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3 de Noviembre de 2017

Fernando Barros, el tributarista que ayudó a eludir millonarios impuestos a Piñera y Leonidas Vial

Es parte del libro “Empresarios zombis. La mayor elusión tributaria de la elite chilena”, que muestra cómo los más grandes empresarios declararon pérdidas para evitar impuestos.

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Es uno de los abogados más reconocidos del país, socio del estudio “Barros & Errázuriz”, representa a algunos de los más importantes grupos económicos de Chile y es miembro del directorio de varias empresas. También se ha destacado por defender al dictador Augusto Pinochet en el pasado y por ser uno de los asesores principales de Sebastián Piñera en asuntos tributarios y corporativos.

Su nombre es Fernando Barros Tocornal, uno de los abogados tributaristas que fueron investigados por los periodistas Juan Andrés Guzmán y Jorge Rojas en el libro “Empresarios zombis. La mayor elusión tributaria de la elite chilena” (Catalonia UDP), una indagatoria de más de ocho años que muestra cómo entre los años noventa y dos mil, varios de los más prósperos empresarios chilenos declararon ante la autoridad enormes pérdidas tributarias que les permitieron eludir impuestos.

El texto describe cómo Piñera, Luksic, Ponce Lerou y otros 70 empresarios compraron empresas quebradas, sin empleados y sin clientes -empresas zombis- pagando entre $800 y 900 millones por cada una. Lo hicieron porque tributariamente hablando esas empresas tenían una deuda que no se había pagado y que estaba prescrita, lo que se reflejaba en una cuantiosa pérdida.

Los exitosos empresarios de los 90, dicen los autores, usaron esas pérdidas para hacer desaparecer las grandes utilidades que obtuvieron en esa década que se recuerda como la edad dorada de la economía chilena. El resultado es que enormes cantidades impuestos se dejaron de pagar, entre otras cosas porque el Servicio del Impuestos Internos (SII) no entendía bien qué estaba pasando y solo reaccionó en 2004, más de 10 años después de que revivieran las primeras zombis.

La investigación de Guzmán y Rojas pone el foco no solo en los empresarios que se beneficiaron de esta estrategia sino también en los abogados tributaristas que pensaron en estos mecanismos y los ofrecieron a sus clientes. “No sabemos quién fue el primero en pensar en la estrategia de las zombis, pero Fernando Barros está presente en lo que nuestro libro identifica como la hora cero, que es la creación de las zombis de Sebastián Piñera y de Leonidas Vial”, explica Juan Andrés Guzmán.

El periodista de Ciper explica que “Barros es importante porque, más allá de este caso, encarna una lógica, una forma de ver la ley que está presente en muchos otros casos de elusión, donde la ley se usa de manera tal que, aunque se respeta la letra, los resultados que se obtienen no son los que esperaba el legislador al hacer la norma. Y el efecto de eso es que la autoridad no puede reaccionar, no puede perseguir al contribuyente porque todo es perfectamente legal. Legal pero a la vez abusivo”.

El tema es más relevante teniendo en cuenta que a nivel internacional se ha mostrado que esas estrategias elusivas están fuertemente vinculadas con la concentración de la riqueza. De hecho, académicos como el politólogo Jeffery Winters definen a los tributaristas como personajes clave de lo que él llama “la industria de la defensa de la riqueza”.

“Las estrategias de elusión normalmente benefician a los más ricos. Lo importante es destacar que ese resultado nunca fue discutido explícitamente en el Congreso; jamás fueron defendidas por nadie como mecanismos para evitar que los más ricos paguen impuestos: todas esas normas siempre se alegan para generar un beneficio social, ayudar a las pymes, incentivar el mercado de capitales, etc. Si terminan beneficiando a los más ricos es porque luego de promulgadas, la interpretación que se hace de estas leyes comienza a distorsionar su finalidad. Por ello en el libro una de las cosas que más nos interesa es describir las instituciones y los personajes que intervienen en esa interpretación”, dice Guzmán.

Zombis de mala calidad

La investigación concluyó que Fernando Barros asesoró a Piñera en la compra de la menos tres “zombis”, más otra que adquirió para Leonidas Vial. Ambas pertenecían a Manuel Cruzat, empresario que quebró en los 80 y que fue el mentor de Piñera y de Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, controladores del grupo Penta y también compradores de zombis en la hora cero. “Todos ellos forman un círculo que compartía datos, información y una forma de ver el sistema de impuestos”, explica el autor del libro.

