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16 de Marzo de 2017

Historia de un incendio y una reconstrucción: el testimonio de una apoderada de la Escuela Las Corrientes

Viviana Cáceres perdió su vivienda durante los incendios forestales en el sur y también se quemó el colegio donde estudiaba su hija.

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El ajetreo cotidiano y la rutina propia de marzo hicieron que el drama de los incendios forestales que afectaron con fuerza a cuatro regiones del país durante enero y febrero desaparecieran de pantalla. Fueron cerca de 500 mil hectáreas siniestradas, dejando miles de damnificados. Para ellos, el día a día sigue siendo una historia nueva y llena de complejidades.

Es el caso de Viviana Cáceres. Vive en el sector de Huillín, Constitución, región del Maule, y fue testigo de cómo, a pesar de que se intentó, no pudo salvar la casa donde vivía junto a su pareja, sus suegros y sus dos hijas. La recinto donde estudiaban sus dos pequeñas, la Escuela Las Corrientes, tampoco pudo salvarse del fuego.

“Es como si se sintiera uno que se le acaba la respiración, ver cómo se está quemando, la impotencia de que uno no puede hacer nada. Es como si se te estuviera arrancando algo de uno al ver que se quema todo, la impotencia de no poder salvar las cosas”, contó en conversación con El Dínamo.

Fueron varias las zonas que el fuego arrasó cerca de su casa. Quiso alejarlas con agua, mientras su marido intentaba  ayudar a vecinos que terminaron perdiéndolo todo. Después de jornadas de trabajo, Viviana se resignó a ver cómo lentamente las llamas la rodearon. “Trataba de mojar con agua por todos lados, sacando lo que era peligroso y podía quemarse, trabajando durante cuatro días. Seguíamos haciendo raspados, mojando, pero fue imposible”, recuerda.

incendios

Mis hijas eran llanto, una vez que el fuego estaba encima se empezaron a desesperar. Mi cuñada, que es de Constitución, se las llevaron y quedé con mi esposo, un primo y un trabajador tratando de apagar las llamas. Mis suegros también se fueron porque ellos ya son de la tercera edad, con el humo ya no se podía respirar. Fue terrible verlas a ellas sufrir porque salieron llorando de acá. Ellas presentían que esto no iba a salvarse y que perdieron todo”, añadió.

Es impresionante la desesperación de no saber qué hacer. Por cinco días tuve mi mente en blanco, no reaccionaba, no sabía ni asimilaba lo que había pasado. Me preguntaban si me acordaba de algo y yo no me acordaba de nada, esto no lo viví. Con las semanas uno empieza a tranquilizarse y comienza a recordar. Estuve así como en blanco, estaba desorientada. Estaba shockeada”, detalla.

A casi un mes de lo que le ocurrió, Viviana hace balances. Piensa que, de haber dejado ingresar el SuperTanker apenas lo ofrecieron, muchas localidades podrían haberse salvado.

“Veo que fue muy tardía la reacción del Gobierno, porque se podía haber evitado esto. Si hubieran dejado entrar a este avión que venía de afuera, no nos hubiéramos quemado nosotros. Se habría salvado todas las casas de acá que se quemaron”, sostiene. La ayuda que ha recibido, asegura, también ha sido mínima.

Comenzar de cero, a partir de la escuela

Nicole y Madelein son sus hijas. La primera asiste a un colegio donde cursa la enseñanza media, mientras que la segunda es alumna en la Escuela Las Corrientes, mismo recinto a la que asistió ella en su juventud.

El pasado 25 de enero, pasado el mediodía, el fuego no tuvo piedad con el recinto educacional y acabó con el lugar que albergaba a poco más de cien niños pertenecientes a las localidades de Constitución, La Rueda, San Ramón, Santa Olga, Pedregal, Paso Oscuro y Las Corrientes. La noticia impactó a Ingrid Rojas, directora de la escuela, quien se enteró a través de Facebook de la tragedia.

“Me dijeron que se había quemado una salita y yo venía con la ilusión de que, bueno, una salita no es tanto e inmediatamente al otro día, conseguí transporte para llegar lo más pronto posible y me encuentro con la novedad de que estaba todo devastado en el camino, casas de mis niños en el suelo, en cenizas. Trataba de ir a dar un abrazo porque estaba la gente mirando los escombros, con llanto, ir a contener a la familia y después subir, porque acá estoy cerca de la carretera como a dos cuadras de campo”, detalla a El Dínamo.

“Subí pensando que la escuela estaba dañada, pero cuando la vi fue impresionante. Todo donde los niños desarrollaban sus actividades ya no estaba. Había una sala nueva que este año la entregaban, donde van los niños con necesidades educativas especiales, una sala de segundo año donde no había nada. Empecé a hacer un recorrido: sala de primero, de cuarto, de párvulo, el baño de párvulo, las duchas, la sala de deporte, matemática, lenguaje, biblioteca, no quedaba nada. Puro fierro. Estaban los dos datas que habíamos comprado y una mesa de sonido que pude visualizar entre las cenizas. Fui al comedor y habían puros fierros retorcidos. Las sillas arriban de las mesas, cocina, comedor, todo destruido”.

