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4 de Septiembre de 2014

Celco y la Fuerza de los Cisnes de Cuello Negro

Las cinco medidas anunciadas a fines de agosto, y luego de nueve meses de trabajo, por parte del Consejo Científico y Social, son un enorme avance, ya que sobretodo son una prueba de lo que es capaz de hacer una ciudadanía unida y un Estado que es capaz de rayarle la cancha a las grandes empresas.

Por Cristian Opaso
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Cristian Opaso es Periodista y escritor, Licenciado de la Universidad San Francisco State y Técnico en Telecomunicaciones de Inacap-Concepción. Es periodista investigador asociado a Fundación Terram en el desarrollo de proyectos en el área de conflictos socioambientales, desastres naturales e institucionalidad ambiental, entre otros.

El reciente acuerdo entre el Consejo de Defensa del Estado, la Empresa Arauco y diversas instituciones públicas y comunitarias de la zona de Valdivia nos parece una muy buena noticia para todos aquellos valdivianos y chilenos que desde las riberas del magnífico Río Cruces y otros rincones de esta larga geografía salimos en defensa de los cisnes de cuello negro cruelmente muertos por la contaminación de la planta de celulosa Celco, mayor empresa forestal del país.

El acuerdo ciertamente no paga, ni compensa a cabalidad el daño ambiental ya hecho en el ecosistema, ni el daño moral de una ciudadanía que en su momento confió en las instituciones ambientales de la democracia, y que vio como los poderes fácticos las sobrepasaron, imponiendo un proyecto cuyos impactos la ciudadanía ya había previsto y que tuvo que ser ratificado con el sacrificio de los cisnes.

Tampoco significa dicho acuerdo que hemos de suponer que el Estado va a ser capaz de litigar y ganar en los lamentablemente numerosos casos de daño ambiental que se siguen repitiendo en el país.

Pero las cinco medidas anunciadas a fines de agosto, y luego de nueve meses de trabajo, por parte del Consejo Científico y Social, son un enorme avance, ya que sobretodo son una prueba de lo que es capaz de hacer una ciudadanía unida y un Estado que es capaz de rayarle la cancha a las grandes empresas, como es ciertamente su rol, pero que sabemos no sucede a menudo, ni menos con la contundencia de lo que sucedió con la empresa Arauco en el Río Cruces.

Han sido años de lucha. Fue en el 2004 cuando aparecieron muertos los cisnes de cuello negro, pero casi diez años antes, en 1996 había comenzado la lucha ciudadana que advertía de los peligros de la instalación de la celulosa. En el 2005 el Consejo de Defensa del Estado interpone una acción de reparación ambiental por los daños ambientales de la planta de celulosa y recién ahora, casi diez años después se logra un acuerdo reparatorio que costará unos 5.200 millones de pesos.

Una movilización ciudadana de casi dos décadas, en la que confluyeron activistas, científicos, comunidades Mapuche y empresarios, que teniendo como emblema del daño ambiental al ecosistema a los cisnes de cuello negro, lograron que el Estado obligara a la empresa a crear medidas de prevención y mitigación ambiental, las que sin duda debiesen haber existido desde un principio.

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