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8 de Febrero de 2016

Por qué NO hay que prohibir a los perros en las playas

"No existe una norma legal que autorice a los municipios para prohibir de plano el ingreso a las personas con sus perros a las playas".

Por Ximena Wiesenfeld
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Ximena Wiesenfeld es Directiva AnimaNaturalis Internacional-Chilechile@animanaturalis.org

Carolina tiene una sencilla aunque acogedora cabaña en Algarrobo, frente a la playa Las Cadenas. Allí se refugiaba días de invierno y verano junto a su gran compañera, su perrita Sofi, mestiza de maltés.

Ya no podrá ir más. ¿La razón? La nueva normativa que prohíbe a los visitantes ir con sus perros a la playa. Esta restricción se ha extendido a balnearios de municipios, como el de Iquique, Antofagasta y varios del litoral central, entre otros. No es una ley de la República, tampoco una norma aprobada a nivel nacional. Se trata de una medida adoptada por ciertas playas.

Carolina está triste y complicada. Decidió quedarse en Santiago porque no tiene plata para alojar a Sofi en un hotel y tampoco quiso molestar a  ningún familiar ni amigo con la presencia de la perrita.  Sofi además es muy apegada a ella  y sufre de cardiopatía, además de problemas en sus caderas,  por lo que se le deben dar medicamentos y una alimentación especial.

Perro

 

El reclamo de Carolina se suma al de cientos de chilenos que están acostumbrados a ir de vacaciones o de paseo con sus perros y que hoy deberán en el caso de infringir la norma, pagar multas de hasta $224 mil pesos.

Las razones expuestas por quienes están a favor de esta prohibición, alcaldes y civiles, son principalmente que los perros corren de un lado a otro, que se orinan y defecan en la arena, o simplemente porque no a todos les gustan los perros. La gente está de vacaciones y no quiere ser molestada.

Florencia Trujillo, asesora legal de la agrupación pro-animal Ecópolis, quien además es egresada de derecho de la Universidad de Chile, señala que no existe una norma legal que autorice a los municipios para prohibir de plano el ingreso a las personas con sus perros a las playas de Chile. Evidentemente la prohibición no es para los perros en sí. Esto quiere decir que los destinatarios de dicha normativa son las personas  en el uso del ejercicio de su derecho de propiedad, en este caso el perro.  Además Trujillo plantea la siguiente inquietud: ¿puede una ordenanza municipal prohibirle a usted que circule con su perro en las calles de su comuna? La respuesta es NO, por ende, ¿por qué podría una ordenanza prohibir que circule con su perro por las playas?

Lo que sí puede hacer una ordenanza es imponer “condiciones” o “restricciones”, como el uso de arnés, correa  o supervisión permanente, placa de identificación, además de porte de bolsas para recoger la caca. Y para el caso específico de las playas en época estival, bien se podrían designar sectores de esparcimiento para poder correr y jugar con los perritos libremente.

Perro

Prohibir el ingreso a la playa con un perro es privar del legítimo ejercicio del derecho de propiedad, el cual está garantizado constitucionalmente, como lo es querer pasear con mi can en condiciones de tenencia responsable por una franja de terreno fiscal, de libre acceso y habilitada precisamente para el disfrute y recreación de todos y todas.

Ahora bien, muchos pueden decir que se puede exigir que esta normativa se aplique, en un contexto donde muchas personas aún no demuestran que son capaces de cumplir con las condiciones y restricciones señaladas, pues hay que señalar que existe un “lado B” de todo esto y es que una vez terminadas las vacaciones, queda en evidencia la enorme cantidad de perros extraviados o derechamente abandonados en los balnearios de nuestro país.

Por ejemplo, en el caso de Santo Domingo, uno de los municipios donde corre esta prohibición, es una zona que también alberga humedal, un área silvestre protegida. Por lo tanto lo que ocurra  en la playa, como el abandono, puede tener repercusiones negativas si esos animales se desplazan a esa zona. Es un tema complejo, pero claramente la solución no pasa por imponer una normativa tan arbitraria y que prive a muchos de poder disfrutar con sus compañeros en el mar.

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Muchos quienes se oponen a esta normativa podrán alegar incluso, con evidentes y claras razones, que son las personas quienes contaminan y ensucian más nuestras playas y los espacios públicos en general. Pero si dentro de esta problemática pudiese estar contemplado un plan de tenencia responsable y cada persona se hiciese cargo de su perro como corresponde,  no estaríamos pidiendo por el derecho de pasear libremente con ellos, donde queramos.

Hay muchos países en Europa donde no sólo puedes estar con tu animal de compañía en playas y lagos, también se puede entrar con ellos a centros comerciales, teatros y hasta restaurantes. Sin duda tenemos que poner de nuestra parte para no tener que llegar a este tipo de normativas donde sólo se intenta tapar el sol con un dedo y en definitiva no tratar el problema de raíz como debiese ser.

Esperemos que se cancele esta normativa en los lugares donde se quiere imponer y que prime el criterio. Es obvio que los dueños de perros también deben poner de su parte, pero restringiendo las libertades individuales no se saca nada, para que así personas como Carolina y su perrita puedan seguir veraneando juntas.

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