Para Ingrid, ver el colegio reducido a cenizas fue algo que nunca olvidará. Aún así, pensó que “podíamos ser albergue, aunque teníamos todo el otro pedazo de escuela quemado. Pero yo dije podemos ser albergue en el internado y darle un poquito más de dignidad a diez familias, diez matrimonios, que podíamos haberlo hecho pero yo no dimensionaba que no teníamos agua, no teníamos luz, no teníamos nada. Pero sí tenía yo un techo para darles a esos niños que habían quedado sin nada”.

escuela las corrientes

La idea no prosperó, pero sí se convirtieron en un centro de acopio “breve” pero muy significativo. “Eso fue muy gratificante porque pudimos socorrer a las familias y a los sectores apartados”, indicó.

-¿Pensó en cerrar el colegio tras ver cómo se quemó todo?

-No, nunca. En un momento dije que aunque sea en marzo, debajo de los árboles hacemos clases… pero no me había percatado de que se habían quemado hasta los árboles. Pero yo decía, tenemos unos toldos que se salvaron. De alguna manera íbamos a funcionar, nunca pensé en cerrar la escuela.

Casi 20 días después de que el incendio acabara con la Escuela Las Corrientes, Ingrid recibió algo inesperado. Hasta la zona de la tragedia llegaron distintos canales de televisión, el Hogar de Cristo y el Desafío Levantemos Chile para presentarle propuestas de cómo poder levantar el recinto educacional. Y lo lograron en tan solo un mes.

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“En un minuto llega Hogar de Cristo, o me llaman por teléfono y me dicen ‘tu escuela va a ser acogida en la Fundación de los mil millones’. Después vinieron y me lo anunciaron oficialmente. De ahí apareció la televisión y todo eso con la campaña, o sea era una realidad. Llegó el capellán a trabajar con nosotros, estuvo mucho tiempo con nosotros”, relató Ingrid. Fue en total un mes, desde el 6 de febrero al 6 de marzo.

Construyeron salas, una multicancha techada “inmensa que nunca habíamos soñado con tenerla, porque era tan inalcanzable por los costos”. Una biblioteca de 60 metros cuadrados, habilitada con cinco equipos computacionales, con un data, un proyector de primera generación y un Smart TV.

El comedor de los niños y párvulos cuenta ahora con aire acondicionado y en una punta de la escuela se construyó una sala de actividades multiuso, baños con tineta, baños común y corrientes, una sala para que trabajen las parvularias, un patio con cerco. “Esto ha sido asombroso y a mí me emociono cuando miro y veo lo que vi en un instante y lo que veo ahora, que ha sido gracias a la generosidad de los chilenos. El Hogar de Cristo, la Fundación y todas las radios que están asociadas y la TV, ellos sensibilizan al pueblo y aquí trae el amor, la colación de todos”, dice Ingrid.

La directora de la escuela asegura que el Estado jamás la abandonó, al igual que el municipio. “Hicimos cinco reuniones técnicas, donde se veló porque se cumpliera todo lo que era infraestructura normada a las exigencias de la Superintendencia y la voluntad de todos por buscar una solución rápida. Hubo esa voluntad para que esto fuese rápido y efectiva”, aseveró.

Nos sentimos muy apoyados, la subsecretaria de Educación Parvularia, María Isabel Díaz, ella estaba subrogando a la ministra Delpiano y estuvo en cuatro de las cinco reuniones técnicas, siempre apoyándonos. Ahora, en lo que es equipamiento, Hogar de Cristo nos habilitaron las instalaciones que se siniestraron con algunas cosas bastante valiosas, pero el ministerio puso luquitas para complementar el equipamiento de la escuela. Hemos tenido un apoyo gigante, a mí me sigue llegando apoyo de privados”, agregó.

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El pasado 6 de marzo, a eso de las 11.30 horas, se le dio la bienvenida a los alumnos de prekinder, kinder y básica de la reconstruida Escuela Las Corrientes, con la presencia de autoridades de la escuela, de la Municipalidad de Constitución, del Hogar de Cristo y de “Juntos por Chile”.

Otra de las preocupaciones que tenía Ingrid era que sus alumnos no tuvieran casa cuando se iniciaran las clases. Aunque poco tiempo después, Desafío Levantemos Chile asistió a varias familias con construcciones rápidas y con equipamiento que tenía la campaña Hogar de Cristo.

“De todos los niños, 21 perdieron su casa y varios salieron de eso favorecidos. El Gobierno les entregó una edificación rápida y viene la postulación a los subsidios. La gente está más tranquila porque tenían una solución, una esperanza, una respuesta”, contó.

escuela las corrientes 3

Viviana lamentablemente no fue beneficiaria y arrendó la casa que quedaba al frente de su terreno. “Dos meses después de que pasó todo, recién me vinieron a ofrecer la mediagua”, indicó, por lo que se negó ya que la vivienda que arrendó tiene todas las comodidades que necesita: electricidad, agua, baños.

Junto con eso, confiesa que “la ayuda que he recibido es de amigos que tenemos. Del Gobierno y la Onemi solo una caja de mercadería que nos vinieron a dejar y nada más. Esas tarjetas gift cards que le regalaron a los niños y que me acaban de llamar que tengo que ir a buscarlas. El alcalde de Constitución, fui a conversar con él y me regaló para mis niñas para comprarles uniformes del Dijon y el ABC Din”. Por el momento, al menos su hija Madelein puede seguir estudiando en una escuela que logró levantarse en un mes gracias al aporte de todos.

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