La importancia de dialogar con las comunidades

Hoy, dentro de un entorno marcadamente competitivo, la reputación de una empresa es considerada como un activo cada vez más relevante como índice de confianza y fidelización. En este componente, el diálogo con los stakeholders es primordial para poder generar valor y que ambas partes sean beneficiadas, tanto la empresa como la comunidad.

En ese sentido, cabe señalar el caso de la región de La Araucanía. Su capital, Temuco, durante varios años fue una de las que contaba con mayor crecimiento del país. Según el INE la región creció 3,3% respecto a igual trimestre de 2013 en las áreas de Construcción, Industria Manufacturera y Servicios Sociales, Personales y Comunales, sectores que fueron de mayor incidencia durante el primer trimestre del año.

También, según la misma entidad, la Tasa de Desocupación disminuyó en 2,1 p.p. pasando de 8,3% a 6,2% en un año, mientras los Ocupados aumentan en 4,4% (19.054) y los Desocupados muestran una disminución de 23,4% (-9,189) en doce meses. No obstante, dicho desarrollo ha traído consigo otros problemas ligados a atender diversas necesidades de la población en múltiples materias.

Sin duda, La Araucanía tiene un potencial de crecimiento aún mayor, sin embargo, debe avanzar en el logro de una mejor relación comunidad-empresarios de la zona, tema bastante complejo, pero cuya prioridad para el desarrollo de la región, lo hace inminente.

Otro caso en regiones que es destacable, es el que está llevando a cabo la Comisión Nacional del Litio, encabezada por el Subsecretario de Minería, Ignacio Moreno, quien recibió al Presidente del Consejo de Pueblos Atacameños, Rolando Humire, para escuchar acerca de las distintas problemáticas y posturas de las comunidades del Salar de Atacama.

Esta instancia muestra que las comunidades están viendo una renovación de sus líderes, una definición de sus visiones, lo que es fundamental para entender en profundidad, las dificultades y problemáticas que ellas viven.

Debido a esto, en la actualidad, las comunidades son consideradas como un “activo intangible” porque gracias a ellas, desde el punto de vista de la empresa, les ha permitido avanzar en innovación y desarrollo para así, realizar inversiones y proyectar su sostenibilidad, contando con el apoyo local, al transparentar, analizar y proponer soluciones a los posibles impactos negativos que la empresa pueda generar con sus proyectos de crecimiento.

En ese aspecto los gobiernos locales junto a fundaciones y ONGs son actores relevantes al momento de generar alianzas estratégicas con la comunidad y las empresas, para establecer planes y metas abordables para todas las partes, que contribuyan en forma sólida y segura al desarrollo sostenible de las regiones.