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29 de Julio de 2014

Crimen en Buenos Aires: el puzzle no resuelto tras la muerte de Nicole Sessarego

El 14 de julio Shirley Bórquez habló por última vez con su hija. Solo horas después la joven estudiante chilena partió a una fiesta en el centro de Buenos Aires de la que no regresó. A pocos metros de su departamento fue ultimada con 11 puñaladas. Estas son las piezas del enigma judicial que por estos días tiene de cabeza a crónica roja en Argentina.

Por Carolina Rojas / Francisco Villalobos
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El pasado 16 de julio, Víctor Sessarego (57) conducía de forma habitual el bus con el que trabaja en la Quinta Región,  cuando una noticia de último minuto a través de radio Bío Bío lo hizo entrar en pánico. La emisora informaba acerca del brutal crimen de una joven estudiante de periodismo en Buenos Aires, que fue ultimada a puñaladas a solo 5 metros de la puerta de su edificio. Sessarego lo supo de inmediato: en la radio hablaban de su hija Nicole (21), que desde hace cuatro meses residía en la capital argentina gracias a una beca de intercambio entre la Universidad de Playa Ancha y la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“Víctor hizo bajar a la gente del bus y me llamó al celular en la mañana, me dijo, ‘es la Nicole, es la Nicole’. Yo pensé en un error del apellido primero dijeron ‘Nicole Cesareo’. Él lloraba y yo no le entendía (…) buscamos en internet y no salía nada, pero mi esposo ya estaba seguro”, recuerda en conversación con El Dínamo Shirley Bórquez (47) madre de Nicole.

Después de ese dramático llamado, la familia partió a la comisaría del cerro Cordillera en Valparaíso y luego a la PDI, desde donde se comunicaron con la gobernación de Valparaíso. Ahí les confirmaron la noticia: su hija había sido asesinada.

11 puñaladas le quitaron la vida a a la joven cuando estaba por entrar a su departamento, ubicado en la calle Don Bosco 4109, en el barrio de AlmagroLa última actualización de las informaciones desde Buenos Aires, hablan de una cámara de seguridad privada que captó la imagen borrosa del rostro del agresor. En una secuencia se apreciaría un giro del hombre y, con una mejor iluminación, se podrían identificar rastros. La imagen fue tomada como fotografía y será procesada con un programa informático que permitirá elevar la nitidez de los rasgos.

El caso quedó en manos de la fiscal argentina Ana Cristina Yacobucci y lo lleva el juez de Instrucción N° 13, Luis Zelaya. Preliminarmente sólo se sabe que la joven fue a bailar a la discotheque Severino del microcentro porteño, la noche del lunes 14 de julio. Ya en la madrugada, Sofía, una amiga mexicana que Nicole conoció hace dos meses, la vio conversando con un joven desconocido. Después le perdió la vista. Sólo supo que para volver a su casa la víctima tomó la línea “A” del metro y se bajó en la estación Castro Barros.

El cuerpo de la estudiante de periodismo fue encontrado pocas horas después por un niño que salía al colegio. Nicole yacía tendida en posición fetal a cinco metros de la puerta del departamento donde vivía con otras amigas brasileñas. Tenía las llaves empuñadas en una de sus manos y portaba todos sus objetos de valor.

Shirley, su madre, viajó a Buenos Aires para intentar reconstruir las últimas horas de Nicole. Hay cientos de preguntas que no tienen respuesta. Le cuesta entender lo que sucedió, los motivos de la tragedia y le da vueltas a la idea de quién pudo haber asesinado a su hija. Repasa amigos, conversaciones, la ruta equivocada que tomó Nicole la noche de su asesinato cuando volvió de esa fiesta sola y sin la amiga a la que acompañó. “Lo extraño es que ella no se fue por el camino más corto, como decimos acá, se dio la vuelta al cerro, hizo el camino más largo. Me pregunto si habrá visto algo, si lo que vio la asustó”.

