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6 de Marzo de 2011

Revelan cómo Maciel desafió la condena del Vaticano junto a su mujer y su hija

En un reportaje aparecido hoy en el periódico español El País, el periodista del matutino Jesús Rodríguez revela detalles de su último libro "La Confesión", en el que cuenta cómo Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, burló la condena del Vaticano y en su destierro "de oración" en realidad vivía con su mujer y su hija.  Aquí extractos del artículo "Marcial Maciel, la amante y su hija".

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En un reportaje aparecido hoy en el periódico español El País, el periodista del matutino Jesús Rodríguez revela detalles de su último libro “La Confesión”, en el que cuenta cómo Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, burló la condena del Vaticano y en su destierro “de oración” en realidad vivía con su mujer y su hija.  Aquí extractos del artículo “Marcial Maciel, la amante y su hija”.

 

“Una vez consumada la dimisión de Maciel en enero de 2005, la primera etapa de su destierro fue Cotija de la Paz (en la región mexicana de Michoacán, considerada la más ultraconservadora dentro de la mejor tradición de la guerra cristera), su pueblo, donde había fundado años antes el Centro Cultural Interamericano, una bella casa de retiro colgada sobre la ciudad. Sería la última vez que pisara en vida su pueblo, ese remanso verde surcado por ovejas y apreciado por sus quesos ligeramente especiados.

 

Nada tenía de extraño que Maciel volviera a Cotija a lamerse las heridas. Lo curioso de la nueva situación es que el fundador, a sus 84 años, ya no viajaba solo, como había hecho durante décadas (saltándose las normas establecidas por él mismo que indicaban que los legionarios debían desplazarse de dos en dos para evitar las tentaciones, y con un itinerario y presupuesto y alojamiento que debían ser aprobados por sus superiores). En esta última ocasión le acompañaban una mujer mexicana en torno a los cuarenta años, Norma Baños, que se tomaba cada vez más libertades en la toma de decisiones en torno a la agenda del fundador, y la hija adolescente de ésta, Normita Rivas Baños (que llevaba el apellido de una de las personalidades que adoptó Maciel en su vida, José Rivas).

 

“A finales de octubre de 2005, la señora Norma se quedó a vivir establemente en Cotija, en el Centro Cultural de la Legión, en un cuarto contiguo al que ocupaba Maciel. La relación entre ellos era de total familiaridad, entraba cada uno en el cuarto del otro, como una pareja». Aquello comenzó a causar un enorme desasosiego entre los legionarios, las consagradas y los empleados que vivían con ellos en el centro.

 

¿Qué opinaba el piadoso entorno de Maciel de esas mujeres?

 

Todos pensábamos que era una rica bienhechora que daba dinero a la congregación y tenía confianza con el padre Maciel, como antes había tenido otras bienhechoras, Talita Retes, Pepita Gandarillas, Pachita Pérez, Edmé de Galas, Dolores Barroso, Guillermina Dikins, Josefita Pérez, Consuelo Fernández, viuda de Zertuche, Flora Barragán… -recuerda un testigo-. Esa mujer más joven que la media de sus bienhechoras anteriores frecuentaba las casas de la Legión y era muy querida por las consagradas que estaban al servicio de Maciel. No nos planteábamos nada más. Otros pensaban todo lo contrario; que era una mujer de nuestro movimiento, del Regnum Christi, y su hija, y que estaban escasas de fondos y a las que Maciel protegía.

 

Nadie fue más allá. Nadie ató cabos. ¿Cómo íbamos a poner en tela de juicio la conducta de nuestro padre, y, más aún, suponer que eran su mujer y su hija?”.

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