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24 de Noviembre de 2010

Comemos y callamos, tal como nos decían cuando chicos

"La semana pasada salió publicada la Guia Culinary del 2010, libro que premia a los mejores restaurantes elegidos por los propios clientes. La encuesta fue encargada a Adimark y la gracia del cuento es que las preguntas no tenían alternativas de restaurantes, es decir, cada entrevistado contestaba según su opinión y experiencia.

 

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“La semana pasada salió publicada la Guia Culinary del 2010, libro que premia a los mejores restaurantes elegidos por los propios clientes. La encuesta fue encargada a Adimark y la gracia del cuento es que las preguntas no tenían alternativas de restaurantes, es decir, cada entrevistado contestaba según su opinión y experiencia.

 

Así las cosas: Entrega de premios en la Escuela Culinary, el ganador en cada una de las 31 categorías fue elegido porque los clientes recordaron su nombre y quisieron premiarlo. ¿Buen premio no? Sobre todo si pensamos que los que trabajamos en el rubro, finalmente trabajamos para ser los preferidos.

 

Todo bien por los elegidos entonces. Aplaudí a cada ganador, a cada nominado, porque pucha que es difícil la pega de restaurante, y sobre todo, que en el medio lo reconozcan a uno…. pero eso es tema para otro día. 

 

La cosa es que me quedé pensando un rato después de que “El Hoyo” sacara el premio a la Mejor Picada. Claro está que el local es una eminencia en “picadismo” y yo no soy nadie para decir lo contrario, pero resulta que el tema me apasiona y varios kilos que me ha costado el estudio.

 

Pienso entonces en todos los lugares que hemos “descubierto” con Jose – José Luis Merino, dueño de Ciudadano y Ciudad Vieja, y además mi marido en unos meses-  y decido que es un gran tema, porque ¿a quién no le gusta comer rico y barato?

 

El primer lugar se lo lleva por lejos “El Cototudo” de Pomaire (Calle Roto Chileno 340). De verdad que no hay otro igual para comer comida casera chilena. Ahí revivimos pasajes de nuestra infancia a través de los sabores, y nos vamos redonditos y felices de vuelta a Santiago. 

 

Lo que pidas en este local estará sabroso, la decoración es austera y la atención ultra preocupada, sobre todo si uno se vuelve cliente frecuente. La última vez hacía frío y me llevaron un brasero para calentarme los pies. Simplemente espectacular.

 

¿Mi plato cototudo? La cazuela de pava por lejos. Llega humeante en una gran paila de greda, con presa de pava tiernita, papa al punto justo de cocción, zapallo con cascarita, porotos verdes, arroz y lo mejor de todo, como debe ser, el caldito. Yo aplico mi manía desde que era enana y muelo la papa y el zapallo, logrando una papilla de guagua gourmet. 

 

Jose siempre va por el pastel de choclo, del que se enamoró a primera vista hace ya dos años. Lo pide sin recalentar en el horno de barro, tal como lo come desde chico, porque le gusta tibiecito para sentir todos los sabores. La costra de azúcar y maíz es maravillosa, dice mientras come. 

 

Y después nada más, porque comemos y callamos, tal como nos decían cuando chicos”.

 

  Periodista de la UDP y gerente administrativa de la empresa dueña del Restaurant                                          Ciudadano y de la sanguchería Ciudad Vieja.

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