El lunes 14 de julio madre e hija conversaron por última vez. Shirley le había enviado dinero el viernes y Nicole lo distribuía bien. “Me dijo ‘mamita me compré botas porque las necesitaba’. Incluso le sobró plata. Como mamá me pregunto ¿por qué no tomó un taxi?”.

Shirley sigue esperando noticias. Dice que nadie se ha comunicado aún con ella desde Buenos Aires, que le quedaron de mandar información, pero desde que volvió de la capital argentina no ha tenido más noticias. Para la repatriación del cuerpo de su hija le dieron un plazo máximo de 30 días y por el momento esa es una de sus mayores preocupaciones. Mientras eso pasa,  evita a la prensa y las especulaciones sobre la existencia de  supuestos novios de su hija que podrían haber participado. Ella sólo quiere resaltar a su hija como una joven que estaba pronta a convertirse en una profesional y que era el orgullo de una familia humilde.

La esperanza familiar

Nicole en su licenciatura en el Colegio Eduardo de La Barra.

Nicole en su licenciatura en el Colegio Eduardo de La Barra.

Nicole era la hija mayor del matrimonio Sessarego -Bórquez. Quienes la conocieron la recuerdan alegre, conversadora y de trato fácil. Durante  sus primeros años de la educación media en el colegio municipal Eduardo de la Barra, tenía más interés por pasarlo bien que por su futuro . Su profesora jefe, Pilar Correa, la recuerda: “era muy preocupada de su apariencia, pero en tercero maduró. Subió las notas, se puso más humanista, se preparó para la PSU y entró de inmediato a la universidad. La última vez que nos encontramos me dijo que estaba muy contenta estudiando periodismo”.

Su madre recuerda lo mismo. Un día, mientras cursaba tercero medio, Nicole pasó de ser una de las candidatas a reina de su colegio a convertirse en una joven con intereses diferentes. “Mamá voy a ser periodista’,  dijo un día cualquiera. “Contesté que se había farreado un poco los dos primeros años, pero ella insistió y se metió a un ´preu`, subió las notas, se enfocó en eso, sacó sobre 600 puntos y quedó en periodismo en la Upla. De ahí en adelante se convirtió en una muy buena estudiante y la beca vino a coronar todo eso”, rememora Shirley y cada tanto, se quiebra.

“Mamá cada vez me gusta más esta carrera”, le decía Nicole. Todo parecía ir perfecto. El viaje a Buenos Aires surgió como una oportunidad imperdible. Los planes de la estudiante eran dedicarse a las relaciones públicas, y con ese objetivo, la familia superó sus aprehensiones y la dejó partir, pese a que hasta ese momento sólo se había alejado una vez del hogar para asistir a un congreso sobre periodismo en la Universidad de Valdivia.

“Buenos Aires es grande, y antes de instalarse en el departamento al que llegó por un dato de unas amigas colombianas, pasó por dos pensiones. Una donde no podía dormir por los gritos y escándalos del dueño y otra donde no había platos para comer, era un chiquero. Ellos buscaban solos donde vivir, sin ninguna asistencia. Ella no conocía el país, por error de información entró un mes tarde a la Universidad y por eso se atrasó un mes en salir, nadie la guió correctamente”, comenta la madre, deslizando críticas a la Universidad de Playa Ancha.

Shirley recuerda que le dijo a su hija antes de partir a Buenos Aires que el trato entre ambas era mantener una comunicación fluida. Ella se quedaba tranquila con los mensajes de WhatsApp que llegaban desde el otro lado de la cordillera. “Mamita, que tenga un buen día. Ahora voy a cocinar”, “Mamita, ¿y mis buenas noches?”, escribía.

El 5 de junio Shirley y su hijo menor Diego llegaron a Buenos Aires para ver las condiciones en que vivía Nicole. Conoció su departamento, vio un barrio cercano al metro, lleno de edificios e iglesias. Se quedó tranquila. “Uno como mamá se preocupa de esas cosas, nada me pareció extraño, el día que fui a su departamento sus amigas fueron un amor y me pareció un buen lugar para vivir”, recuerda.

