), Daniela Vega recibió la inesperada llamada de Sebastián Lelio para sumarse a un proyecto que recién estaba en ciernes: Una Mujer Fantástica.

En primera instancia, el reconocido director de cine buscaba obtener información para este proyecto a través de la mirada de la actriz. Se reunieron el mismo día que habían hablado por teléfono, gestándose así una amistad que duraría años. “Fueron dos años de una amistad creativa fundada en la más absoluta confianza”, señala en el libro, confesando que “desde el minuto en el que lo conocí, me sentí protegida y respetada”.

Pero Lelio tenía otros planes para ella. Tras años conversando a través de correos, videollamadas y mensajes, recibió uno del cineasta para que revisara su mail, el que decía “¿Quieres ser Marina?”.

“Lo llamé de inmediato, aún emocionada por cómo había escrito un papel así para mí, sin siquiera decírmelo. Era un honor, era un sueño”, contó.

El rodaje de Una Mujer Fantástica duró alrededor de un mes y medio. Durante ese tiempo, Daniela aseguró que “me entregué a Sebastián Lelio y su equipo. Obedecí cada una de las indicaciones que me dieron; hay que decir que Sebastián es una persona que pide todo con mucha elegancia y gentileza. Con autoridad, pero con mucho tino, no como algunos directores que después conocí, que se exaltan, pierden la paciencia o solucionan todo con un chasquido de dedos”.

6/Los Oscar

Un episodio que no pudo dejar fuera de su relato fue la histórica noche de los premios Oscar 2018, en el que Una Mujer Fantástica se adjudicó el premio a Mejor Película Extranjera. Esa noche, Daniela Vega utilizó un vestido de seda de color púrpura, “el más hermoso que pude escoger entre los más de cuarenta que me ofrecieron”.

“Llevo mi pelo liso y con extensiones. Lo siento ligero. Recuerdo todo lo que sufría cada vez que, cuando era chica, me obligaban a cortarlo”, relató.

Figuras del cine mundial acaparaban la atención del Teatro Dolby y Daniela Vega era una de ellas. La primera actriz trans en subirse al escenario como presentadora de la ceremonia más importante del séptimo arte.

El Oscar llegó de la mano de la actriz puertorriqueña Rita Moreno, quien anunció entre risas que Una Mujer Fantástica se quedaba con la estatuilla. Minutos antes de eso, Daniela recordó las palabras que le entregó a Sebastián Lelio: “Seba, pase lo que pase esta noche, ya puedes darte por satisfecho. Eres un hombre fantástico”.

Tres días después, el equipo completo, liderados por la actriz y el director de la cinta, fueron recibidos en La Moneda por la entonces Presidenta Michelle Bachelet. Sin embargo, toda esta felicidad se vio empañada por “algo muy feroz”.

7/Funa de evangélicos

Daniela Vega dio cuenta de la acción que cometió la bancada evangélica del Congreso luego de que filtraran su certificado de nacimiento y, con eso, revelaron su nombre masculino. “Entendí de inmediato que mi nombre masculino, algo tan privado, se transformaba en un asunto público. Acusé recibido del golpe que buscaba negar mi condición de mujer”, sostuvo.

“Fui parte de una planificación malintencionada, de una violación a mi intimidad como ser humano. Usaron mi nombre y lo pegaron en la plaza pública, como los posters de los westerns”, añadió.

Pese a la “bajeza propia de los incitadores del odio”, Vega entendió todo lo ocurrido como “un acto político” y que dicho grupo, responsable de esto, “no contaban con que no tuve tiempo para lamentos porque prontamente me di cuenta de que no tenía nada de qué avergonzarme. Soy quien soy, luego de sobrevivir, justamente, ataques como ese”.

Aprovechando la reflexión de este hecho, Daniela explicó las razones que tuvo para no realizar ningún cambio civil en su registro de identidad sexual. “Porque para mí, en mi posición de privilegio, resultaría muy fácil hacerlo, pero no lo he hecho ni lo haré hasta que todos tengamos las mismas oportunidades”, sentenció.

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