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4 de Abril de 2014

Andrés Velasco apuesta por Peñailillo: "Me gusta que las canas no sean requisito para ser ministro del Interior"

El ex ministro de Hacienda y ex carta presidencial dice que la reforma tributaria enviada al Congreso esta semana es necesaria, pero tiene reparos en la fórmula. También sostiene que la reforma educacional está cargada de eslogan y el mundo político tiene escasas ganas de hacer cambios políticos en serio.

Por Rodrigo Durán y Vanessa Azócar
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El ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, también es seguidor de las maquiavélicas operaciones políticas de Frank Underwood en la serie House of Cards. Está avanzando en la segunda temporada y critica que el personaje que interpreta Kevin Spacey perdió sutileza y ya no tiene reparos para ensuciarse las manos. El candidato presidencial -evitando comparar nombres- dice que ni en Chile habría tanta desfachatez. Por eso le gusta más la serie británica en la que se inspira la saga de Netflix y también recuerda que cuando asumió como ministro un amigo le regaló las tres temporadas de “Yes, minister”, una serie ochentera que transmitió la BBC y que narra los malos ratos de un recién nombrado ministro de Asuntos Administrativos, que intenta hacer cambios en su cartera pero se encuentra con el infranqueable muro de la burocracia.  Evidentemente Velasco -que cada vez que puede reitera su crítica a las malas prácticas políticas- se identifica.

Después de sucesivos viajes fuera de Chile el diseño del ex ministro era posicionarse mediáticamente tras el envío al Congreso de la prometida reforma tributaria de la presidenta Michelle Bachelet. Desde el amplio y remodelado departamento que ocupa junto a su equipo a pasos de Plaza Perú en Las Condes -aclara que no es la sede de Fuerza Pública- el ex jefe de las finanzas de Bachelet reafirma que la reforma tributaria es necesaria, pero manifiesta sus dudas sobre la fórmula. Discrepa de  la eliminación del Fondo de Utilidades Tributables (FUT), instrumento que contiene las utilidades no retiradas de las compañías y que busca la reinversión. Dice que podría haberse mejorado más que eliminado.

También coincide en que no hay claridad sobre reforma educacional en que supuestamente se gastarán los US$8.200 millones a recaudar. “En educación hay un slogan carente de contenidos”, critica el ex candidato presidencial que en las primarias sacó un sorpresivo 12% de los sufragios desmarcándose de la Nueva Mayoría y de la figura de la ex mandataria, que en esta entrevista vuelve a embestir contra los partidos y asegura que es la clase política la que no quiere cambios estructurales porque se acomodó al botín.

Velasco también apoya al ministro Interior Rodrigo Peñailillo y cree que los problemas de instalación del nuevo gobierno fueron culpa de los partidos por su insistencia en colocar a personas no idóneas en los cargos.

-Usted ha dicho que la Reforma Tributaria es una reforma necesaria. Se supone que la recaudación va a ser de alrededor de US$8.200 millones y que es para financiar una reforma educacional de la cual no hay aún ninguna claridad. ¿Qué tan necesaria es entonces?

Hay dos temas en tu pregunta. ¿Va a necesitar el Estado de Chile más plata? Sí. Sebastián Piñera dejó a Chile con un déficit de largo plazo del 1% del PIB, aproximadamente 3 mil millones de dólares al año. Y eso hay que corregirlo. Además se va a necesitar más infraestructura, se va a gastar más en salud a medida que la gente envejece. Antes de hablar de ninguna gran reforma el estado de Chile va a necesitar más plata. El objetivo de la reforma mucha gente lo comparte y me incluyo. Ahora el segundo asunto es que si uno quiere recaudar cómo lo hace sin crear peligros para la economía. Y eso lo hace según los instrumentos. ¿Y qué hacemos con la plata? Y ahí yo comparto tu inquietud. No sabemos en qué va a consistir la reforma educacional más allá de ciertos titulares y ciertas consignas. Muchas de las cosas importantes para mejorar la educación han estado fuera del debate. La educación no es solamente plata. Y hay temas,  que por ser muy espinudos,  simplemente se han dejado de lado, como la jubilación de los profesores, la educación de los profedores, etc. No se ha conversado y el debate que ha habido es a mi juicio pobre.