“Ese viaje fue nuestra despedida. Nicole tenía todo planeado y el cambio de moneda nos favoreció. Nos dimos muchos gustos (…) paseamos por el Río Tigre, por Puerto Madero y fuimos al Cementerio de La Recoleta”, agrega. Shirley estaba feliz por la nueva vida de su hija, de su independencia, sentía que Nicole ya era una mujer.

“Nicole iba a volver para el santo de su papá ¿sabe? El 13 de agosto en San Víctor”, la frase se escapa y se queda en silencio.

 

Sigue en pie la tesis de un asesino conocido

El departamento donde se hospedaba Nicole Sessarego Bórquez, junto a dos brasileras,una pareja de venezolanos y un colombiano (todos estudiantes universitarios de intercambio),  fue desocupado por recomendación de la fiscal a cargo del caso. Este comentó tanto al inquilino del inmueble como al resto de los ocupantes sobre la sospecha de que el autor del crimen habría sido alguien del círculo cercano de la joven, y que, por lo tanto, los conocería a todos.

A dos semanas del asesinato de la estudiante siguen buscándose nuevas pistas y pruebas para dar con el autor del hecho, mientras el lugar donde vivía se encuentra deshabitado.

Ya el miércoles pasado la fiscal del caso, Ana Yacobucci, y el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N°13, Luis Zelaya, solicitaron la lista de invitados que concurrieron a la fiesta que asistió Nicole en compañía de sus amigas ese lunes, en Lavalle #345, ya que era una celebración a la que no se podía ingresar sin previa inscripción.

Así se esperaba dar con el joven con el que se habría quedado Nicole en el local, según declararon las amigas, que se retiraron del lugar a las 3 de la mañana.

En un principio se especuló con la opción de que el autor del crimen haya sido su ex pololo, Iván Miranda, quien reside en Chile. Nicole e Iván se conocieron en octubre del año pasado en un bar universitario. A las pocas semanas comenzaron una relación intensa aunque pensaron en terminar cuando apareció la oportunidad de la beca. De todas maneras  intentaron continuar a distancia. En ese marco, él viajó a verla en el mes de abril.

“El verano lo aprovechamos casi como si fuera el último, ella era una mujer alegre, simpática y muy sociable, yo igual, entonces encajamos inmediatamente, eso es lo lindo que se quedará en mi corazón. Nicole fue y seguirá siendo un lindo amor y un lindo recuerdo, duramos diez meses, pero todo fue muy intenso”, dice Iván a El Dínamo.

Sobre la línea de investigación que lo involucró al crimen, Iván detalla que fue muy doloroso. “Es cosa de ver cuando entré y salí del país, yo fui a verla en abril y fueron dos semanas hermosas, nuestra luna de miel y nuestra despedida (…) Yo la estaba esperando, era linda mi negrita, la recuerdo llevándome la torta de cumpleaños, su risa, su carácter, lo soñadora, no esas imágenes que muestran en la tele del ataque, no puedo ver esos videos, me hacen mal…”, concluye.

Los investigadores trasandinos también siguen la pista de un sospechoso local. Se trata de un hombre que visitó a Nicole en los días previos a su asesinato y que llegaba en moto a su edificio.Víctor Illa, encargado del edificio donde residía Nicole, confirma su existencia a El Dínamo.

“La primera vez que vino tuve que pedirle que se quitara el casco para lograr reconocerlo, ya que como cuidador siempre debo ver al menos la cara de la persona que está del otro lado, viste que uno nunca sabe de quién se pueda tratar, a lo que él me respondió de un modo un tanto violento, pero justo apareció ella y me dijo que era su conocido”, comentó el conserje a este medio.

Por el momento, las únicas pruebas claras y concretas que se tienen son las grabaciones de las cámaras de un comercio situado en la avenida Rivadavia al 4000, entre Yapeyú y Quintino Bocayuva. Ellas registraron a Nicole a las 5:51 de la madrugada del martes, caminando sola en dirección a su casa. Una nueva grabación tomó una secuencia en la que se capta un  “giro” del asesino, que podría ayudar a una mejor identificación. Ambos materiales están siendo analizados por especialistas.

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