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8 de Octubre de 2013

Empleos tercerizados y precarios: 10 claves para entender las cifras que el gobierno negaba

Según la Fundación Sol, 7 de cada 10 empleos asalariados creados desde 2010 son tercerizados. Y para Karina Narbona, investigadora de la organización, el aumento de la subcontratación no tiene que ver con la "especialización" del mercado laboral como ha explicado el gobierno.

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En 2010 los trabajadores tercerizados representaban un 11,5% del total de los asalariados. Hoy ya llegan al 17,3% y la brecha salarial con los trabajadores de planta alcanza el 30%. Si se analizan los más de 800 mil puestos de trabajo que se han creado en el período, 45,5% corresponden a subcontratación, pero si sólo se consideran los más de 550 mil empleos asalariados, la cifra se eleva a 68,2%.

Ésos son los datos que la Fundación Sol asegura ha estado levantando desde hace tres años, pero frente a los cuales el gobierno había hecho vista gorda… hasta ahora. Un estudio elaborado por la Secretaría General de la Presidencia coincidió que 45% de los empleos creados desde 2010 corresponde a subcontratación.

“Funcionarios de gobierno enviaban cartas al director señalando que nuestros datos eran falaces. Evelyn Matthei cuando era ministra del Trabajo hablaba de que éramos extremistas por hablar de subcontratación y el subempleo. Hoy esos datos parecen no haber sidos equivocados”, explica Karina Narbona, investigadora de la organización.

Aclara que si bien la tendencia ha aumentado en los últimos años, el fenómeno de la tercerización y la precarización de los empleos se arrastra desde hace mucho tiempo y se radicalizó en Chile durante la dictadura. Sin embargo, fue la Nueva Encuesta de Empleo, que se aplica desde el 2010, la que permitió comenzar a medir la calidad de los puestos de trabajo que se estaban creando.

¿Cómo ha sido el proceso de tercerización de los empleos? Aquí 10 claves explicadas por la Fundación Sol.

1. El origen

Según explica Narbona en 1979 se genera un plan laboral, que es la raíz del actual Código del Trabajo, que consta principalmente de dos leyes, una sobre negociación colectiva y otra sobre sindicalización, que lo que buscan es “marginar el poder de los trabajadores en la relación capital-trabajo”, atacando principalmente los derechos colectivos porque es “donde más se obtiene una fuente de poder para el trabajador”.

Estas leyes trajeron consigo una serie de decretos, que permitieron, entre otras cosas, liberar la subcontratación a todo tipo de actividades de la empresa, ya que hasta esa fecha no se podía tercerizar la actividad principal de la compañía. “Desde entonces existen en Chile trabajadores de primera y segunda clase, los que haciendo la misma función y realizando las mismas actividades tienen condiciones de trabajo muy diferentes”, detalla Narbona.

2. Los tipos de tercerización

Según la organización, de los 550.937 empleos asalariados que se han creado en los últimos 41 meses, el 68,2% opera bajo la figura de la subcontratación, suministro y enganche de trabajadores.

Mientras la subcontratación (15,6%) implica que la actividad completa de una empresa se externaliza, el suministro (52,1%) obedece a que ciertos puestos de trabajos vacantes y puntuales son provistos por otra empresa. En tanto, el enganche de trabajadores (0,5%), es una figura más informal que se da en el mundo agrícola y que corresponde cuando un grupo de trabajadores son llevados por una persona a una empresa.

De estos tres tipos, Narbona sostiene que el suministro es la figura más preocupante, ya que allí se genera el fenómeno del empleador de dos cabezas: mientras una empresa los contrata o los despide, otra es la encargada de darle las órdenes de cómo realizar su trabajo.

3. Los efectos de la tercerización

“El principal efecto es la pérdida de poder de los trabajadores”, dice la investigadora de la Fundación Sol, lo que es una consecuencia de la  fragmentación que les impide negociar colectivamente. Con ello también se ven afectados sus salarios porque “no existen alzas importantes por medio de la negociación”.

A esto se debe agregar que los trabajadores subcontratados no pueden acogerse a los beneficios sociales -como planes de salud o becas por estudios- que suelen entregar las grandes empresas. “En un país donde la salud y la educación están en crisis esos beneficios son muy apreciados por los trabajadores”, asegura.

4. Tercerización no es especialización

La Fundación Sol no comparte el análisis del gobierno, que apunta a que el aumento de la tercerización obedece a una mayor especialización del mercado laboral. “La subcontratación se ocupa principalmente como método para congelar o disminuir los salarios de los trabajadores, para fragmentarlos y evitar que puedan negociar colectivamente”, explica la experta.

