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6 de Agosto de 2014

La desmitificación de la biomasa

Por otro lado, está el gran potencial que tienen los residuos urbanos e industriales como fuente de energía. Sin embargo, en este caso las experiencias son aún escasas y costosas dada la necesidad de aplicar pre tratamientos para degradar la lignocelulosa.

Por Claudia Pabón
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Claudia Pabón es Académica Área de Energía y Medio Ambiente Facultad de Ingeniería y Ciencias Universidad Adolfo Ibáñez. .

La biomasa puede ser definida como toda aquella materia orgánica que ha sido generada a partir de la fotosíntesis o de la transformación biológica de los productos de ésta. Dentro de este término caben todo tipo de plantas, residuos e incluso bacterias y otros seres vivos. En la actualidad, el término se usa mayormente para denotar materiales que biológicamente pueden ser transformados en otros materiales, especialmente biocombustibles.

Y, ¿por qué interesa éste tema? Frente a la escasez proyectada de combustibles fósiles y de otros derivados del petróleo, la biomasa se ve como posible vía sustituta para muchos de ellos. Interesa también porque existe a veces una identificación equívoca de biomasa como un tema verde y esto debe desmitificarse.

En lo relacionado con la escasez de combustibles, a partir de la biomasa se pueden fabricar el bioetanol o el biodiesel que sustituyen a la gasolina y el diesel, respectivamente. No en vano, en Brasil no se consigue gasolina pura, toda está mezclada con bioetanol producido a partir de la caña de azúcar. El biodiesel producido a partir de la palma de aceite o de aceites usados, es también ampliamente utilizado.

Por otra parte, la biomasa se puede usar para producir químicos de alto valor como benceno, fenol, tolueno, xileno, que a su vez son componentes de muchos otros químicos que se producen hoy a base de petróleo. Extraerlos no es fácil pues para esto se debe degradar la lignina, uno de los tres componentes principales de la matriz solida de la biomasa (además de celulosa y hemicelulosa) y el más difícil de degradar.

No en vano un árbol se mantiene en pie y demora años en desaparecer debido a este componente estructural. Hasta hace poco, sólo se llegaba a un 5% de extracción de lignina con procedimientos altamente demandantes de energía. Hoy en día nuevas rutas de degradación se abren paso como la recientemente divulgada por los científicos Gosselink y van Haveren de la Universidad de Wageningen, quienes han mostrado que es posible llegar a un 10% de rendimiento sin elevar la presión.

Pero la segunda parte de la respuesta también interesa, pues el debate de si la biomasa es una solución “verde” a la escasez de petróleo es un tema muy controversial. No sólo el uso de ciertos tipos de biomasa (cultivos, residuos de cosecha) compite por suelo, agua y nutrientes con la producción de alimentos y/o con la selva virgen como es el caso de las plantaciones de palma en Malasia, sino que además muchas veces el esfuerzo ni siquiera arroja un balance energético positivo, como el caso de la producción de bioetanol a partir de maíz en EE.UU.

Por otro lado, está el gran potencial que tienen los residuos urbanos e industriales como fuente de energía. Sin embargo, en este caso las experiencias son aún escasas y costosas dada la necesidad de aplicar pre tratamientos para degradar la lignocelulosa.

Es bueno poner estos temas sobre la mesa en un país donde se realizan pruebas para producir biocombustibles tanto en Arica como en la Patagonia. No es un tema trivial y debe ser analizado caso a caso, con pragmatismo y sin apasionamientos en lo que se refiere a sus impactos reales energéticos, sociales y ambientales.

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