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8 de Agosto de 2014

670 millones gasta la Cámara de Diputados en viajes: ¿a dónde van los parlamentarios?

Los destinos son tanto exóticos como repetidos, y por año se gasta una gran cantidad en realizar los viajes. ¿Qué tanto sirven? El Dínamo revisó los destinos y los montos involucrados en la llamada "diplomacia parlamentaria".

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Cuando la Presidenta Michelle Bachelet se preparaba a subir a la testera del Salón de Honor del Congreso para entregar su primera cuenta pública este 21 de mayo, al menos cuatro diputados no estaban en la sala. A esa hora, el grupo de parlamentarios ausente iba abordo de un Boeing 737 hacia Philipsburg, ubicada en la isla Sint Maarten, en medio del mar Caribe.

En ese paradisiaco lugar -con una población de 80 mil habitantes y temperaturas promedio de 26ºC- se realizaba una reunión del Parlamento Latinoamericano (Parlatino), espacio donde diputados y senadores de toda la región discuten proyectos e ideas para sus respectivos países. Las reuniones del organismo normalmente se realizan en Panamá, donde se encuentra el edificio corporativo del Parlamento, pero puede moverse de lugar a solicitud de los organizadores.

Los elegidos para esta misión fueron Cristián Campos (PPD), Issa Kort (UDI), Germán Becker (RN) -quien es vicepresidente del organismo- y el radical Fernando Meza.

Los parlamentarios participaron en distintas reuniones el jueves 22 y el viernes 23; coincidió, además, ese fin de semana libre en la isla sin reuniones de trabajo. El diputado Campos explica que lo discutido allí no es vinculante al Congreso chileno sino más bien “propositivo”, permitiendo obtener “ideas” para plantear proyectos de ley. “De allí salió, por ejemplo, el diseño del salario mínimo regional”, cuenta.

Como éste, al año se realizan decenas de viajes a diferentes puntos del planeta por invitaciones, algunas obligatorias -a las que ha suscrito la Cámara de Diputados a nivel internacional- y otras “estratégicas” o “diplomáticas”, cursadas por gobiernos, organizaciones e incluso empresas privadas (aunque en menor medida).

En 2012 fue el peak de los periplos: 70 viajes por el mundo. En 2013 y 2011 hubo 59, mientras que en 2010 se realizaron 47 recorridos fuera del país. Es decir, al menos un viaje a la semana de un parlamentario o de varios de ellos. En algunos casos, los diputados han viajado en grupos de hasta 14 -ausentándose de las sesiones de la Cámara-, más algún funcionario administrativo designado por la corporación, como cuando fueron a México en enero de este año al Foro Parlamentario Asia Pacífico.

Solo en viáticos (de 100 dólares diarios por persona) -que incluyen hotel y comidas- los viajes de 2013 significaron 370 millones de pesos a la corporación. A eso debe sumarse el desembolso por pasajes: otros 300 millones (fuera de Sudamérica en clase ejecutiva y dentro de la región en clase turista). En total 670 millones , según cifras que entregó a El Dínamo la Cámara de Diputados.

En comparación con años anteriores, la cantidad de viajes de 2014 se escapa por lejos: solo el primer semestre se registran 43, casi lo mismo que en un año completo, siendo la mayoría de ellos dentro de Latinoamérica salvo algunas excepciones (Suiza, Suecia y Corea). Y quien se corona como el diputado más viajero es el DC Roberto León: 10 viajes en los primeros 6 meses del año.

Tras León en ese ránking aparecen los diputados Ignacio Urrutia (UDI), con 4 viajes, Germán Becker (RN), con 3 actividades en el exterior, e Issa Kort (UDI), con otros 3 viajes.

El parlamentario falangista explica que hay distintas “misiones en el exterior donde hay un compromiso de participar ahí” y que él es vicepresidente titular del Grupo América Latina y el Caribe (GRULAC), lo que exige su presencia constante en esos foros. “Uno tiene la posibilidad de viajar mucho pero también es harto trabajo. La diplomacia parlamentaria debe cumplir su rol”, dice.

Las peleas por los viajes

Cuando los destinos son atractivos, al interior de las bancadas de la Cámara de Diputados se arman verdaderas peleas para definir quiénes asistirán, sobre todo cuando se trata de lugares exóticos como Asia o África, más difíciles de costear por cuenta propia.

Los viajes que están dentro del Acuerdo Marco -es decir, los 13 convenios obligatorios que ha firmado la corporación- tienen cupos fijos que son divididos proporcionalmente a la cantidad de parlamentarios que tenga cada partido. Es por esa razón que los diputados UDI normalmente tienen al menos un asistente en esos lugares, como “derecho” ya que son mayoría en la Cámara. Por ejemplo, existen 7 cupos para el Parlamento Europeo y 4 para la Alianza del Pacífico; de esta forma, se “negocia” quién representará a cada partido en un viaje en particular.

