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3 de Diciembre de 2012

¿Y si nos hubiesemos quedado paralizados por el miedo?

“Él estuvo dos días escondido dentro de un templo, para que los agentes de la CNI no lo encontrarán, cuando le dijeron que era seguro salir pudo regresara a casa...".

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Este comienzo podría ser el buen inicio de una novela de suspenso ambientada en los tiempos de la dictadura de Pinochet, pero es una historia con las que terminó el Simposio Internacional por los Derechos Humanos, este fue un encuentro organizado por la Vicaría de la Solidaridad para llamar la atención internacional sobre las violaciones a los derechos humanos, que estaba perpetrando de manera sistemática el Estado. Además este encuentro quiso ser una hacer sentir a las personas más sencillas que no estaban solos, que su sufrimiento no era invisible y que había mucha gente dentro y fuera del país pendiente de lo que pasaba en Chile.

Este simposio se realizó al interior de la catedral de Santiago, plaza de Armas, uno de los pocos lugares en que los agentes de la dictadura no entrarían, para sacar por la fuerza a las personas que estuviesen dentro. Fue una burbuja de libertad y esperanza para los chilenos. Junto con este simposio se realizaron encuentros en distintas parroquias de Santiago acerca de los derechos humanos.

Su lema “Todo hombre (y mujer) tiene derecho a ser persona”, hoy nos parece obvio, incluso cándido, pero muestra como en ese momento la dignidad de las personas no era obvia y para una parte del país, se podía atropellar por motivos ideológicos.

De esto hace ya 34 años, todavía me encuentro con los protagonistas de estas historias y se sienten felices de lo vivido, haber denunciado de manera pacífica y valiente de lo que pasaba en el país.

Hoy observamos como muchas personas siguen viviendo con un ejercicio precario de sus derechos y a otros a los que les son violados, ya no de manera sistemática y organizada, sino que muchas veces por negligencia, incompetencia o simple desidia.

Se hacen nuevas voces que aunen y que vuelvan la mirada de la sociedad hacia los más pobres, para permitir que vivan de acuerdo a su dignidad inalienable de personas.

Para finalizar, otra historia a propósito del simposio, 5 días después, el 30 de noviembre de 1978, la misma Vicaría de la Solidaridad da a conocer el hallazgo de cadáveres en los hornos de Lonquén, pero de esto hablaremos en la próxima columna.

Nota: una réplica del cirio y fotos de este evento se pueden encontrar en el museo de la solidaridad en el  Santuario del Padre Hurtado.

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