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8 de Octubre de 2018

Relaciones Chile – Bolivia pos fallo de la Haya

Chile tiene que demostrar en cada momento su vocación de entendimiento y cooperación, ni un inapelable triunfo ante la Corte, ni un emplazamiento constante del Presidente de Bolivia deben cambiar aquello.

Por Jaime Abedrapo
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Jaime Abedrapo es Director de la Escuela de Gobierno de la USS

El largo proceso político – judicial de Bolivia en contra de Chile presentado el 2013 llegó a su fin el pasado 1 de octubre con un fallo inapelable y macizo en favor de Chile, dejando en claro que desde la perspectiva jurídica Chile no ha contraído obligación de negociar una salida soberana al océano Pacífico con Bolivia. En este contexto la pregunta que nos hacemos es ¿cuál será la mejor estrategia política a seguir con Bolivia?

Tras la actitud que asumamos está en juego, por un lado, una política destinada a administrar las diferencias y las inamistosas relaciones entre los países vecinos que desde 1978 sólo tienen relaciones consulares, y por otro lado, buscar un camino distinto. Uno que realmente en el tiempo traiga mayor entendimiento y bienestar a nuestros pueblos, el cual comienza en y con el diálogo.

Chile tiene que demostrar en cada momento su vocación de entendimiento y cooperación, ni un inapelable triunfo ante la Corte, ni un emplazamiento constante del Presidente de Bolivia deben cambiar aquello. Si el objetivo es implementar acciones que nos permitan salir de un paradigma hostil de vinculaciones históricas, debemos actuar en coherencia con ello.

Es cierto, como han planteado distintos internacionalistas, que Chile ha estado muy absorto estos últimos años en el tema de la demanda boliviana y que tiene una agenda bastante más nutrida desde la perspectiva política y comercial. Sin embargo, las relaciones vecinales por muchas razones son siempre relevantes para los Estados, en especial porque se trata de pueblos que convivirán por siempre.

Resulta evidente que la derrota ante la Corte Internacional de Justicia de las tesis jurídicas que presentó Bolivia no terminará con sus aspiraciones de acceso al Océano Pacífico, menos en la era de Evo Morales, quien ha sido un vehemente defensor de ellas y que las seguirá esgrimiendo como respuesta a la frustración que él mismo ha ayudado a gestar en el seno de la sociedad boliviana. De hecho, muy probablemente insista en que se cometió una injusticia por parte del Tribunal en contra de su pueblo, cuestión que puede dañar más significativamente la relación entre ambos países.

En dicho escenario la inacción es la peor de las políticas, ya que es limitar la acción del Estado a la coyuntura entre los gobiernos de turno. La propuesta es intentar apoyar vasos comunicantes entre los pueblos a nivel social, cultural y económico, para lo cual se debe mantener la actitud de diálogo y entendimiento.

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