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25 de Marzo de 2011

5 picadas de …empanadas

Sí, amo las empanadas…quién no?  No conozco a nadie que no las disfrute, salvo algunos snobs que no quieren quedar “pasados a empanadas”. ¿Y qué? Saben, llevo años comiéndolas y todavía no encuentro a nadie que me deje de querer por una ingesta de empanadas. Son un placer en todas sus formas. Lo mejor, ninguna es igual a la otra. Y los adornos del lugar no garantizan para nada la calidad del producto.

 

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Sí, amo las empanadas…quién no?  No conozco a nadie que no las disfrute, salvo algunos snobs que no quieren quedar “pasados a empanadas”. ¿Y qué? Saben, llevo años comiéndolas y todavía no encuentro a nadie que me deje de querer por una ingesta de empanadas. Son un placer en todas sus formas. Lo mejor, ninguna es igual a la otra. Y los adornos del lugar no garantizan para nada la calidad del producto.

 

Hace algunos años evitaba comer las que vendían en la calle: me había convencido que eran de ratón, hasta que mi gran amigo me convenció de lo contrario: “sabes lo que cuesta pillar un ratón y pelarlo para sacar 50 grs de carne: son de carne de vaca, a lo más de caballo o burro”, listo, pasado el trauma me transforme en fanático de los pequenes y empanadas con “cebolla carnívora” que venden a la salida de cualquier acto masivo. Y aumenté la cobertura de mi ranking. Con esto me acordé de otro ranking, “las mejores comidas que me he probado en la calle”: pan jamón y palta en el estadio santa laura, completo en carrito del 23 de La Florida, Mote con Huesillos en Ictinos con Laura Rodriguez en Peñalolén y las sanguches nocturnos en Carmen casi con Curicó.

 

Bueno, pero volvamos a las viejas empanadas. La mejor sin duda me la comí cuando era candidato en Peñalolén, preparada en el Club Las Hormiguitas de adultos mayores: era perfecta, ahí la sapiencia pesa. Masa blanda, jugosa y dorada, casi como milhoja, carne picada y la cebolla justa, aceituna que parece manzana, huevo doble yema…me dio hambre. Pero, como la idea es que todos las puedan probar, me lanzo con un ranking de 5 datos que le hacen la pelea:

 

1)      El Quillay, ruta 68, vereda sur poco antes del túnel zapata: para mí, las mejores. Rectangulares, grandes, jugosas, hechas en horno de barro, rellenas de carne picada y con poca manteca. No llevan pasas,  tienen buen huevo y aceituna. A veces salen medias cargadas a la masa, pero siguen siendo buenas.  Con una sola te hiciste el almuerzo.

2)      La Reina (Onofre Jarpa tres cuadras arriba de la plaza de La Reina), este es dato de un amigo y no sabemos el nombre. Es una casa de adobe con un agradable parrón donde se pueden comer a la sombra. Buenas, abundantes, bien tradicionales y jugosas, con harta carne y gusto a humo. Ideales para matar malas noches.

3)      Las Hermanas (Río Tajo 8361, Las Condes) Tienen de varios tipos. Es un local instalado al borde de una casa, atendido por sus propios dueños y con empanadas increíbles. Suaves y sabrosas, blancuchas, pero cargadas al relleno.

4)      Empanadas Monti, (Manuel Montt esq Sta Isabel. Providencia).La cebolla casi desaparece en su interior de tanta cocción y su combinación con la carne (hay que ponerle más) hace que se transforme en un guiso. La masa es firme y capaz de resistir su jugoso relleno.

5)      Ña Matea (Purisima 171, Santiago Centro). Empanadas abundantes envueltas por una masa delgada y crujiente. El guiso combina perfecto con su cobertura, son quizás las más grandes del ranking y respetan la vieja tradición del campo: buenas, bonitas y bundantes.

 

Menciones honrosas (en realidad mi obsesión por los rankings de 5 no me dejo ponerlas): Ambassador –aunque ojo, han perdido calidad estos años-(Tobalaba 975), Tomás Moro (IV Centenario 1072, Las Condes), Don Benito en Calera de Tango, Las Vascas en (Pedro Torres 378, Ñuñoa), El Remanso (Andalien 7330, La Florida) y Don Alberto , el boliche de la esquina de mi casa(Alonso de Camargo 2778, Las Condes).

 

Eso sería. Este no es ranking de experto, si no de sibarita. Así que si su estomago le indica otra cosa, tire el dato en los comentarios de acá abajo.

 

Sebastián Iglesias Sichel, abogado, 33 años, padre de Pedro. Ex muchas cosas. Casi casi otras tantas. Vinculado a la política por vocación, a los asados para ver a los amigos y a la música para acompañar la vida. A veces medio obseso, otras tantas emprendedor. Mis obsesiones del momento: renovar la política y hacernos cargo de la modernidad. Tratando de que nos renovemos hasta nosotros mismos y que nos hagamos corresponsables de nuestro futuro.
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