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25 de Mayo de 2020

Economía Circular y las oportunidades para la superación de la pobreza en América Latina y el Caribe

Por Andree Henríquez
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Andree Henríquez es Centro de Innovación y Economía Circular-CIEC. Doctor (c) en Administración y Negocios de la Universidad de Chile, MBA Universidad de Chile. Subdirector e Investigador del Observatorio de Innovación del la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.

Doscientos catorce millones de personas en situación de pobreza, un 34,7% de la población de la región, es la proyección que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha entregado en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en el nuevo contexto mundial y regionalEsto representa un incremento de 28 millones de personas respecto de 2019 que serían el resultado, principalmente, de los efectos de la pandemia global. Por sí sola esta cifra es una mala noticia, pero lo es más cuando vemos que desde 2015 estamos presenciando un sistemático revés en los avances logrados entre 2002 a 2014 cuando la pobreza disminuyó de 45,5% a 27,8% de la población. 

Lo anterior muestra que el COVID-19 acelera, profundiza y visibiliza algunas tendencias que ya estaban presentes y parecen responder a factores más estructurales, expresado en la caída del crecimiento promedio del PIB del 6% al 0,2% en el periodo 2010-2019. Frente a esto, es necesario reconocer que incluso pasada la pandemia y recuperando progresivamente el dinamismo económico, las bases sobre las cuales se sostiene el desarrollo en la región parecen estar agotándose. 

En este sentido, el modelo exportador basado en la extracción de recursos, la importación de manufacturas y la provisión de servicios a nivel interno, presente desde Chile hasta México, se enfrenta a una caída en los precios internacionales y una pérdida constante de competitividad. Junto a esto, ha mostrado su limitada capacidad de largo plazo para resolver los problemas de pobreza y desigualdad, ofrecer empleos de calidad, acceso a mejor educación, salud y pensiones, y disminuir los pasivos medioambientales. Todo esto combinado con una ciudadanía más consciente de su poder y sospechosa de cualquier solución que emerja desde las clases dirigenciales políticas, empresariales e incluso trabajadoras, está generando un escenario cada más complejo para el futuro de América Latina y el Caribe. 

Economía circular como marco estratégico

Entonces ¿cómo retomar el camino hacia de la reducción de la pobreza? Una parte de la respuesta puede encontrarse en la capacidad de generar un nuevo pacto social de la mano con la transición hacia una economía circular, que supere el paradigma de pensamiento y economía lineal que nos ha permitido reducir la pobreza, pero que muestra grietas importantes para solucionar los desafíos futuros. A continuación, se exponen cuatro ideas de cómo la economía circular puede ser un aporte para la superación de la pobreza en la región: 

Primero, la economía circular es un marco estratégico para alcanzar el desarrollo sostenible que reconoce la importancia de la sociedad, las empresas, los gobiernos y la academia para generar crecimiento económico, bienestar social y cuidado del medioambiente. Contribuye a la construcción de un relato político para un nuevo pacto social, en un momento en que las instituciones y el modelo de relaciones sociales de los países enfrentan serios problemas de legitimidad frente a la ciudadanía.

Entendido como un relato político, la economía circular permite la convergencia de los diversos intereses que parecen estar en conflicto en la sociedad, como crecimiento económico y medioambiente; equidad social y libre mercado, empresas y sociedad, entre otras. Este aspecto no es menor, cuando observamos el peligro de la polarización del discurso político a nivel internacional, que no contribuye a pensar de forma compartida un nuevo modelo de desarrollo, lo que termina afectando continuamente a los más pobres.  

La importancia de la innovación de base científica

Segundo, la ciencia, tecnología e innovación son condiciones sine qua non para su implementación. Transitar desde la economía lineal hasta la circular requiere la generación de innovaciones de base científica que van desde la sensorización de procesos hasta la generación de modelos de negocios y crean campos tan diversos como las energías renovables y el big data. Si bien no existe una tecnología que se llame “economía circular”, lo que ésta permite es una articulación de tecnologías en torno a los desafíos del desarrollo sostenible.

Lo anterior, está en consonancia con las recomendaciones internacionales, que enfatizan la necesidad de invertir en ciencia y tecnología como motor para el desarrollo que permita la creación de nuevos emprendimientos, la generación de productos y servicios de alto valor, aumentar los empleos de alta calidad y el incremento de los ingresos, aportando a superar la pobreza de forma sostenida en el tiempo. Para esto, la región debe aumentar el 0,74% del PIB que invierte en investigación y desarrollo que la pone a la saga del 2,2% promedio del mundo, según cifras del Banco Mundial. 

Industrialización 4.0

Tercero, en el centro de la economía circular está la industrialización y manufactura. Si bien ha ganado mucho espacio la idea de que economía circular es igual a reciclaje, esto no puede estar más errado. Tanto a nivel conceptual como práctico, se busca impulsar un cambio en las formas de cómo y qué producimos, no solo de la parte final del proceso. Por esta razón, el mayor esfuerzo de la economía circular está en impulsar la transformación de la mano con la industria 4.0 y hacia la reindustrialización de los países de la región. 

Un nuevo tipo de industria, con una fuerte base tecnológica, es urgente para incrementar el bienestar económico, social y medioambiental. Proyectar el desarrollo de América Latina y el Caribe sobre la base del actual modelo de producción y con fuerte componente de extracción de recursos naturales, solo profundizará las brechas sociales y seguirá aumentando la pobreza. Reindustrializar los territorios desde la economía circular y la industria 4.0 significan avanzar en la triada persona, beneficio y planeta. 

No olvidar la crisis medioambiental

Cuarto, el medioambiente es origen y finalidad.  El modelo de economía circular puede ser entendido como restaurativo y regenerativo por diseño, y tiene como objetivo mantener los productos, componentes y materiales bajo una máxima utilidad y valor en todo el ciclo de vida. Lo anterior significa que se busca desacoplar el crecimiento económico del uso de los recursos finitos del planeta. 

La economía circular aporta a los desafíos que nos impone el cambio climático, que como ha planteado reiteradas veces las Naciones Unidas, tendrá impactos sociales profundos, sobre todo en los más desposeídos, constituyéndose en un apartheid climático, empujando a casi 100 millones de personas por año a la pobreza. Por esta razón, disminuir los efectos del cambio climático a través del uso eficiente de los recursos cerrando el loop, es aportar a la lucha contra la pobreza de 214 millones de personas en la región.    

En síntesis, el modelo de economía circular es uno de los caminos posibles que se abren para América Latina y el Caribe en su lucha contra la pobreza.  Si bien hoy la preocupación es contener los efectos que está teniendo la pandemia COVID-19, no se debe olvidar que estos se dan en una región que mostraba signos evidentes de falta de crecimiento, desigualdad social y descuido ambiental que han contribuido a grandes estallidos sociales en Chile, Colombia, Bolivia y Ecuador durante el año 2019.  Por esta razón, las soluciones de emergencia no deben opacar la necesidad de avanzar en un profundo proceso de transformación hacia el desarrollo sostenible de la región desde la economía circular. Cuando muchos se preguntan si después de la pandemia seguiremos siendo los mismos, esto se responderá en parte importante si nuestro modelo socioeconómico se mantiene invariable o se decide su transformación. 

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