Sepa quién es el principal lobbysta de Israel en Chile
Cuando Sebastián Piñera confundió a Gabriel Zaliasnik con el diputado Gabriel Silber, en la ceremonia de promulgación de la Ley de Femicidio, el foco se puso en el error. En que Lily Pérez le tuvo que explicar quién era, o en que ésta era otra de sus “Piñericosas”.
Cuando Sebastián Piñera confundió a Gabriel Zaliasnik con el diputado Gabriel Silber, en la ceremonia de promulgación de la Ley de Femicidio, el foco se puso en el error. En que Lily Pérez le tuvo que explicar quién era, o en que ésta era otra de sus “Piñericosas”. Pero Zaliasnik, abogado y presidente de la Comunidad Judía en Chile (CJCh), aprovechó la instancia en que el Presidente se le acercó para disculparse y le pidió una audiencia para discutir sobre el posible reconocimiento chileno del Estado palestino.
Así es Zaliasnik. “Intenso”, según varios de sus cercanos. Marcelo Isaacson, director ejecutivo de la CJCh, incluso bromea con que tiene “su propio Piñera. Gabriel también es 24/7”. Por eso, desde que asumió la presidencia del organismo, hace cuatro años, ha hecho todo lo necesario para cumplir con su principal objetivo: reposicionar a la comunidad judía en el conciente colectivo como un actor de peso en la sociedad chilena. Bajo esa lógica, que Piñera lo ridiculice en un acto público no es una vergüenza, sino una vitrina. Una oportunidad que antes no estaba.
Francisco Veloso, abogado y socio del bufete Zaliasnik, Albagli & Cía., dice que Zaliasnik hace lo que en las escuelas de Derecho no recomiendan: hacer propio el interés de sus clientes. Y que por eso, lo que se propone, le resulta. “Gabriel, en todas las cosas que ha asumido, tiene una visión constante del punto de vista del litigio, también desde la presidencia de la comunidad -explica Veloso-. Tiende a tomar las cosas con mucha intensidad, y eso repercute en la gestión”.
Gestión que, en la presidencia de la CJCh, no podía valerse únicamente de su motivación para lograr su objetivo. Desde que asumió el cargo, el abogado de la Universidad de Chile sabía que tener una red de contactos centrada en la derecha no era suficiente.
Y que años antes, ser el arquero de reserva en el equipo de fútbol del Estadio Israelita, cuando el ministro Rodrigo Hinzpeter era el oficial y Andrés Jana defensa -del bufete Bofill, Mir & Álvarez Jana, del cual el ministro del Interior era socio- no sería una red suficiente -sobre todo porque su relación con el secretario de Estado es vigilada de cerca por el escrutinio público. Aunque cercanos a Zaliasnik dicen que él se ríe de haber sido el peor de los tres, y que distingue tajantemente su rol y el del ministro: “puede que la presencia de Hinzpeter en el gobierno ayude a visibilizar a la comunidad, pero para hacer valer la opinión de la CJCh, está Gabriel, y eso es lo que él recalca”, aseguran.
Por eso, desde 2008, Zaliasnik procuró acercarse a la izquierda. Según Isaacson, hasta tener “una red transversal”, a pesar de que “ante la imagen pública pueda aparecer ligado a la derecha, por haber sido abogado de la UDI”. En ese periodo, defendió a Jovino Novoa -en el caso Spiniak- y a Iván Moreira, y forjó una relación cercana con los senadores y “coroneles” del partido Juan Antonio Coloma y Andrés Chadwick.
Sin embargo, la relación con el partido se truncó cuando Zaliasnik apoyó la candidatura de Lily Pérez -de quien es cercana desde hace años- por la senaturía de la Quinta Región Cordillera, en la que se enfrentó con el UDI Marcelo Forni. Según amigos del abogado, ese hito “les dejó claro a los gremialistas que, a la hora de optar, Zaliasnik siempre se inclinará por su comunidad”.
Quienes han trabajado con él lo definen como “súper político, aunque no partidista”. Como alguien que “sabe armar estrategias”. Prueba de ello es la visibilidad que, efectivamente, ha logrado darle a la comunidad judía. En 2009, consiguió que se celebrara por primera vez Janucá en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y aunque la Presidenta Michelle Bachelet no asisitió, sí fue el ministro de la Segpres, José Antonio Viera-Gallo.
El año pasado, se repitió esa celebración y se sumó un nuevo hito de la administración de Zaliasnik: el 5 de septiembre se celebró por primera vez la “Tefilá por Chile”, una ceremonia equivalente al Te Deum católico en la que estuvieron el Presidente Sebastián Piñera y nueve ministros. “Eso es mano de Gabriel”, confirman las mismas fuentes.
Otra característica de la gestión del abogado han sido los viajes que ha organizado para que parlamentarios, ministros, periodistas y “gente que toma decisiones en el país”, como explica Isaacson, conozcan Israel. Nunca antes un presidente de la CJCh había tenido esa iniciativa, y el director ejecutivo de la comunidad asegura que “es innédita incluso a nivel mundial”.
Pero más allá de la visibilidad, el tema que más interesa a Zaliasnik actualmente es el que conversó con Piñera en La Moneda tras la confusión con Silber. Por el que está pendiente de lo que se publica en la prensa, por el que se ha reunido con el ministro Alfredo Moreno y con el subsecretario Fernando Schmidt: el posible reconocimiento del estado palestino por parte del gobierno chileno.
Su postura es que reconocerlo implicaría “importar el conflicto” al país, como explica Isaacson y como ha dicho también el diputado Ramón Farías, presidente del Comité Interparlamentario de Amistad chileno-israelí. Que acá, ambas colonias conviven pacíficamente y que se podría generar animosidad, y que la intervención de terceros en el conflicto podía truncar las negociaciones.
Para evitarlo -y para terminar su segundo periodo en la presidencia con un logro imbatible-, Zaliasnik se ha reunido con el Presidente, el canciller, el Comité e incluso con quienes ha tenido enfrentamientos al respecto, como el diputado RN Leopoldo Pérez. No así con la jefa de la Representación de Palestina en Chile, May Kaileh.
La intensidad de la que sus cercanos hablan ha sido la tónica con que ha defendido su postura. Además de su formación en leyes. Veloso, de su estudio de abogados, dice que Zaliasnik “tiene una combinación muy complementaria, la del abogado litigante y la del abogado bien conectado o lobbysta -que es una palabra muy compleja”. Isaacson, de hecho, descarta ese concepto: “el lobbysta carece de causas, le das una y él hace su pega. Gabriel, en cambio, es un convencido; para él esto es una re
sponsabilidad. Aquí no hay lobby ni judío ni palestino, simplemente hay creencias distintas”.
A pesar de sus esfuerzos, en Palacio se estima extraoficialmente que pronto el gobierno reconocerá el estado Palestino, pero sin mencionar frontera alguna. A pesar de los llamados, las reuniones y la intensidad de Zaliasnik. Y aunque podría verse como una victoria el hecho de que el reconocimiento no siga la línea de Brasil, Argentina y Bolivia, que han considerado las fronteras establecidas en 1967 -previas a la Guerra de los Seis Días-, será una batalla perdida por Zaliasnik. Quizás la segunda, si se considera también que este año no se presentará a la reelección. Según Isaacson, porque él mismo reconoce que está cansado. Porque tanta intesidad lo agota.