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16 de Septiembre de 2014

10 razones para llamarte cobarde

El hecho de que el rodeo sea una tradición chilena desde hace 400 años no significa nada. Cantar y jugar “El perro judío” o denigrar a los homosexuales también han sido actividades muy arraigadas en nuestra cultura y eso no las convierte exactamente en algo digno de ser mantenido en el tiempo.

Por Rodrigo Guendelman
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Porque los novillos a los que les haces esos “puntos buenos” sufren la quebradura de sus huesos  y reciben lesiones en sus órganos, tanto internos como superficiales, los cuales muchas veces terminan reventados.

Porque cuando el novillo no quiere pararse, le aplicas corriente a escondidas, le pegas en la cara, le doblas la cola.

Porque el rodeo es una actividad de patrones, no de peones. Hay que tener abundancia de medios para criar caballos corraleros y para comprarse atuendos de huaso. Entonces, no me vengas con el bullshit de que se trata de un “deporte” que representa al campo chileno. Esto es, simplemente, un hobbie de latifundistas con la autoestima baja.

Porque las supuestas reglas que “protegen” al animal, tanto al caballo como al novillo, son igual de cínicas que los eufemismos de nuestro lenguaje: están hechos para bajar el perfil, para atenuar lo evidente. En el fondo, para darle excusas al torturador cuando es confrontado por la tortura. 

Porque el hecho de que el rodeo sea una tradición chilena desde hace 400 años no significa nada. Cantar y jugar “El perro judío” o denigrar a los homosexuales también han sido actividades muy arraigadas en nuestra cultura y eso no las convierte exactamente en algo digno de ser mantenido en el tiempo.

Porque correr arriba de un caballo acompañado de tu amigui, o sea dos jinetes en dos caballos que persiguen a un novillo desde la altura, o sea dos contra uno, no es algo que te convierta exactamente en un valiente. Hasta ese grupo de descerebrados llamados toreros tienen más huevos que tú.

Porque hay una relación directa entre hombres que primero maltratan animales y luego terminan maltratando mujeres.

Porque el público que aplaude estas sesiones de tortura produce vergüenza ajena. Peor aún, que el rodeo sea “deporte nacional” desde 1962 no hace más que mostrarnos como un pueblo ignorante y cómplice de tortura.

Porque tu afición por el rodeo sólo habla de tu inseguridad. Necesitas estar arriba de un caballo y atrincar a un pobre novillo para sentirte poderoso. Es como el auto de 30 palos, la moto que hace harto ruido o la polola varias décadas más joven y con harta silicona. Sólo que el auto, la moto y la polola no dañan a otro ser vivo.

Y, finalmente, porque si tú eres cobarde, entonces las empresas que te auspician también lo son. Y como las marcas se cuidan de no relacionarse con actividades de dudosa reputación, el financiamiento de tu hobbie va a caer. Igual que el otro caballero. En algún momento, te lo juro, va a caer.

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