5. Mujeres vs. hombres

De acuerdo a las cifras que ha analizado la fundación, la variación porcentual de asalariados según el tipo de dependencia contractual y sexo arroja que en el caso de los hombres el 55,7% son tercerizados, cifra que se eleva a 79,6% en las mujeres.

¿Por qué? Según Narbona, “las mujeres han sido insertas en el mundo del trabajo especialmente precario, e incluso en los trabajos más cualificados también reciben ingresos inferiores a los trabajadores hombres”.

6. Riesgo de empleos son precarios

Para la Fundación Sol, los puestos de trabajos tercerizados reducen en un 31,7%  la probabilidad de tener un empleo protegido. “No planteamos que todos los empleos subcontratados sean precarios, sino que aumenta la probabilidad de una manera importante”, sostiene Narbona, y resalta que es probable que en sectores de empresas más de punta o de trabajadores más cualificados, la subcontratación de ciertas actividades no necesariamente significa un detrimento en sus ingresos.

Asimismo, resalta que la tercerización es una tendencia mundial, y es complejo plantear eliminarlo completamente. Sin embargo, sostiene que lo que sí se ha planteado en distintos países que han buscado una protección más integral de los trabajadores, es al menos, “eliminar la subcontratación en el giro de la compañía. Eso como piso mínimo”.

7. El falso pleno empleo

Narbona asegura que hablar de pleno empleo es un concepto que está desactualizado para lo que se vive actualmente en el mundo del trabajo y más cuando el 50% de los trabajadores gana menos de 250.000 pesos. “Ese concepto tenía que ver con otro horizonte, en un momento que los empleos eran de larga duración y jornada completa”, sostiene.

Asegura que en el país también hay un problema de subempleo importante, esto dice relación con que el 55% de los trabajadores que tienen empleos de tiempo parcial no es porque quieran, sino porque no encontraron un trabajo de tiempo completo. “Tenemos un problema que tiene que ver con la calidad de los empleos, que hace imposible detenerse solamente en los puntos que dicen relación con la cantidad, sino que es imprescindible introducir la dimensión de la calidad”.

8. Rompiendo mitos

La experta asegura que es necesario romper con un mito, que ya se ha transformado en eslogan: “Cualquier empleo es mejor que nada”. Explica que es necesario instalar una discusión respecto de que el “trabajo vale” y que se tienen que “respetar cierto estándares básicos para hablar de un empleo de calidad”.

En esa línea, ejemplifica, hay 500 mil trabajadores asalariados que incluso trabajando 45 horas a la semana son pobres: “Esa idea que se ha asociado a que la pobreza tiene que con la exclusión del trabajo, no es tan así”.

9. Productividad no es sinónimo de mejores salarios

Según Narbona se habla permanentemente de que si los trabajadores reciben bajos salarios es porque no son suficientemente productivos, porque no se han preparado lo suficiente o porque no se esfuerzan lo suficiente. Sin embargo, asegura que lo que ellos plantean es que “el empresario tiene todo el viento a favor para imponer condiciones desventajosas a los trabajadores, y para no retribuir el valor de su trabajo”.

En ese sentido, detalla que un análisis de la productividad y los salarios en 1990 y 2010 arrojó que la productividad aumentó cuatro veces por sobre lo que fueron los aumentos salariales. “Aquí vemos un excedente productivo que no es remunerado. Y es ahí donde se origina la desigualdad”.

10. Baja voluntad política

Para Narbona, el mundo laboral es el  “nudo más crítico que estructura nuestra sociedad” por lo que es un tema que ha sido “constantemente evadido” y que no se quiere tocar porque “afecta directamente al bolsillo de los empresarios”. Ésa realidad asegura que ha sido tanto con los gobiernos de la Concertación como con el gobierno actual.

“Hemos arrastrado por muchos años una falta de voluntad política y un convencimiento incluso de que no había que alterar el camino de flexibilización que había tomado el país”, explica, y agrega que si bien ha habido algunas mejoras en términos de contratos individuales, los temas medulares no han sido modificados.

A su juicio, la escasa voluntad política para realizar cambios también queda patente en los programas de gobierno de las candidaturas de la Nueva Mayoría y de la Alianza. “En ambas partes ha faltado todavía un pronunciamiento de los temas que son más de fondo”, sostiene. Aunque espera que con el reconocimiento oficial de las cifras de subcontratación “estos temas empiecen a tomar más fuerza”.

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