Efectos de la pandemia en los derechos humanos de mujeres, niños y adolescentes
Las mujeres reportan haber padecido más violencia que antes de la pandemia, y aquellas que trabajan en el sector informal, declararon sentir mayor estrés. Y, en el caso de la educación, al menos la mitad de las personas se enfrentaba a la limitación en el uso de la tecnología, lo que profundiza la brecha de desigualdad ya existente previa a la pandemia.
Por Julieta Martínez y Nashieli Ramírez
"Las consultas y el diálogo intergeneracional fungen como una herramienta imprescindible para elaborar diagnósticos integrales". AGENCIA UNO/ARCHIVO
Julieta Martínez y Nashieli Ramírez es Fundadora de Tremendas y miembro de Beijing +25 Global Young de ONU Mujeres; y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de México, respectivamente
La Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño de la Organización Mundial de la Salud (PMNCH, por sus siglas en inglés) realizó un estudio para identificar los desafíos y las soluciones que se han implementado durante la pandemia con relación a mujeres, niños, niñas y adolescentes. En este trabajo se recopilaron datos de más de 30 mil mujeres, niñas, niños y adolescentes en 43 países con la colaboración de sociedad civil local y organismos internacionales con una participación destacable de América Latina y el Caribe.
El estudio permite documentar situaciones que afectan los derechos humanos. A su vez, se comprueba que esos efectos tienen un impacto diferenciado en las personas en función de su género y edad.
Las mujeres reportan haber padecido más violencia que antes de la pandemia. Esta información coincide con tendencias detectadas en la región, como el aumento del trabajo no remunerado de las mujeres y la contracción del mercado laboral.
También, llama la atención las afectaciones en salud mental: muchas mujeres, particularmente aquellas que trabajan en el sector informal, declararon sentir mayor estrés.
En el caso de la educación, el PMNCH da cuenta de que al menos la mitad de las personas se enfrentaba a la limitación en el uso de la tecnología (indispensable hoy para ejercer el derecho a la educación, al entretenimiento, al acceso a la cultura, entre otros derechos). Lo anterior profundiza la brecha de desigualdad ya existente previa a la pandemia, por lo que también afecta al derecho de no discriminación.
El hecho de que el 50% de las personas de 10 a 29 años reporten problemas para seguir estudiando debido a una limitación en el acceso a medios tecnológicos es alarmante. En algunos casos, se ha generado un declive en las reinscripciones al nuevo ciclo escolar. Es tal la gravedad del rezago, que la región se ha visto forzada a realizar ponderaciones constantes sobre la posibilidad de reanudar actividades presenciales, aún en períodos con tasas elevadas de contagios y hospitalizaciones.
En América Latina y el Caribe, sólo el 33% de los jóvenes de entre 13 y 29 años sabía cómo se transmitía el virus. Este desconocimiento sobre el COVID-19 y las medidas de prevención necesarias para evitar su transmisión, alertan sobre la necesidad de estrategias de información dirigidas a niños, niñas y jóvenes; se debe recordar que el derecho a la información es un derecho “llave” para acceder a otros como el derecho a la salud. Si bien son datos complejos, representan también una oportunidad de atender con urgencia y evitar el crecimiento de una generación afectada por la falta de protección.
Estas cifras nos recuerdan la importancia de garantizar el derecho de las personas a ser escuchadas en los asuntos que les conciernen, especialmente a mujeres, niñas, niños y adolescentes. Las consultas y el diálogo intergeneracional fungen como una herramienta imprescindible para elaborar diagnósticos integrales. Y el PMNCH, a través de estos esfuerzos, busca acertadamente visualizar el impacto de la pandemia en el sur global y cómo las circunstancias de vida y las profundas desigualdades de nuestra región condicionan el pleno disfrute de nuestros derechos.
