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19 de Diciembre de 2012

Florcita Motuda y su posible candidatura parlamentaria: 'Yo voy por el wi-fi existencial'

El hombre de estrofas como “duraznos peludos” habla de la energía, “del más allá”, su rechazo a las drogas, su deseo de terminar su carrera en Viña y su posible plan parlamentario. Ante un posible retorno de la Concertación, responde en seco: “¡Care’rrajas!”.

Por Miguel Correa
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Dos enormes mallas de kiwis verdes, otra negra y una cuarta blanca y celeste anuncian la casa de Florcita Motuda. Su casa del Camino El Cajón, en El Arrayán, no luce número, pero sí un latón con un rayado amarillo ininteligible y un portón negro pintado con spray que dice “Danger”. Un perro negro que poco ladra y un gato gris deambulan a la espera que su dueño les llene una olla con comida y agua. El curicano llega en un Daewoo Racer lleno de abolladuras. Acaba de cumplir 67 años.

“Estoy en un momento histórico y me siento ubicado en el vestíbulo”, lanza.

¿Qué significa eso?

Los años antes de morirse. Me he propuesto hacer un giro existencial. Uno de los temas de mi vida es la música, así que también tiene que ver con ella.

 ¿Qué estás haciendo con la música en el vestíbulo?

Estoy socializando, conversando el tema. Estoy dándole una vuelta a la idea de hacer una gira, ¡porque también tengo que financiar mi retiro! Y también planeo una aparición en el Festival de Viña, que es la puerta grande por donde entré.

¿Vas a estar en el Festival?

Es mi idea en estos años. En el vestíbulo generalmente la gente no se pone en situación y tú puedes ver a viejitos que andan por la calle con cara de “aaaaahhh”, porque perciben que viene la muerte y no saben qué hacer. Aquí han fallado las religiones y muchas instancias que tendrían que haber dado elementos para lo que yo llamo “El gran salto”, o sea, pasar pa’l otro lado.

¿Y para dónde crees que vas a saltar?

Evidentemente que hay algo más allá. Cuando estás dentro de la guata de la mamá quizás te preguntas si después del parto habrá vida, que cómo nos vamos a mover si estamos amarrados a un cordón umbilical y uno se preguntará si afuera también hay agua. Los ancianos por lo general dan muy poca referencia a los jóvenes y el elemento más importante que se puede recibir son parámetros sobre la muerte. El siquismo humano no soporta la idea del corte.

¿Y cómo te imaginas eso que, se supone, está más allá?

Como algo fuera del alcance de uno, pero la médula, el espíritu o lo profundo sigue allá su proceso de desarrollo. Aquellas personas que han podido pensar, sentir y actuar en una misma dirección, y además han hecho algo por la humanidad, ya se van orientando hacia otras alturas.

 ¿Y a qué edad te gustaría morir?

No sé, yo pienso que cuando empieza a llegar el viejazo y el cuerpo ya no puede avanzar, llegó la hora de morirse y de pegar el gran salto. Claro que todavía me queda por aglomerar energía, porque se necesitan energías poderosas para pasar.

FLORCITA CANDIDATO, DE NUEVO

¿Has sentido alguna vez un viejazo?

No, no me ha llegado.

¿Pero haces lo mismo hoy que podías hacer hace 20 años?

Con menos energía, pero no he tenido afecciones dramáticas. Tengo 67 años y con cero falta.

Con energía aún, ¿por qué despedirse de los escenarios?

Porque a mi vida existencial le quiero dar un giro para entrar en sintonía en el vestíbulo.

¿No crees que vas a echar de menos eso?

 Mi vida igual va a estar lanzada a lo social. De lo que me voy a retirar es de los escenarios, pero no de la música, porque para nosotros el desarrollo es personal y social simultáneamente. La persona que hace por sí mismo y nada por los demás, no avanza.

¿Y qué estás haciendo tú por el mundo?

 Bueno, en el mundo de lo político hemos influido, en la época de la dictadura con El Vals del No; en el campo de las opiniones… nada de raro sería que tomara un cargo de diputado…

¿Insistirías en eso? El 2005 te fue mal con eso cuando te presentaste por La Florida por el Partido Humanista…

Bueno, lo volvería a intentar. Lo que pasa es que yo no me desaparezco.

¿Cómo serías como diputado?

Nosotros estamos enfocándonos a una idea de que el conjunto cualifique al individuo. Si fuera diputado no sería yo solito, sino que estaría trabajando con un conjunto de personas, con un equipo, como lo hizo la Laura Rodríguez, que fue nuestra primera diputada. Nosotros no creemos en los líderes, en los amos, y en relación a eso estamos trabajando.

¿Cuáles serían tus propuestas?