Guzmán explica que la reducción de impuestos que obtuvieron los empresarios de la hora cero, abrió el apetito de otros y pronto las empresas de Cruzat se acabaron. Para satisfacer la “necesidad” del mercado de eludir impuestos, los tributaristas comenzaron a revivir otras zombis, de bastante peor calidad y que llevó al Servicio de Impuestos Internos a cuestionar estas operaciones.

Esta segunda ola de zombis, se nutrió de la quiebra de otro grupo de los 80, el liderado por Javier Vial. Esas empresas ni siquiera tenían la contabilidad hecha. “En tres semanas reconstruían 10 años de contabilidad y, además, eran más descaradas en el origen de la deuda. Muchas de las deudas estaban relacionadas a la crisis de los ’80, donde había muchos préstamos de un bolsillo a otro. Las de Vial tenían unas deudas enorme con sí mismo”, explica Guzmán.

A propósito de esto, el SII comienza a profundizar su fiscalización. Bajo la administración de Juan Toro se organiza una fuerza de tarea que rápidamente entiende el problema y exige la devolución de los impuestos pagados. “Para dar una señal de que esto iba en serio el SII se querelló contra Vital -filial de Embotelladora Andina y controlada entonces por la familia Said- acusando que la contabilidad era falsa y pidiendo que se investigara la posible falsificación de documentos”.

En el libro se hace un cálculo aproximado de cuánto habría sido la cantidad de impuestos eludida, sin la intervención del SII: un billón de pesos, es decir, un millón de millones de pesos. Guzmán advierte que, sin embargo, hay un monto grande de impuestos que no se pagaron ya que cuando el servicio reaccionó en 2004, muchas operaciones ya estaban prescritas.

Zombis recientes

Pese a que la ofensiva del SII en 2004 neutralizó a muchas zombis, la investigación de Guzmán y Rojas detectó que varios empresarios insistieron en usarlas, peleando en la Corte la validez de este mecanismo. Ese fue el caso de la zombi de Julio Ponce Lerou que recién en 2014 perdió en la Corte Suprema, por lo que hasta esa fecha no se pagaron los impuestos que la zombi había absorbido.

Guzmán remarca que la zombi de Piñera que dio origen a Inversiones Bancard, también parece haber tenido efectos hasta 2015. Explica que aunque el primer uso de las zombis era hacer desaparecer las utilidades, ese no era el único beneficio. También permitía no pagar impuestos por los llamados “retiros en exceso”.

“Si tienes una empresa que tiene $100 de utilidad y te compras una zombi que te aporta una perdida tributaria de $100. Lo que consigues al fusionar esas empresas es que la utilidad desaparece tributariamente hablando. Pero por supuesto tu utilidad de $100 no desaparece de verdad; están en tu cuenta corriente. Cuando retiras esos $100 el SII lo entiende como un ‘retiro en exceso’ y la gracia es que no tienen que pagar el impuesto de segunda categoría hasta que la empresa vuelva a tener utilidades. Una buena asesoría tributaria puede hacer que esa empresa nunca vuelva a tener utilidades y así nunca pagues impuesto. Por eso el retiro en exceso se eliminó en la última reforma”, explica el periodista.

Guzmán agrega que lo que hicieron Piñera y sus hijos hicieron con la zombi Inversiones Bancard fue justamente realizar retiros en exceso por más de 90 mil millones de pesos. “Nosotros pudimos acreditar que, hasta el 2004-2005 no había pagado los impuestos correspondientes. Pero no sabemos si los pagó después, porque Piñera no quiso hablar para el libro”, dice.

“Sin embargo, hay algo que llama la atención: la reforma tributaria de Bachelet que terminó con los retiros en excesos, ofreció a las empresas que si se disolvían antes del 1 de enero de 2015, sus dueños no debían pagar impuestos por los retiros en exceso. Y justamente eso fue lo que pasó con Inversiones Bancard. En diciembre de 2014 la junta de accionistas de Los Andes absorbió a Inversiones Bancard. Si había ‘retiros en exceso’ en esa fecha, la obligación de pagar impuestos por ellos desapareció”, concluye Guzmán.

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