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20 de Diciembre de 2016

Premio Nacional de Periodismo destruye parte por parte el discurso de Jacqueline Van Rysselbergue

En una columna titulada "La obscenidad de Jacqueline", Juan Pablo Cárdenas "nos equivocamos, ciertamente, quienes pusimos alguna esperanza en que, por su género y por lo que le resta de juventud, Jacqueline pudiera representar algo distinto a lo que ha sido los mandamases de la UDI. Un partido que comparte también la obscenidad de estar bautizado con el calificativo de demócrata".

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El Premio Nacional de Periodismo de 2005, Juan Pablo Cárdenas, cuestionó a la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselbergue, por sus declaraciones donde aseguró en una entrevista a El Mercurio que la izquierda destruyó la democracia en Chile, sobre la dictadura y sobre Salvador Allende.

En una columna en el diario U. Chile, titulada “La obscenidad de Jacqueline“, Cárdenas dice que la senadora UDI “tiene el desparpajo de acusar a la Izquierda de haber destruido la democracia en nuestro país, una temeraria acusación que lleva el propósito de borrar con el codo nuestra historia y enmendar la impresión mundial que se tiene sobre el Golpe Militar de 1973, el bombardeo de La Moneda, la muerte del presidente constitucional, como el inicio de 17 años de dictadura de manos del terrorismo de Estado”, cuestiona.

La Presidenta de la UDI se hace cómplice y ferviente partidaria, así, de lo sucedido durante 17 años (…) Jacqueline Van Rysselbergue, en efecto, era muy joven en 1973, pero en ningún caso esto la exime de saber lo que sucedió y asumir una posición que se condiga con la decencia y la obligación de representar debidamente al partido de mayor respaldo electoral”, escribe el Premio Nacional.

En esa línea, Cárdenas cuestiona que su opinión contrasta “con la de quienes le reconocen al extinto presidente de la Unidad Popular una larga trayectoria democrática que lo llevara al Gobierno después de varios intentos electorales, siendo ratificado en el cargo con una amplia mayoría del Congreso Pleno. (…) Es decir, concitara incluso el respaldo de un partido que luego se asumiera como opositor a su gobierno y cuya directiva llegara también a conspirar para derrocarlo”.

Lo curioso es que la senadora Van Rysselbergue se atreva a profesar su vocación democrática luego que recién resultara ganadora en la primera elección general de un Partido que estuvo renuente por más de 26 años a elegir sus autoridades mediante el voto de sus militantes. Una colectividad entre las más reacias, por cierto, a democratizar su vida interna y cuyas directivas siempre fueran definidas por sus cúpulas”, dice.

Cárdenas cuestiona a los llamados “coroneles” y el hecho de que su elección apenas logró la participación del 10% de sus militantes. “Lo que no podemos obviar, en todo caso, es que su elección representa la continuidad de la línea seguida por este partido, en que han sido drásticamente derrotados los que aspiraban a una renovación”, agrega.

“Es un partido que ha estado en las antípodas de los esfuerzos por promover una institucionalidad genuinamente democrática, así como hacer verdad y justicia respecto de los crímenes de lesa humanidad, llegando a patrocinar, actualmente, la excarcelación de sus más tenebrosos ejecutores”, explica.

“Se ha consolidado, además, como un partido renuente a reconocer los derechos laborales y promover mejores índices de equidad en el ingreso de los trabajadores, así como siempre ha estado presto a defender los intereses de los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros. Una colectividad partido que intenta, curiosamente, identificarse por la fe católica que profesa el grueso de sus militantes, pero se demuestra en la práctica tan reñida con la Doctrina Social de la Iglesia. Un referente que, para colmo, hoy es el que se encuentra más comprometido por los escándalos de colusión y corrupción de la política y las empresas. Algunos de cuyos legisladores han recibido ingentes sumas de dinero para financiar sus actividades electorales a cambio de postrar su labor legislativa ante las demandas de los poderosos empresarios y sus entidades patronales. Llegando a la impudicia, como se sabe, de patrocinar los proyectos redactados por estas mismas, como sucediera con la vergonzosa Ley de Pesca“, ejemplifica.

Finalmente, Cárdenas dice que “nos equivocamos, ciertamente, quienes pusimos alguna esperanza en que, por su género y por lo que le resta de juventud, Jacqueline pudiera representar algo distinto a lo que ha sido los mandamases de la UDI. Un partido que comparte también la obscenidad de estar bautizado con el calificativo de demócrata“.

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