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12 de Octubre de 2022

La urgencia de contar con educación sexual en las escuelas

La escuela es el lugar que puede ofrecer información de calidad e instancias de deliberación razonada en torno a las maneras en que los sujetos entendemos el género y la sexualidad en la vida social. 

Por Teresa Rojas
Seguir dilatando esta discusión a nivel legislativo es sumamente irresponsable con el presente y futuro de nuestros niños y niñas. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Chile tiene una deuda con la educación sexual de niños y niñas. La clase política no ha logrado consensuar una ley que establezca un marco general para formar desde una perspectiva de sexualidad integral a las y los estudiantes en jardines infantiles, escuelas y liceos.

A la fecha, la educación sexual se imparte a partir del segundo ciclo de enseñanza y está restringida a temas de salud reproductiva, prevención de enfermedades y temas de afectividad. La formación en género, diversidad sexual, autocuidado y violencia sexual, entre otras, posee poca visibilidad y tiene algunas alusiones dispersas en el currículo escolar. Sabemos que la educación sexual temprana tiene relación con la prevención de la violencia sexista y homofóbica y, fundamentalmente, es la base de un desarrollo pleno, que derribe prejuicios, estereotipos sobre el cuerpo, el placer y la afectividad. Además, permite cimentar relaciones más democráticas, basadas en el respeto hacia uno mismo y los demás, la empatía y la comunicación. 

Tenemos graves problemas en el sistema educativo que ameritan tomarnos en serio el tema. Por una parte han aumentado las denuncias por abusos y acoso sexual en los espacios educativos; proliferan las “funas” entre estudiantes frente a la inacción de las instituciones para otorgar respuestas oportunas y efectivas y, como consecuencia, se alimenta una cultura de la cancelación y el castigo entre pares. Por otra, proliferan los discursos antigénero y de odio que atacan la diversidad sexual y amparan prácticas sexistas, atentando con ello contra la convivencia social y el respeto a los derechos humanos. 

Por estas razones necesitamos con urgencia una regulación que proponga lineamientos sobre la educación sexual integral. Conjuntamente, es preciso impulsar un plan de formación para docentes en ejercicio, directivos, asistentes de la educación y también auxiliares y personal de las escuelas. Las familias también requieren espacios de información y reflexión sobre la educación sexual de sus hijos e hijas; más aún cuando sabemos que las y los estudiantes se informan sobre sexo, sexualidad y género en redes sociales e internet sin que medien filtros educativos, éticos o científicos. La escuela es el lugar que puede ofrecer información de calidad e instancias de deliberación razonada en torno a las maneras en que los sujetos entendemos el género y la sexualidad en la vida social. Seguir dilatando esta discusión a nivel legislativo es sumamente irresponsable con el presente y futuro de nuestros niños y niñas. 

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Teresa Rojas es doctora en Educación y docente de la Universidad Alberto Hurtado

 

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