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8 de Agosto de 2014

Economía a la deriva

"Apoyo una reforma tributaria, pero me atrevo a calificarla desde ya como un “Transantiago”, más que mal lo primero que se acusó fue la implementación y así estamos, sin reforma aún, pero pagando sus efectos".

Por Alejandro Maureira
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Mientras el mundo político se exculpa, culpa, señala, miente y desmiente lo hechos son que hay algunos que tenían trabajo y hoy no lo tienen. Los sindicatos pierden poder de negociación frente a las cifras de crecimiento. Las remuneraciones, nuestro poder adquisitivo estancado. ¿Quién gobierna la economía?

Dicta la regla que es el ministro de Hacienda es el responsable del crecimiento económico y entre nos, prefiero saber qué se hará, en vez de si es culpa de este gobierno, el anterior, el solsticio o lo que sea.

El ministro de Hacienda usa la política fiscal para hacer crecer la economía. Cuenta con dos herramientas. Los tributos, que por un lado ayudan al crecimiento cuando este disminuye, pero ad portad de una reforma tributaria, no se puede hablar de recortar impuestos. Segunda herramienta, el gasto, pero ya se ha gastado mucho. Las cuentas son simples: este gobierno está gastando más de lo que recauda o genera, entonces, más gasto es irresponsable. ¿Si el ministro de Hacienda se quedó sin política fiscal, entonces, quién gobierna la economía?

El rol del Banco Central, dicta la Constitución, sólo se remite a los precios para evitar inflaciones que nos dañen, y por desgracia, el rol que ha jugado ha sido desafortunado al crear inflación, la misma que nos resta poder adquisitivo y que estancó el poco avance de las remuneraciones, lo que ganamos para gastar.

Con horror escuché a un alguien pedir intervención del dólar, es más sus palabras fueron: “es hora de que el Central intervenga el dólar”. Distemper. La flotación limpia se fijó en la época de Massad, en mis años de banquero, en la época cuando el dólar supero los $700, desde ahí se determinó que la divisa internacional debe valer lo que vale y punto. ¿Intervenirla?, es cosa de preguntarle a un argentino que le pareció la medida de intervención del dólar, que aún están renegociando.

Un dólar alto hace de los productos importados más caros y por ello me refiero a la energía que mueve al país a través del petróleo y que por desgracia quieren paliar al gas de Bolivia. Un dólar alto, también ayuda a exportadores, pero a quiénes, quién se queda con ello, ¿los trabajadores?. Un dólar bajo, implica que nuestra economía está bien, pero frena las exportaciones, todas, y por ende su empleo adyacente.

Cordura es dejar al dólar con el valor que debe ser y punto. Y, si eso no convence, la Constitución señala que el Banco Central debe velar por los precios y una intervención al dólar es crear inflación (feat De Gregorio).

Apoyo una reforma tributaria, pero me atrevo a calificarla desde ya como un “Transantiago”, más que mal lo primero que se acusó fue la implementación y así estamos, sin reforma aún, pero pagando sus efectos y modificando “recorridos”, colocada de sopetón, sin conversación y en el peor momento, dejándonos, por ahora, a la deriva.

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