-¿El debate por el fin del lucro?

Hemos terminado en algunas consignas. El lucro tiene que ver con un tipo de discriminación entre los que tienen y  no tienen plata. Pero qué pasa con el otro tipo de discriminación, con el niño que es moreno, que tiene un apellido mapuche, porque sus padres son separados o porque no es bautizado. Esos niños son discriminados sistemáticamente en los colegios católicos.

-Pero la reforma se cifra y se insiste en que se necesitan esos recursos para financiar la reforma educacional ¿que tan necesaria es una reforma cuyos beneficios no se sabe cómo se van a gastar?

Quieres volver a la plata. Hablemos de plata. Si el punto es que no sabemos en qué se va a gastar esa plata, estoy de acuerdo contigo y tampoco sabemos el calendario de esos gastos. Ahí queda mucho paño por cortar. Pero creo que al revés -hacer primero la reforma educacional y después la tributaria- hubiera sido aún más complicado, poner los gastos y no saber si vas a tener los recursos. Yo no veo un problema en sacar la reforma tributaria primero y después la educacional. Lo que me quita es sueño es cómo vamos a hacer para que la educación de los niños sea mejor más allá de ciertos titulares y ciertas consignas.

“Hay un eslogan carente de contenido en Educación”

-¿La reforma educacional se promete solo por la presión de la calle?

A mi no me complica que haya personas que salen a la calle y que levantan la voz por sus intereses. Me complica que sea una sola voz la que se escuche. Una buena política pública no se hace para un grupo, se hace para el interés general. Y yo me pregunto quién está levantando la voz por los niños de tres años que están en el jardín infantil o por los niños que no tienen jardín infantil. O quiénes hablan por los cientos de alumnos de educación técnica que no pueden salir a marchar porque trabajan hasta las 7 de la tarde. Esos jóvenes no se pueden dar el lujo de marchar… Me temo que hay intereses de gente muy desvalida que no están en el centro del debate.

-¿No hay necesidad de avanzar en cambios en la educación universitaria entonces?

Si tu me preguntas dónde está la mayor falta de becas, donde están los créditos más caros es el la educación técnica…

-En el tema de la educación técnica queda en evidencia la nebulosa de esta reforma porque no está claro si está incluida en esta oferta de educación gratuita…

No solo eso. Hay muchas cosas que no están claras. Tampoco se sabe si esta educación gratis ¿será gratis para todas las universidades? ¿es gratis para las familias? ¿incluso para aquellos padres que ganan 20 millones de pesos? La consigna es gratuidad universal pero no sabemos nada. ¿Qué se va a pagar? Si tu le dices al gerente de una universidad privada  que el estado va a pagar la cuenta. Yo te digo inmediatamente lo que ese gerente va a hacer: subir la cuenta. Y si hay un joven que después de estudiar gratis pasa a ser el 1% más rico de Chile, ¿no va a devolverle nada al Estado que le permitió eso? Tampoco lo sabemos… Hay un eslogan, pero ese eslogan hasta este momento es carente de contenido.

– Al final del día, ¿cree que es negativo que el gobierno se ciña a este programa de gobierno y lo repita como mantra?

Toda discusión política donde la única metáfora es la maquinaría pesada es una mala discusión. Ni grúas, ni retroexcavadoras, ni nada que se le parezca. Mala la metáfora…

-El gobierno también rechazó esa metéfora del senador Jaime Quintana (PPD)…

Las metáforas de guerra en general son malas. Todos los que hablan del frente, del cuartel, etc… Como todas las cosas esto tiene de dulce y de agraz. No es malo que los gobiernos digan qué van a hacer. En ese sentido es bueno tener un programa. Pero todos quienes hemos estado en una campaña sabemos que el programa es el título de la canción,  pero  no la letra.  Y sabemos que un título de la canción puede tener letras distintas  y que las letras se van  escribiendo en el camino y cuando pasa por el Congreso esa letra puede mejorar.  

