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29 de Junio de 2019

Fernanda Maciel: una tragedia en cámara lenta

Un año y cuatro meses estuvo batallando la familia de la joven embarazada para dar con su paradero. Pero "Fer" ni había huido con un amante y tampoco estaba en otra ciudad como decían los "síquicos" de los matinales. Yacía sepultada en una bodega, a 40 metros de su casa.

Por
Fernanda Maciel
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Un año y cuatro meses de búsqueda, desesperación familiar y una investigación que se convirtió en blanco de críticas por una serie de fallas.

La desaparición de Fernanda Maciel, la joven embarazada de siete meses que salió de su casa el 10 de febrero de 2018 y nunca más regresó, se tomó la pauta de los medios de comunicación y conmoción en todo el país.

Tras la denuncia realizada por la familia de Maciel, se reveló un registro que provocó incertidumbre y misterio. Una cámara de seguridad mostraba a la joven caminar en dirección a una bodega, ubicada en la intersección de las calles Llaima con Puntiagudo, en la comuna de Conchalí, a sólo 40 metros de su vivienda en Conchalí.

Durante su desaparición, se formularon hipótesis que señalaban que la joven había huido con un amante, que tenía vínculos con peligrosos narcotraficantes, que viajó a Bariloche, Argentina, entre tantas otras cosas. Además de las “visiones” de los psíquicos, que inventaban datos y sospechosos inexistentes a través de los matinales, otorgando altos puntos de rating a los canales de televisión.

Sin embargo, la realidad era otra. Fernanda no se fue con un amante, no salió de Chile y nunca tuvo problemas con vendedores de drogas. “Fer” estaba a una cuadra de su casa, 70 centímetros bajo tierra, envuelta en un género, cubierta con una capa de cal y cemento.

Las teorías también apuntaban como sospechoso a Luis Pettersen, quien conoció a la joven un año antes y se enamoró perdidamente de ella. Iniciaron una relación amorosa que -como todas- tenía altos y bajos, pero eso no impedía que tuvieran planes para vivir juntos y criar a la hija de ambos que venía en camino, Josefa.

En octubre de 2018, siete meses después de la desaparición de “Fer”, la policía realizó excavaciones en la casa de Pettersen, las que terminaron por descartar su participación.

La desesperación se apoderó de la familia, que constantemente hablaba con los medios de comunicación para pedir ayuda para dar con el responsable y de paso criticar el trabajo de las policías y la Fiscalía, que parecían no tener apuro en dar con el paradero de la joven.

Al otro lado de la pared

En marzo de 2019, el hallazgo de osamentas humanas en Huechuraba movilizó un amplio operativo que esperanzó a la familia de Fernanda. Sin embargo, se descartó que los restos correspondieran a la joven desaparecida en Conchalí.

Ante esto, Pettersen y Paola Correa, mamá de la víctima, insistieron en que la investigación debía centrarse en la bodega, donde presuntamente habría ingresado Fernanda, y de donde nunca más salió.

Todo apuntaba a ese terreno y a la última persona que habría visto con vida a la joven, su vecino y amigo, Felipe Rojas, quien esa fatídica noche de febrero se asomó por la pandereta e invitó a Fernanda a fumar marihuana.

Rojas declaró ante la fiscalía el pasado 28 de febrero de 2018 y detalló las últimas horas que pasó junto a Fernanda.

“Soy amigo de Fernanda Maciel Correa hace 10 años aproximadamente cuando ella llegó a vivir a la comuna, ya que soy vecino pero en algún momento nos alejamos. El día jueves 8 de febrero del presente año salí del mi domicilio porque me desempeño como empleado en lavado de telas hasta las 18:30”, indicó.

“Salí alrededor de las 23:00 junto a un amigo, regresando a mi casa a las 00:30, no teniendo contacto con Fernanda ese día”, agregó.

episodios de maltrato

Felipe Rojas es el único sospechoso del crimen de Fernanda Maciel.

Sobre su encuentro con la víctima, Rojas indicó que “tomé contacto con Fernanda, la llamé y nos juntamos a fumar marihuana en las afueras de mi domicilio hasta las 23:00 aproximadamente. Llegó una amiga de Fernanda, de nombre Tamara, retirándose Fernanda junto a su amiga en un vehículo”.

Según su declaración, a eso de las  04:00 horas “vi un mensaje de Fernanda enviado a mi WhatsApp el cual decía, ‘te hablé‘”.

Posteriormente, Rojas y Maciel intercambiaron mensajes por WhatsApp, donde acordaron encontrarse en la bodega, sin embargo, y según la declaración del sospechoso, la joven no habría llegado a la bodega, por lo que volvió a contactarla por mensajes.

“Te esperé cualquier rato, pero no llegaste. Yo ando cleteando”, rezaba el último texto enviado por Rojas.

Felipe Rojas, fue entrevistado en más de una ocasión por la policía, al igual que una ex polola de éste, quien finalmente terminó por revelar el pasado 23 de junio la responsabilidad del que era su pareja en la desaparición y muerte de Fernanda Maciel.

“Se puso a llorar, ayer me dijo que Fernanda se había resbalado, se había pegado en una punta. ‘No sé si en una silla o una mesa. Empezó a convulsionar, cuando la traté de levantar se orinó y se fue’. Dijo que estaba muy volado y tomó malas decisiones. La envolvió con una telas e hizo un hoyo. Ahí se destrozó las manos y en ese momento procedió al entierro”, contó la ex pareja de sospechoso.

“En ese instante tomó el celular de Fernanda, lo formateó y lo fue a vender al Persa. Y luego se volvió en bicicleta”, añadió en su declaración.

La mujer también entregó información respecto al lugar donde fue enterrada la joven, lo que motivó una nueva excavación en la bodega de Conchalí, la que culminó con el hallazgo de la joven. 

Felipe Rojas fue detenido, y tras una extensa formalización, el 27 de junio quedó en prisión preventiva.

Sólo ese día, la familia de Fernanda Maciel comenzó el duelo.

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