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19 de Junio de 2013

Carlos Peña y las tomas: "Dañan severamente el trabajo intelectual de las universidades"

Aunque el académico considera "injustificado" que se exija que se llame a la fuerza pública para despejar los recintos, "ni los mejores pretextos justifican impedir el cumplimiento del deber intelectual", afirma.

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En el marco de las “tomas” que afectan a una serie de planteles de educación superior, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, entró a terciar en el debate, señalando que a su juicio las ocupaciones de sedes universitarias “dañan severamente el trabajo intelectual que les corresponde”

En una columna publicada hoy en el diario El Mercurio, el académico se refiere a lo que considera un “conjunto de falacias” que circulan “como moneda corriente” en el debate sobre la educación superior en Chile.  Las dos primeras, señala, son “la confusión entre lo estatal y lo público” y “la distinción entre las universidades que pertenecen al Consejo de Rectores y aquellas que no (…) como si ello reflejara una realidad valiosa”.

Como tercera “falacia”, Peña se refiere a “la autonomía universitaria concebida como franquía“, es decir, “la pretensión -casi siempre inconfesada, pero que los hechos ponen una y otra vez de manifiesto- de que todas las actividades que los estudiantes realizan al interior de los recintos universitarios, sean intelectuales o no, poseen pureza de intenciones y están plenamente justificadas”.

“Todos saben, sin embargo, que no es así”, arremete el abogado. “La coacción que impide las clases, la ocupación violenta de las sedes de las universidades dañan severamente el trabajo intelectual que les corresponde”.

“Entre nosotros, sin embargo, hay un cierto entumecimiento de la capacidad crítica frente a ese fenómeno. A pretexto de la democracia hay una obvia connivencia intelectual con esos actos que, en los hechos, desafían toda posibilidad de diálogo. No se trata de pedir a las autoridades que llamen a la fuerza pública para despejar los recintos universitarios (algo así es injustificado), pero se trata de recuperar la capacidad intelectual (que el miedo suele inhibir) para que sus autoridades y sus académicos digan a los estudiantes, con toda claridad, que ni los mejores pretextos justifican impedir en las universidades el cumplimiento del deber intelectual de sus miembros”, afirma.

Otras de las “falacias” apuntadas por el rector de la UDP dicen relación con “la idea de que hay una sola forma de gobierno universitario (la triestamentalidad o algo que se le parece) que se condice con la esencia de la universidad” y la creencia de que “las autoridades universitarias se deben a los miembros de la universidad o a los controladores de la misma y no al proyecto intelectual que la universidad está llamada a cumplir”.

“No cabe duda de que el sistema universitario posee severos defectos (el principal de todos es la desregulación que padece y la infracción de la ley en que algunas universidades, especialmente privadas, han incurrido), pero ninguno de ellos se superará si las autoridades de las universidades públicas se inhiben de poner límites racionales al fervor de la hora y las de las universidades privadas enmudecen abrigando la esperanza de que nada cambie”, finaliza la columna, que puedes leer íntegra aquí.

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