Por ejemplo, la Ley de Responsabilidad Política, que consiste en que aquel que promete y luego no cumple queda expuesto a que luego la gente vote para echarlo del cargo. Elegir también a los jueces de manera directa, por votación popular. También el aborto terapéutico, como un gesto de libertad a la gente, a las mujeres. Proponer la iniciativa legislativa popular, para que la gente proponga leyes al Congreso. Llevamos dándole vueltas hace tiempo a esto. Tomás Hirsch ya hablaba de ello. Yo en esto no tengo por qué apoyarme en mi tremenda creatividad. No, porque hay un trabajo de conjunto de humanistas que han hecho aportes y que están ahí.

¿Crees en el Congreso como una instancia para hacer cambios?

Hay varias instancias donde tenemos que estar presentes. La más poderosa en estos momentos es la social, pero en el Congreso hay que aparecer.

Pero hay muchos estudiantes que lo desacreditan…

Bueno, pero los estudiantes ya están pensando en ser diputados. Está la Camila Vallejos, el Camilo Ballesteros, el Giorgio Jackson y hay otros.

¿Combinas más con ellos que con la clase política?

Por supuesto. Esta es una perspectiva que puede ser, la estamos paseando, verbalizando. Yo me escucho lo que digo, para ver qué me parece lo que estoy diciendo, hablo con otros, con los amigos.

¿Qué zona te gustaría representar?

Eso también va a ser un trabajo en equipo. En el partido se verá, lo estoy paseando.

RESPIRO, GENTE

¿Y cómo analizas estos dos años de Gobierno de Piñera?

Como la continuación de la Concertación. Han hecho lo mismo. La Concertación ha sido muy traidora con la gente que la puso ahí. La DC votó por la Ley de Pesca, hueón…

Pero tu ayudaste a que la Concertación llegara…

Por supuesto, pero al año del Gobierno el PH se salió, porque no había ninguna intención de cumplir las promesas que hicieron. Al contrario, empezaron a darle toda clase de facilidades y pautas al mundo del empresariado y quitándole derechos al mundo de los empleados.

La Concertación ahora quiere volver…

¡Car’errajas! Por supuesto que no le tengo fe. Aquí tiene que aparecer un polo de oposición bien variado, con un programa clarito.

¿Pero liderado por los cuatro partidos de la Concertación?

No, aquí tienen que estar los movimientos sociales. Articularlos es un desafío interesante. Hay que apuntar con un programa, más que con una persona, y mirar con sospecha de que va a ir bien la cosa. Se está despertando todo. Hay un pueblito que se lo quieren cagar, Freirina, que los están chantajeando: “Si ustedes quieren empleo, se tienen que quedar con la Agrosúper”, pero la gente hoy no aguanta chantajes, los pueblitos se están parando. Pasó con Pelequén (y la planta de lodos), Aysén se está parando de nuevo porque no le han cumplido lo que le prometieron. Hoy la gente está despierta. Antes hablábamos de “concientizar”, pero hoy la gallá cacha todo. Hoy hay que articular, organizarse, para que sea una fuerza que también tenga resortes dentro del Congreso. Está todo muy bien aspectado para que aparezca una fuerza poderosa, que no sea la Concertación ni la Alianza. Si yo creo que hay algo más allá de la muerte ¿te parece que no voy a creer que eso es posible?

 

EL INMORTAL

Florcita viene desde los ’60 y en distintas áreas. ¿Cuál es la etapa de tu vida que te gusta más?

Cada uno tiene un desarrollo distinto, pero la que me gusta mucho más es la de ahora, en la que tengo una perspectiva de lo vivido, de lo por vivir y la percepción misteriosa del gran salto. Es que yo no creo en la muerte, porque la muerte ha sido muy tramposa, ha estafado a la gente haciéndole creer que ella es el final de todo. ¡¿Qué se cree, muerte culiá’?! ¡Hay vida más allá y la muerte hace trampa al decir que es el final!

Pero eso es cultural…

Pero tiene influencia en el ser humano. Cuando tú dices que se acaba todo, tus relaciones tienen también una fecha de vencimiento y ahí se vive de manera provisoria.

Oye, ¿y en qué etapa de la vida es la que te has sentido más querido y respetado?

Ahora, porque ahora me siento con mucho más centro interno y desde ahí me siento también querido por mí.

¿Te quieres más hoy?

Claro, antes había menos centro de gravedad interno y ahí uno bambolea, como los péndulos.

¿Y qué de todo lo que has hecho te ha provocado más asombro de ti mismo?

Hay canciones que después de hechas las miro y digo: ¡Chuta, y de dónde salió esto!

¿Cuál de todas es la que más te gusta?

Por ejemplo, ‘Gente’. Es una canción muy poderosa, muy misteriosa. La Quintralada también. Ahí hay algo que no viene del yo, sino de otro lado.

La gente de los ’70, ’80, ¿te ve como un viejo loco?

