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14 de Marzo de 2016

Niños científicos persiguen sus sueños en los frondosos bosques chilenos

Tienen entre 14 y 18 años, y son apasionados por las ciencias, la ingeniería, las matemáticas y la tecnología. En medio del parque Tantauco, el objetivo es aprender a trabajar en equipo e investigar.

Por EFE
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¿Qué es la ciencia? Esto es lo que se han preguntado cuarenta jóvenes chilenos y argentinos del campamento Bayer-Kimlu que durante diez días se han aventurado por los verdosos y profundos bosques del sur de Chile en busca de “experiencias para toda la vida”.

Son los científicos de hoy, se autodefinen como “nerds” y en el colegio se sienten “bichos raros”. Tienen entre 14 y 18 años, y son apasionados por las ciencias, la ingeniería, las matemáticas y la tecnología. “En Kimlu hay niños de muchas ciudades, son los mejores del colegio, islas entre sus pares; son los distintos al resto”, señala Pedro Pablo Copaja, estudiante de medicina y productor de la Fundación Ciencia Joven, que organiza el campamento Bayer-Kimlu.

Aquí, los campistas se mueven con pie firme e ideas claras; algunos cursan sus últimos años de colegio, otros ya han empezado la universidad, pero estos días todos coinciden en los hermosos paisajes del parque Tantauco, una reserva ecológica de 118.000 hectáreas en el extremo sur de Chiloé, una archipiélago a 1.200 kilómetros de Santiago.

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El objetivo de este programa, que celebra su quinto verano y su segundo año con apoyo de Laboratorios Bayer, es aprender a trabajar en equipo e investigar tal como lo haría un científico de profesión. Su metodología incluye kilométricas rutas de trekking, un intenso kayaking por las aguas del lago Chaiguata, talleres y un ambiente de alta exigencia, “que dista mucho de las aulas tradicionales”.

“El modelo escolar convencional hace que alguien ávido de conocimientos quede fuera. Los compañeros aminoran esas ganas, en vez de dar apoyo”, explica Copaja respecto a un sistema escolar “que promueve la competencia, en vez de las habilidades individuales”, dice.

Como muchos de estos niños, María Jesús Vargas, de Puerto Montt, resiente la presión de sus cercanos. “La ciencia es un tema mal mirado, se ríen de ti”, aunque recalca que no le avergüenza “sacar su lado científico”.

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El pasado año estuvo marcado por la “furia” de los científicos chilenos, que afrontan un adverso escenario para la investigación. Exigen menos improvisación de las políticas públicas y la creación de un ministerio específico.

Sobre esto, los campistas jóvenes de Kimlu tienen opiniones que contrastan, aunque coinciden en que el problema es el letargo gubernamental, la competitividad y el escaso presupuesto bajos, además del deficiente sistema escolar. “En Chile no se promueve que los científicos se integren en la sociedad; existe mucha competencia. Siempre se premia al científico, pero nunca al equipo que hay detrás”, declara Tomás Mattamala, santiaguino de 18 años que anhela ejercer la medicina.

 

“Estos chicos viven el sueño de ser grandes científicos y la realidad es dura, pero esa motivación los va a mantener en la lucha, no se van a rendir a la primera”, asegura Copaja.

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