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29 de Enero de 2021

Click & Drive

La autonomización de los vehículos es imparable. Pues mientras más autónomo sea el vehículo mayor será la disponibilidad de tiempo del usuario (ex conductor) y, por tanto, habrá más atención disponible para poder interactuar con el cliente-usuario.

Por Miguel Papic
Foto Agencia Uno.
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Miguel Papic

Miguel Papic es Ceo & founder Avoncourt Partners GMB

La introducción de los vehículos eléctricos no sólo está modificando la forma en que estos se alimentan. Hasta ahora, un automóvil tradicional de pasajeros incluye alrededor de 80 piezas equipadas con chips que realizan todo tipo de tareas que ni siquiera percibimos, para lo cual ejecuta un código que permanece estático durante la vida útil de un automóvil. Sin embargo, el mismo vehículo, esta vez eléctrico, contará con un procesador central que vendrá a representar el corazón del automóvil.

Este procesador administra las piezas y funciones básicas del automóvil, como batería, motores eléctricos, frenos, luces, airbags y alertas, así como sus tareas adicionales, tales como entretenimiento, calefacción en los asientos y aire acondicionado, entre otros. Como toda maquinaria, requerirá de mantenimiento y reparación, además de actualizaciones de software de forma regular para mejorar la seguridad y el rendimiento.

Realizar este mantenimiento constante a los automóviles traerá tres consecuencias, que pasarán a ser omnipresentes para los usuarios que serán cada vez menos conductores: primero, llevará a las empresas fabricantes a hacer grandes cambios en la forma en que hoy producen los automóviles. Durante décadas, la industria automotriz integró softwares más que desarrollarlos, pero hoy tendrán el desafío de producir al menos el 60% de estos en casa, incluyendo el coding, cuya externalización permitía reducir costos. Sin embargo, ahora tendrán pocos años para transformarse y centralizar la producción que hoy está distribuida, junto con aportar un profundo conocimiento técnico y desarrollar la habilidad de trabajar interactivamente con sus clientes.

En segundo lugar, el automóvil estará en constante evolución y, al igual que un smartphone, requerirá permanentes actualizaciones. La idea de encargar componentes terminados a proveedores e instalarlos en los automóviles en la línea de ensamblaje sufrirá grandes transformaciones. Se pasará de una concepción clásica de fabricación de producto terminado a una de fabricación evolutiva, donde el producto nunca estará terminado.

Una tercera consecuencia es que, dada esta interacción entre fabricante y usuario, los primeros buscarán nuevas cadenas de valor que deriven en nuevas fuentes de ingresos. Esto como producto del profundo conocimiento del que dispondrán los fabricantes de los usuarios de sus automóviles. No es difícil concebir entonces que, a corto andar existirá un marketing cloud para los automóviles, que pondrá a disposición de sus clientes productos, servicios y experiencias, modelados de acuerdo a sus hábitos de uso en el automóvil. De más está decir que el usuario pondrá escasa e ineficaz resistencia a la oferta constante de productos que recibirá.

La autonomización de los vehículos entonces, es imparable. Pues mientras más autónomo sea el vehículo mayor será la disponibilidad de tiempo del usuario (ex conductor) y, por tanto, habrá más atención disponible para poder interactuar con el cliente-usuario. Así las cosas, me puedo imaginar tener que pagar extra cada vez que quiera volver a tener el control del vehículo en el volante y no en el computador. Más bien, será una conducción compartida en el mejor de los escenarios y la libertad del usuario (quien quiere volver a ser un conductor) podría ser poco deseable para los fabricantes.

Sin duda, habrá muchos beneficios, como mayor seguridad para los conductores, menor criminalidad en torno a robo de autos y partes, mayor control por parte de la autoridad y la policía. La recaudación fiscal de multas e impuestos asociados al uso de automóviles será más expedita. Además, habrá un desgaste más racional de partes y piezas, lo que permitiría controlar de mejor manera la contaminación, la huella de CO2 y la huella hídrica de forma mucho más exacta.

A pesar de lo anterior, todo esto plantea enormes desafíos, en particular en un automóvil donde el nivel de seguridad es crítico. La transformación que requerirán fabricantes, talleres de mantenimiento y usuarios no se dará por un click. El hacking de funciones críticas, el resguardo de la identidad de los usuarios, la privacidad de las conversaciones, la sobreoferta de experiencias a los ocupantes, serán temas que estarán muy pronto en las mesas de reguladores, acosados por una ciudadanía completamente nesciente frente a esta nueva realidad.

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