Obispo Goic ad portas de cambios en la Iglesia chilena: “Voy a obedecer lo que el Papa me pida”
El sacerdote se mostró optimista ante la aguda crisis de la iglesia chilena.
Por Redacción EL DÍNAMO“Yo voy a obedecer lo que el Papa me pida. Él es padre de toda la cristiandad y creo que todos los obispos estamos en esa parada”. Con esas palabras el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, se refirió a las medidas que ha tomado Francisco I para abordar los casos de abuso sexual cometidos por el clero chileno.
El sacerdote señaló a La Tercera: “Yo daría mi vida por Francisco, todo lo que nos ha dicho es para el bien de la Iglesia. Hemos cometido errores, claro que sí”, aunque indicó que está optimista de los cambios que están por venir.
“(Los obispos) le dijimos que nuestros cargos están a su disposición, ‘disponga usted’, pero de que va a salir algo nuevo de todo esto, no me cabe la menor duda, porque yo creo en Jesucristo”, aseguró Goic, en alusión al tenso encuentro que tuvieron todos los obispos chilenos con el Papa, cita donde renunciaron a sus puestos y dejaron a criterio del Papa quiénes seguirán ejerciendo y quiénes no.
Sobre si cree que es hora de que Francisco comience a aceptar renuncias o a concretar las medidas anunciadas, el obispo sostuvo que “el Papa va a dar su decisión en el momento en que él lo considere oportuno, pero a mí me admira maravillosamente cómo el Papa es capaz de discernir, de escuchar, de acoger, para que las decisiones sean lo más justas posible”.
Durante la misa que ofició en la Parroquia Sagrado Corazón, en la comuna de Las Cabras, Goic dijo a los feligreses: “Este remezón que nos duele, nos avergüenza, como dijo el Papa, pero va a traer un bien inmenso para la Iglesia. Esa es mi fe y esa es mi esperanza, y creo que es la fe y la esperanza de todos los que pertenecemos a la Iglesia Católica”.
Los obispos están a la espera de la llegada del obispo de Malta, Charles Scicluna y al oficial de la Congregación para la doctrina de la fe, Jordi Bertomeu, quienes visitarán directamente la diócesis de Osorno, en medio del complejo escenario por la presencia del obispo Juan Barros, acusado de encubridor por las víctimas de Karadima.
