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16 de Enero de 2019

Disculpa, Mario Salas… yo te bauticé “Comandante”

"Quédate tranquilo que ya lo problemático pasó y para mí, ahora, lo único que no me gusta es que se banalice la imagen de Ernesto 'Che' Guevara", respondió el técnico de Colo Colo.

Por Carlos Fuentealba Varela
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Carlos Fuentealba Varela es Periodista y militante de Revolución Democrática.

Cuando el Comandante Mario Salas entró al salón de Conferencias del Hotel Sheraton de Buenos Aires se produjo un silencio nervioso. Veinte sillas desocupadas frente a la tarima y detrás de ellas, una fila de cámaras esperando capturar la imagen de un entrenador que moviliza pasiones como pocos lo han logrado. Y eso en un equipo tan popular como Colo Colo es augurio de cosas interesantes.

-Por favor, siéntense en las sillas de  acá adelante- dijo desafiante Salas a los periodistas-  porque parecen los cabros malos del curso, escondidos allá atrás de las cámaras.

Desde el entrenamiento matutino de este lunes, se había notado que el plantel no se sentía cómodo con la prensa. Antes de comenzar el ejercicio físico en el Mapuche Country Club de Pilar, a 50 km de Buenos Aires, Jorge Valdivia marcó el territorio al pequeño grupo de periodistas que fuimos a ver el primer entrenamiento abierto de la pretemporada. Levantando con la mano un pequeño balón negro, el “Mago” espetó en alto volumen: “Radio ADN, aquí tienen para que se la metan en el orto, hueones mentirosos”.

Claramente, nadie estaba contento con el tratamiento que había recibido el caso Gaete.

Por eso, cuando Salas lanzó su desafío, yo, que tengo poco que ver con ese ambiente, decidí sentarme en el extremo izquierdo de la primera fila y aventurarme con mi propia agenda.

-Señor Salas- empecé nervioso- me gustaría, antes que todo, pedirle una disculpa por haberlo bautizado como Comandante durante un reporteo hace cinco años.

Salas achinó los ojos, pero de inmediato me di cuenta que se acordaba. En esa época él entrenaba con mucho éxito a Barnechea y yo era uno de los reporteros de la Dirección de Contenidos Corporativos de Copesa, una agencia noticiosa con la que durante el primer gobierno de Piñera, la empresa logró segmentar el trabajo periodístico en los diarios más populares del conglomerado, La Hora y La Cuarta, para tener un mayor control editorial. Por culpa de este experimento de Marco Antonio González, un operador político al que, según las malas lenguas, sacaron de la Fundación Jaime Guzmán por facho (imagínese usted), los reporteros de ese entonces no teníamos ningún control sobre lo que se publicaba y contábamos con tantos editores y jefes hacia arriba, que se podían repartir la responsabilidad entre todos y publicar lo que quisieran.

La cuestión es que en ese entonces me llamó la atención el sistemático trabajo de Mario Salas y consigné que tenía un perfil muy distinto a la mayoría de los técnicos: era profesor de educación física, ex jugador de rugby, había hecho sus primeros pasos en la dirección técnica como ayudante de Nelson Acosta en Everton y en el pequeño equipo de Barnechea tenía un despacho con biblioteca y pizarrones, un escritorio y sobre él, un retrato de Ernesto “Che” Guevara.  Después de mucho hablar, cuando le pregunté por este retrato, Salas sólo se rió y me respondió que le parecía una fuente de inspiración, que no pensaba armar una célula revolucionaria ni nada por el estilo.

Todo habría quedado allí si a los editores de La Cuarta el detalle les hubiese parecido anecdótico. Sin embargo, tras leer mi nota, la dieron vuelta completa y pusieron de titular: “El Comandante Salas quiere revolucionar el fútbol chileno”. Yo protesté, pero mi jefe me mandó a hablar con otro tipo al que no conocía y este otro me miró con cara de “¿Qué quieres que le haga?”. Un periodista que estaba allí metió la cuchara para increparme – “¡O sea que si el tipo te dice que es gay, tú no lo ponís en el titular?”.

-¡¡No!!- le respondí a los gritos- ¡obvio que no!

Pero no hubo caso. La nota salió así y tuve que agachar el moño, resignándome a lo mala onda que sería la publicación para el pobre Salas, que desde entonces debió acostumbrarse a ser el Comandante.

Tras triunfar allá por donde pasó- bicampeón en Universidad Católica y Sporting Cristal de Perú- Salas le agradeció a Dios su llegada a Colo Colo y se refirió a su “comandancia” en su presentación: “Me rendí. Es una lucha que en algún momento me molestó porque no me gustaba la caricaturización del tema, pero ya convivo y lo acepto como es no más”.

Por eso, cuando leí que Colo Colo venía a hacer la pretemporada a Buenos Aires, supe que era mi oportunidad para contarle esta historia y entregarle mis excusas por tan pesado mote.

-¡Así que tú eres el culpable!- se rió tras mi disculpa.

-Sí, vine a ponerle el pecho a las balas.

-No, quédate tranquilo que ya lo problemático pasó y para mí, ahora, lo único que no me gusta es que se banalice la imagen de Ernesto “Che” Guevara.

El Comandante, para distender, habló de lo que le espera en Colo Colo y erigió a Esteban Paredes como su pichón dentro el plantel: “Es un líder que representa todo lo que queremos para el equipo y que transmite su madurez a los más jóvenes”.

Tras terminar la conferencia, se me acercó y estrechó la mano para repetir, nuevamente, que no tiene problemas con el apodo, que entiende que así funciona la cultura del espectáculo en el fútbol y los medios y que, lo importante para él en este momento, es poder concentrarse en el rendimiento del equipo para darle una alegría a la hinchada más popular del país. “Que te vaya bien, loco”, me dijo con un fuerte apretón de manos y a mí me dieron ganas de agradecerle la clara, la entrañable transparencia, de su querida presencia…Comandante Mario Salas.

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