El viejo loco ha sido mi carta de presentación en lugares donde no me conocen. El otro día me invitaron a Iquique y una señora se acercó y me pidió que fuera a un colegio con niños muy chiquititos y les cantara algo. Llegué y caché no me conocía ni uno solo, así que me puse mis capas, mis cosas y pregunté: “¡Ustedes saben quién soy!”. “Noooo”, respondieron. “Bueno, ¡yo soy un viejo loco!”, y todos se mataron de la risa, se pusieron a gritar y yo me puse a cantar y listo. Claro, me faltó decir “loco, pero no enfermo”, que es una fase bien determinante.

¿Nunca has pensado que quizás eres un loco enfermo?

No, jamás. Yo fumé dos veces marihuana en la vida. La primera vez fue un espanto, porque teníamos que tocar y se me olvidaron las letras de las canciones, por lo que dije ‘nunca más’. Al año siguiente, una niña que me encantaba me llamó y me pidió que la fuera a acompañar. Me dijo que me consiguiera un pito y yo partí pa’ allá con un pitito dispuesto a todo. Fumamos y después ¡cacho ‘e paragua, poh compadre! Estuve toda la noche tratando, ¡qué escándalo! Así que nunca más, claro que si me hubiera ido bien estaría pegado en la leserita, pero felizmente tuve esa mala experiencia que ha hecho que tenga una vida bastante vigorizada.

¿Y cuál es tu droga? Porque imagino que mucha gente piensa que te drogas…

En el campo de la composición, del hacer cosas, siempre existen los jueces internos, que son los que internamente te dicen: “No hagas eso, porque es ridículo”. Yo creo que para neutralizar esos jueces internos la gente toma copete, o fuma marihuana, o jala cualquier cosa, en un ánimo de escaparse. Claro, después se les pasa lo vola’o y ahí están los jueces internos esperando de nuevo. Con todas las prácticas que teníamos en el mundo humanismo universalista, yo aprendí a superar mis jueces internos y a darme fluidez en mi vida y, por lo tanto, no necesité drogas. Además, a mí me gusta mucho hablar, socializar, y cuando tomé un poquitito de vino me daba sueño y se me enredaba la lengua y lo encontraba espantoso, porque me gusta conversar, verbalizar, tengo gusto por el lenguaje, por la relación, y con esos elementos me pongo tonto.

¿Qué es lo que te prende?

Que fui avanzando durante muchos años en que hay vida más allá de la muerte y que el desarrollo humano sigue. Me acuerdo que cuando entré al movimiento, en el ’71, que en esa época era Siloísta, me pasaron un libro en que describían el arte de la observación, que era estar observando lo que pasaba, pero al mismo tiempo observando lo que observaba. Para mí eso era una retroalimentación energética que me sonaba a inmortalidad. Y te confidencio que me gustaría la inmortalidad. Yo soy más ambicioso que esos huevones tontos que andan a la siga de la plata, ¡yo quiero la inmortalidad!

¡¿Pero de verdad te gustaría vivir para siempre?!

Pero es que no estamos hablando de una vida detenida, sino de un desarrollo, de un aprender sin límites. Imagínate que no se muere, se conecta con la luz y se convierte en wi-fi ¡qué mejor! Yo voy por el wi-fi existencial.

SU LADO CONSERVADOR

¿Cómo te gustaría que te recordaran los que se queden a este lado?

Como un viejo alegre, sencillo, viejo loco, con ciertos tintes de sabiduría.

¿Nada te apena?

No, pero sí hay cosas que me aburren, como la repetición; los mismos diputados de siempre; me aburre que la juventud adore tanto los estados alterados de copete, que estén tan necesitados de copetearse. Yo los entiendo, ellos intuyen que hay una instancia de lo profundo, que la buscan por medio del copete o la marihuana, pero no es por ahí, han equivocado el camino, entonces me aburre que sean admiradores de esos estados medios turbios de conciencia. Mucho más me gustaría que fueran admiradores de los estados lúcidos, de la potencia de la energía de la mente, del corazón.

Y si fueras diputado, ¿las prohibirías?

No, pero me gustaría que hubiera un buen sistema de información para que los cabros sepan lo que les va a pasar. Muchos cabros que se meten en eso no se dan cuenta que empiezan a perder memoria. Hay que estudiar bien los efectos para que sepan en lo que se van a meter.

Tú fuiste un activo personaje contra la dictadura de Pinochet. ¿Sientes que quede algún resabio del régimen en nuestros hábitos?

Sí. Cuando uno se despide te dicen: “Cuídate”, como expresión de cariño. Eso es por la dictadura. Hoy habría que decir: “¡Despliégate!”, “¡Ábrete al mundo!”, “¡Anda sin temores!”. No, andar con desconfianzas no es forma de vivir.

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