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26 de Septiembre de 2016

El debut de Disclosure en Chile: una colorida fiesta electrónica

Fuimos al Movistar Arena a la primera presentación del dúo británico del momento.

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Para empezar, retrocedamos veinticuatro horas. Es domingo 25 de septiembre de 2016. Son las nueve en punto de la noche. El dúo británico del momento, reyes de la electrónica bailable, está a minutos de debutar en Chile. Vienen antecedidos por dos discos y colaboraciones de celebridades como Lorde y Sam Smith.

El escenario está a oscuras, ya empezamos a escuchar el inicio del megahit “White noise”, la iluminación y las visuales nos indican que la fiesta ha comenzado. El maravilloso sonido del sintetizador nos presenta a los hermanos Lawrence, cada uno en una plataforma circular y vestidos rigurosamente de negro.

fullsizerender

Guy (25) es el encargado de las percusiones, los sintetizadores y de interactuar con el público —mayoritariamente veinteañeros y cuarentones nostálgicos por la electrónica noventera de los Chemical Brothers, Daft Punk, etc.—. Por otro lado, Howard (22) toca un potente bajo, se ocupa de más máquinas y canta.

A medida que el concierto avanza, los Lawrence muestran el despliegue escénico que posee su show. El sonido, las visuales y la iluminación, de primera categoría, encienden a 5.500 personas aproximadamente — en un formato de medio Movistar Arena—. El escenario tiene una pantalla central y dos laterales, cuyos excelentes ángulos de cámara nos permiten apreciar la sobriedad del dúo. Las siluetas de algunos de sus colaboradores como Sam Smith y Gregory Porter, son presentadas en las gráficas; sin embargo Brendan Reilly estuvo presente para cantar “Moving mountains”, canción incluida en la edición de lujo del disco Caracal (2015).
Disclosure

En definitiva, fue un gran espectáculo, a pesar de que mucha gente se ha quejado en las redes sociales por su corta duración — tocaron una hora y quince minutos—. Igualmente se echó de menos escuchar una de las mejores piezas de su repertorio, “Help me lose my mind” y, por último, el orden de las canciones debería ser a la inversa. Ir de menos a más y terminar con “White noise”, de este modo habrían dejado a un público ardiente de fiesta con aquel ruido blanco que es un bombazo para los sentidos.

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