De un modo similar funcionan las otras misiones al exterior: invitaciones particulares o las que extiende la Presidencia para las giras que se realizan durante el año, donde la comisión de Régimen Interno es la encargada de aprobar los viajes. Según la Dirección de Asuntos Internacionales de la Cámara Baja, si no son obligatorios “un 99% son rechazados. Solo cuando las invitaciones vienen con financiamiento desde otro lugar y se justifica, hay más posibilidades de que no se rechacen”.

Es el caso del diputado socialista Daniel Melo. Recibió una invitación del gobierno de China para una “audiencia parlamentaria”, con todos los gastos pagados y que fue aceptada por la comisión, aunque finalmente no se realizó. Como ése, llegan cientos de invitaciones que deben ser rechazadas.

Ese país, precisamente, ha sido uno de los favoritos de los parlamentarios desde el año 2000 en adelante, cuando crecieron las relaciones comerciales tras los acuerdos bilaterales. Sólo en los últimos 4 años se registran más de 20 viajes de diferentes parlamentarios, siendo la mayoría de ellos realizados por el diputado León, Cristián Monckeberg (RN) y Fidel Espinoza (PS). El objetivo, dicen, es buscar puntos de vista en común, intercambio cultural o comercial y estar al tanto de los avances tecnológicos.

Uno de ellos explica que antes de que China “estuviera de moda”, como repiten varios parlamentarios consultados, los parlamentarios eran recibidos por los gobernadores u otra autoridad, con una ceremonia y recepción oficial. “Ahora eso con suerte se lo hacen a los jefes de Estado”, agrega. El diputado explica que antiguamente, incluso, había un auto disponible para cada invitado, “una exageración”. “Ahora te suben a un minibus no más con todos juntos”.

Sin embargo, el estricto protocolo chino sigue siendo un atractivo para el parlamentarismo chileno: “Las comidas son exóticas, en mesas largas con todos los ministros, lámparas lindas y grandes”, cuenta otro. Normalmente las delegaciones que van a China son de al menos cuatro o cinco diputados por “invitaciones oficiales”, “diálogos políticos” o incluso conocer “experiencias en la construcción de puentes”.

“Invitación a conocer”

La República China no es el único país que más atrae a los diputados. En enero de 2011, doce diputados fueron invitados a “conocer” Palestina por diez días. Asistieron Jorge Sabag (DC), Patricio Vallespín (DC), Alfonso de Urresti (PS), Claudia Nogueira (UDI), Pepe Auth (PPD), Fuad Chahín (DC), Gustavo Hasbún (UDI), Joaquín Tuma (PPD), Leopoldo Pérez (RN), el entonces diputado Iván Moreira (UDI), y los ex diputados Marcelo Díaz (PS) y Mónica Zalaquett (UDI).

En diciembre de ese año, Israel hizo lo suyo. Cuatro invitaciones a los diputados Aldo Cornejo (DC), Víctor Torres (DC), Iván Norambuena (UDI) y al ex parlamentario Joel Rosales (UDI).

También hay otras visitas curiosas en la lista que publica la Cámara: Marcelo Díaz fue Namibia a una Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la Desertificación, aunque solo por dos días; una visita del diputado Alberto Robles (PR) y la ex diputada María Antonieta Saa (PPD) a una exposición sobre programas especiales de Ciencia y Tecnología en Bundestag, Alemania; en abril del año pasado Sergio Aguiló viajó a un “coloquio internacional” Derecho de los Pueblos en Argelia, por solo un día.

El viajero diputado Roberto León también estuvo en la exótica Kuwait, en una conferencia de la Unión Parlamentaria Árabe (no obligatoria para la Cámara de Diputados). Allí asistió solo por cuatro días y explica que esos gobiernos agradecen mucho la presencia de parlamentarios de todos los países y “te alojan en súper buenos hoteles, buenos restoranes”, dice.

“En países como esos no te dan vino eso sí, te tienen a pura bebida. Los dos días que estuve ahí nunca había tomado tanta cerveza sin alcohol, por más que les decía que yo era occidental”, cuenta como anécdota del viaje.

Si bien la Cámara debe autorizar cada salida del país y participación en actividades en el extranjero, el registro público que existe muestra los días que duró la labor a la que asistieron, pero no los días que los diputados estuvieron en ese país, algo que puede extenderse por el fin de semana, semana distrital -momento para desarrollar tareas en su distrito- u otros días quedando ausentes en la Sala, sin quedar registro alguno.