Al mundo político no le gusta el Sistema de Alta Dirección Pública

Uno de las críticas a la reforma tributaria es que el Estado ya tiene una baja ejecución presupuestaria y anuncia la necesidad de atraer nuevos recursos…

¡Baja ejecución presupuestaria en el gobierno de Piñera!. Hay una diferencia muy importante en la capacidad que tuvo el gobierno saliente para ejecutar versus los gobiernos anteriores. Eso tiene que ver con haber despedido de la función pública a muchas personas con experiencia que sabían cómo hacer andar la maquinaria y haber traído a un montón de personas del sector privado que no necesariamente eran los mejores y no tenían experiencia y les tomó 3 a 4 años aprender. Eso revela desde el mundo de la derecha el desprecio por el conocimiento y las destrezas necesarias para la función pública.

-¿Ha sido exagerada la crítica del gobierno saliente por los despidos de funcionarios elegidos por Alta Dirección Pública?

Para hacer críticas uno tiene que estar libre de pecado y en este caso quienes hacen las críticas son los mismos que despidieron a un 60% de las personas nombradas por ADP. Esa crítica no tiene mucha credibilidad. El problema es que la Alta Dirección Pública, siendo un buen sistema, tiene un problema que al  lograr aprobarlo en el Congreso en el 2004 se hicieron concesiones: primero se aprobó que no estén todos los cargos públicos;  que haya mucha flexibilidad en el uso de reemplazantes e interinos. Y por último se aprobó que que sean gerentes nominados por concurso, pero sin ninguna estabilidad. El que entra siempre los puede despedir sin expresión de causa. Ese sistema hoy merece una buena reforma. Yo intenté en 2006 o 2007 pero está durmiendo porque -hay que decirlo- al mundo político no le gusta el sistema de Alta Dirección Pública.

-¿Por la eventual pérdida de influencia?

Porque los parlamentarios -como lo hemos visto- ejercen su poder político poniendo  a sus amigos en los cargos…

-Como pasa con los gobernadores…

Así es. Por eso yo propuse eliminar el cargo, porque no está claro qué función cumplen. Son un botín del mundo político.  No ha habido voluntad en el Congreso para modificar el sistema.

A propósito de la polémica por los gobernadores renunciados, ¿cuál es su evaluación de la instalación del gobierno en estas semanas?

Creo que han quedado en evidencia problemas que yo más que atribuirle al Gobierno, le atribuyo al sistema político y en especial al sistema de partidos. Uno podría pedirle al gobierno que revise cada antecedente de cada persona antes, pero la responsabilidad principal me parece a mí que es de quien se postula o de quien es postulado a sabiendas de que tiene cosas en su hoja de vida que no lo hacen apto para el cargo. Habría que preguntarle a las personas de los partidos por qué perseveran en postular a gente que no está capacitada en ese momento para ejercer ese cargo.

– Es curioso porque Osvaldo Andrade dijo que se hubiesen evitado muchos problemas si la elección de los candidatos a ocupar cargos hubiese salido de los partidos… En el fondo traspasando esa responsabilidad a La Moneda…

Eh…capaz que el diputado Andrade sepa algo que el país no sabe pero cada una de las personas que fueron cuestionadas fueron militantes de un partido y habían sido sugeridas por su partido y me atrevería a lanzar la conjetura de que con bastante insistencia. ¡Esta gente no cayó del cielo y muchos ya habían tenido cargos en el estado! Entonces por favor…¿Qué independiente ha sido cuestionado? Ninguno…

-¿Entonces se cargó injustamente al ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo? Yo creo que a las personas hay que juzgarlas por lo que hacen y por su trayectoria. Juzgar a alguien que ha ejercido 15 días un cargo me parece precipitado. Demosle la oportunidad de hacer su pega…

-¿Cree que va a ser un buen ministro del Interior, pese a su inexperiencia?

Yo lo conocí como jefe de gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet. Y hay una cosa que me gusta: que las canas no sean un requisito para ser ministro del Interior. Me gusta que alguien como Peñailillo que tiene 40 años y que Alvaro Elizalde, que tiene 42 también, estén ejerciendo el poder desde La Moneda. Eso empieza a dar señales de ese recambio de caras que hace tanta falta. Antes uno miraba la televisión y no sabía si estaba en el 2010 en el 1990 porque las caras eran las mismas. ¡Es muy bueno que eso lentamente empiece a cambiar!

 

 

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