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24 de Septiembre de 2014

Culocentrismo

Cuidado con el culocentrismo. Parece sexy, pero es puro sexismo.

Por Rodrigo Guendelman
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Algo pasa con el culo femenino. O el poto, para decirlo en términos más chilenos. Las mujeres del espectáculo internacional, especialmente las cantantes pop, han decidido hacer de su traste un florero. Uno tan rentable en visitas a Youtube como riesgoso en cuanto a la histórica objetualización femenina. Basta ver a Jennifer Lopez e Iggy Azalea en el video de “Big Booty” (que significa “Culo grande”), a Nicki Minaj en ese clip soft de porno llamado “Anaconda”, a Shakira y Rihanna jugando a la bisexualidad en “Can’t remember to forget you” así como a Lady Gaga en la imagen de portada de su single ‘Do what u want?’.

El fenómeno es tan evidente que hasta existe un término nuevo para fotografiarse el poto y subirlo a redes sociales: se llama Belfie, una mezcla de Butt (poto) y Selfie. A eso se suma el “Sidebutt”, que es la moda de fotografiarse un escote que permite ver parte del traste, algo muy habitual en todo tipo de eventos que impliquen una alfombra roja y un vestido de gala. Hay quienes ven este boom del culo con ojos positivos.

Alfredo Murillo escribe en el diario El País que “esta exhibición constante de nalgas responde a un empoderamiento de la mujer frente a la constante objetificación a la que se ven sometidas, especialmente en la industria musical”. Y da como ejemplo el video “Anaconda” de Niki Minjah, “que con su trasero como arma, demuestra una seguridad sobre su sexualidad y sus deseos que poco tienen que ver con la sumisión habitual presente en este tipo de videoclips, sino que la sitúan de manera irremediable en una posición de poder respecto de la figura masculina”.Desde esa perspectiva, este movimiento culístico no buscaría tanto atraer la atención masculina como, en cambio, invertir el paradigma y darle poder a un elemento anatómico que usualmente se ha usado para atacar a las mujeres. Suena bonito, pero no me lo compro.

No al menos en lo que concierne a las mujeres de países donde los derechos femeninos no han sido completamente conquistados. Y no hablo de África o Asia, sino que de ejemplos menos evidentes como Chile, nación donde las mujeres son iguales en el papel pero no en la práctica. Mientras en este país ellas ganen menos, paguen más por salud, sean víctimas de femicidios, aparezcan en la portada de La Cuarta haciendo la posición de Mickey Mouse (de rodillas y con los codos en el suelo), sean portada de revistas femeninas sólo porque acaban de parir o porque están de novias con algún tipo, mientras las mujeres de Chile sigan siendo adorno de programas de televisión, mientras en el bar The Clinic haya un martes de #maracasnegras, mientras las letras de Álvaro Henríquez digan cosas como “Tráeme la escopeta porque le voy disparar al amor de mi vida que me acaba de traicionar. Se arrancó con un hombre que ahora es un nuevo galán. Me dejó como un perro y ahora tendrá que pagar“. Mientras pasen  esas cosas acá, no da lo mismo ver a una cantante, actriz y líder de opinión como Jennifer Lopez meneando su culo durante tres minutos para estar en boca de todos sólo por eso, por su culo.

Si ella, que es poderosa y millonaria, que sabe cantar y sabe actuar, que incluso había declarado que “jamás se me habría ocurrido cantar sobre mi trasero de forma tan natural, y menos aún optar por un título que deja tan poco a la imaginación”, si ella tiene que bajarse los pantalones para ser y existir en el show business, para competir y ganar, el mensaje es claro: un culo bien administrado tira más que una yunta de bueyes. Y eso, que puede sonar muy folclórico, es un golpe bajo para el trabajo que han venido haciendo las feministas desde hace más de cincuenta años. Podrá ser interpretado de otra manera en Europa y Estados Unidos, tal vez, pero por estos lados no hace nada de bien. Por eso, estoy convencido de que las chilenas deberían rechazar este tipo de manifestaciones en vez de aplaudir la curvatura del culo de la cantante. Y los hombres, muy en línea, debiéramos dejar de viralizar estos videos y pensar qué le estamos transmitiendo a nuestras hijas con esta glorificación del poto. Cuidado con el culocentrismo. Parece sexy, pero es puro sexismo.

 

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