Gran parte de las “Otras misiones”  son viajes presidenciales donde desde La Moneda solicitan la compañía de un grupo de parlamentarios en la mayoría de los casos. Las giras del Mandatario o Mandataria de turno tienen una agenda mucho más estrecha que las del Congreso, que son más relajadas en cuanto a las actividades que deben desarrollar. Para los viajes presidenciales, la Cámara de Diputados paga un tercio del viático y se les justifica la asistencia en Sala, ya que están representando al país en misión oficial.

Este jueves, precisamente, la Presidenta Bachelet comenzó una gira por Sudáfrica, Mozambique y Angola en busca de recursos energéticos y de relaciones económicas y políticas. La comitiva de 35 personas incluye a a diputada Paulina Núñez (RN) y los senadores Patricio Walker (DC) y Alfonso de Urresti (PS).

Los parlamentarios consultados confiesan a regañadientes que, pese a las agendas de trabajo, siempre hay espacios para conocer los países, salir de noche, ir a comer o recorrer los centros, aunque evitan que eso se conozca para no ser flanco de críticas por “creer que andamos puro paseando”. Las agendas son muy estrechas, dice Guillermo Ceroni (PPD). “Algunos harán algo en la noche o después de almuerzo para conocer, pero aquí no se va a turistear”.

En general, los diputados asisten solos a los eventos en el exterior, aunque no sobran casos en que deciden invitar a sus esposas, financiado por ellos mismos. De hecho, países más conservadores ofrecen actividades “especiales” para las acompañantes por parte de los gobiernos, mientras los legisladores acuden a las actividades oficiales.

La diplomacia parlamentaria

En estricto rigor, en un estado presidencialista como el chileno, las relaciones exteriores las lleva La Moneda y no el Parlamento, pese a los tratados suscritos entre las Cámaras de distintos países. Al interior del Congreso hay quienes cuestionan “qué es lo que se ha logrado con esos viajes”, cuando muchos de ellos se transforman en “invitaciones a conocer lugares” o solo “estar presentes” en seminarios o foros internacionales.

Algunos diputados, en privado, también son críticos con los viajes. “Tengo reparos con lo productivos que son esos viajes al Caribe, por ejemplo. Los viajes del Ejecutivo sí son súper intensos, además de ser muy públicos y se conoce cada actividad que realizan. Pero los de los parlamentarios no necesariamente se sabe mucho lo que pasa en ellos”.

Al otro extremo están los que defienden la labor de la llamada “diplomacia parlamentaria”. “Si bien los viajes hay que regularlos más, Chile no se puede quedar ausente en contextos donde están todos los países presentes y se producen relaciones interesantes”, dice el diputado Ceroni, quien asegura además que cuestiona el exceso de periplos.

Visión similar tiene Jorge Tarud (PPD), que en total en los últimos cuatro años estuvo en seis veces en Europa: “Los viajes de parlamentarios de diferentes sectores junto al Presidente de turno, por ejemplo, son muy positivos porque reflejan estabilidad política para los inversionistas”. Tarud asegura que viajes a China o Vietnam en el pasado sirvieron para “desentrampar las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio” o “el ingreso de arándanos a China”.

Diferentes parlamentarios dicen que desde Cancillería en varias oportunidades han solicitado reforzar la presencia de diputados en instancias internacionales donde haya miembros del Parlamento boliviano, como una forma de atenuar eventuales conflictos diplomáticos y “evitar que hagan lobby o busquen aliados con otros países”, en momentos que se vive un proceso judicial en La Haya con ese país por los límites terrestres.

En ese sentido, el secretario general de la Cámara de Diputados, Miguel Landeros, asegura que no siempre es fácil encontrar diputados que estén disponibles a realizar algunos de los viajes y hay negociarlo con algunas bancadas. “Muchas veces hay momentos en que no hay a quien mandar a algún lugar”, explica. Landeros dice que es importante estar en todas las instancias parlamentarias posibles, sobre todo cuando son del Acuerdo Marco.

A fines de agosto, la Cámara tiene dos invitaciones que coincidirán en una misma semana, a Suecia y a Nicaragua. Debido a que en el país centroamericano estarán miembros de la diplomacia boliviana, el diputado Roberto León -nuestro profuso viajero- por su cargo a nivel internacional deberá participar en ese foro y no pisar tierra europea: “Imagínate: yo no conozco Suecia y quería conocerla, pero hay que ser responsables con estas cosas”.

Tras una reforma legal, a contar del 1 de septiembre, una vez que la nueva Ley del Lobby esté vigente, los parlamentarios deberán rendir cada gasto que hagan en sus viajes, con boletas y un informe aún más detallado que el que deben entregar hoy con todas sus actividades y encuentros, sean parte del Acuerdo Marco o sean invitaciones cursadas por diferentes organismos o gobiernos. Sin embargo, de limitar los viajes aún no se hecho el cuestionamiento entre los miembros del hemiciclo de la Cámara Baja.

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