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17 de Julio de 2023

¿Quo Vadis Latinoamérica?

No parece haber una solución a corto, ni a mediano plazo en medio de una incertidumbre global. Que Dios pille confesados las generaciones de los próximos lustros.

Por Tomás Szasz
El presente de Chile - país de relativa importancia continental - no es muy auspiciosa que digamos. A falta de una alternativa conciliadora se eligió, entre dos extremos, un Gobierno de izquierda por una cuarta parte de votantes potenciales, en medio de la indiferencia de la mitad. AGENCIA UNO
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En medio de una hirviente situación mundial, revuelta por la guerra ruso-ucraniana, la tensión chino-estadounidense, la crisis europea, la interminable confrontación israelí-palestina y varios focos ardientes en África y el sudeste asiático, Latinoamérica desaparece de la atención mundial. Nuestro continente al sur de Estados Unidos, se enfrasca en sus propios problemas, su propio aislamiento.

En las últimas décadas, consecuencia de la miopía tanto de sus políticos como de sus “élites” -que no sobrepasan el diez por ciento de su población, pero poseen en noventa por ciento de sus riquezas- es la izquierda que tomó el aparente poder; poder en los gobiernos, pero no en el manejo del desarrollo, la productividad y modernización. Y mientras los capitales buscan fugarse a no saben dónde de esta crisis generalizada, nuestros gobiernos no dan pie con bola y la pobreza, la desocupación y el crimen organizado -liderado por el narco-avanzan a pasos agigantados.

La consigna de lucha por los derechos humanos no se dirige hacia el verdadero derecho, el bienestar, que solo puede lograrse mediante crecimiento, libertad y emprendimiento, sino está manejado por las izquierdas solo como una bandera para perpetuarse –o intentar a perpetuarse– en el poder. Argentina languidece bajo casi un siglo de peronismo, corrupto desde su presidente hasta el más vulnerable en un deterioro permanente y sin signos de cambios políticos reales, mientras la pobreza devora una otrora feliz y culta nación. El grande e indómito Brasil cae en el vaivén de los dos extremos; ambos llenando con millones de miserables sus crecientes ghettos de favelas, exterminando selvas, masacrando indígenas, todo dominado por grandes industriales y fazendeiros, todo tan o más corrupto que el sur del Río de la Plata.

Y esa lamentable verdad se extiende a la mayoría de los países latinos, agravándose en aquellos con gobiernos totalitarios, donde la miseria avanza y las mínimas libertades se mancillan. Se cuentan con los dedos de una mano los regímenes que se escapan de estas definiciones, pero que no por eso se escabullen del desdeño del resto del mundo. Prácticamente todos sobrevivimos de nuestras exportaciones de productos primarios: soja, trigo, fruta, minerales en su primera conversión, etc., a países que agregan valor y también reexportan a nuestra región muchos productos derivados de esas materias primas; antes de nadie, China.

Algunos visionarios, encabezados en la historia por Bolívar, piensan que una Latinoamérica – o por lo menos Sudamérica + Centroamérica – unida se convertiría en el paraíso terrenal. Claro: bajo el mando de estos iluminados como Chávez o Castro. Pero si su sueño delirante volvería realidad, solo tendríamos un subcontinente unido en la pobreza, la corrupción y posiblemente una dictadura.

¿Quo vadis Latinoamérica? ¿A dónde nos están llevando los Lula, Fernández, AMLO y Petro, sin hablar de Maduro, Ortega, Diaz-Canel, o Arce… También tenemos semi-tiranos, como Bukele, quien sin embargo goza de la simpatía de la mayoría de su país a pesar de las ridículas críticas de nada menos que el Foro de Sao Paulo, hogar de los partidos de la ideología más opresora de la historia, que causó más víctimas que cualquier otro régimen.

El presente de Chile – país de relativa importancia continental – no es muy auspiciosa que digamos. A falta de una alternativa conciliadora se eligió, entre dos extremos, un Gobierno de izquierda por una cuarta parte de votantes potenciales, en medio de la indiferencia de la mitad. Un Gobierno demasiado imberbe, casi infantil que hasta ahora no ha logrado avanzar en prácticamente ninguno de sus revolucionarios –y bastante delirantes– proyectos al no contar con mayoría parlamentaria y por suerte tener socios más prudentes que su inseparable aliado, el PC (de cuyo yugo el Presidente Boric no es capaz de sacudirse). Los recientes escándalos –que aún apenas son la punta del iceberg– parecen condenar el futuro de su conglomerado; lástima que al mismo tiempo abren la puerta a la extrema derecha. Otro de los típicos vaivenes latinos.

No parece haber una solución a corto, ni a mediano plazo en medio de una incertidumbre global. Que Dios pille confesados las generaciones de los próximos lustros.

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