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14 de Mayo de 2024

Enfrentar al terrorismo y al crimen

El Gobierno de Boric última- y aparentemente está por hacer algo al respecto. El Parlamento finalmente, tras décadas de atraso, parece tomar en serio la cosa y puede ser que en pocos días verá la luz una ley antiterrorista, que ojalá tenga más contenido que solo la lucha contra el terrorismo.

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Contraloría INDH Ejército Hay al menos dos aspectos donde el Ejército y la marina pueden tener un rol desequilibrante mediante una gran cooperación con Carabineros y el PDI en las dos macrozonas, las del Norte y del Sur. AGENCIA UNO
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Tomás Szasz

es filósofo

La nueva ley antiterrorista pasó del Senado a la Cámara, donde esperamos que finalmente sea aprobada con la urgencia que merece, pues la vigente, hecha hace 40 años en circunstancias de dictadura, no tiene ninguna chance de combatir lo que hoy enfrenta el país.

Podemos dividir en cuatro aspectos el crimen que azota a Chile y esté muy cerca de apoderarse del país. Entre algunas de estas organizaciones existe una íntima cooperación, lo que hace prever que la formación de grupos y cárteles ya está al día y poco falta que ellas lleguen a un acuerdo en cuanto a división de territorios y delitos al que se dedicarían en un futuro demasiado cercano.

El más antiguo y que propiamente reúne las características de terrorista se encuentra en la que llamamos macrozona sur y abarca un territorio preocupante por su inmensidad: si calculamos desde Puerto Saavedra como límite sur, subiendo por las rutas 5-40, 140, P72-5 y la 160 llegando hasta Lota; y desde Curacautin hasta Quidici en su ancho, se trata de unos 50.000 kilómetros cuadrados. Esa superficie equivale a un pequeño país europeo, como por ejemplo Eslovaquia. Tiene tres grandes lagos – Lleulleu, Lanalhue y Budi – y más de 250 km. de costa marítima, con dos puerto importantes en sus extremos y uno fluvial, Nehuentue en el delta del río Imperial Encima, abarca una cordillera importante y prácticamente impenetrable, el de Nahuelbuta.

Si estimamos la poca distancia entre Curcautin y la fronteriza Lonquimay – zona en el que el movimiento reivindicativo tampoco está dormido – Chile quedaría cortada en dos trozos si no se sofoca esa rebelión de manera inmediata. Los últimos gobiernos no solo hicieron poco para su control, sino con sus políticas “indigenistas”, unos por ideología, otros por miedo, la dejaron crecer a tal punto que hoy a la mayoría de la zona está cerrada, donde es imposible entrar sin arriesgar la integridad física o la vida, incluyendo a las fuerzas de orden. Un país dentro de un país, armado hasta los dientes, incendiando, destruyendo lo que considera que no es mapuche y asesinando colonos, turistas y – el colmo – carabineros. Su extensa costa permite la entrada al, o salida del país tanto de la droga, como armas y otro contrabando. Es evidente que solo una fuerza militar, equipado con vehículos de guerra acorazados y efectivos especiales sería capaz de restablecer una relativa paz en la zona, precedido por un serio trabajo de inteligencia y sin el peligro que se le condene por su actuación. Gran mayoría de sus habitantes aplaudiría semejante acción.

El segundo foco es lo que llamamos narcotráfico pero al que en la realidad ya podríamos simplemente denominar narco, pues no solo trafica, sino elabora y hasta exporta drogas desde el país. Solo en el gran Santiago se tienen registradas 17 zonas de concentración de este flagelo, principalmente en Puente Alto, San Bernardo y Cerro Navia. Su presencia en la Región de los Lagos y la Araucanía es evidentemente cooperativo con los grupos terroristas de la citada macrozona, que se dedican abiertamente al tráfico, además de la tala ilegal de bosques enteros, actividades para financiar no solo su movimiento sino proveer a la población aterrorizada con sus necesidades, instalando así un dominio basado tanto en el miedo como en la supervivencia.

El tercer aspecto se ubica en el norte, fronterizo con o cercano a Bolivia y Perú, La zona hoy debe tener tanto o más inmigrantes, en su mayoría ilegales – y gran porcentaje dedicados al crimen – como pobladores chilenos o residentes legales. El flujo de llegados de origen centro y sudamericano en busca de un país mejor que el suyo propio, termina en Chile, fondo de saco de América y la zona más afectada es el Norte Grande: por ahí entran las bandas criminales, gran parte de la droga y, posiblemente, armas. Según la alta autoridad en el tema, David Rozowski, la droga ingresa por el norte y mayormente de comercializa en el centro. Una alerta argentina – desmentida parcialmente por el escándalo armado por el gobierno chileno, influenciado por el PC – de la presencia de Hezbollá en esa zona no es ninguna tontera o mal cuento de hadas: el excandidato a la presidencia, Daniel Jadue, importantísima figura del partido y defendido a dientes y uñas por éste contra las demandas penales y formalización en pocos días, fue militante activo del Fatah, (que solo en 1967 perpetró 2.500 ataques contra Israel), expulsado de Palestina por su competidor Hamás e integrado después en su mayoría al Hezbollah de Líbano. Ese hecho en sí y la gran simpatía del PC con los movimientos parecidos pueden levantar sospechas al respecto. Movimientos mayormente financiados por Irán, productor de hachís, estrechamente vinculado al narco mundial.

El cuarto aspecto es la llamada delincuencia común, que siempre estuvo presente en Chile, encarnada por ladrones comunes, carteristas y algún que otro robo generalmente sin gran violencia, que ahora, consecuencia directa de la indiscriminada apertura de las fronteras para la inmigración encabezada por delincuentes, bandas venezolanas, colombianas, mexicanas o ecuatorianas; se transformó el crímenes atroces: encerronas con resultado de muerte, asaltos a hogares con extrema violencia, secuestros que terminan en matanza, balaceras en las calles entre bandas rivales, ejecuciones a pleno día… Realmente da miedo ya salir a la calle, hasta de pleno día.

El Gobierno de Boric última- y aparentemente está por hacer algo al respecto. El Parlamento finalmente, tras décadas de atraso, parece tomar en serio la cosa y puede ser que en pocos días verá la luz una ley antiterrorista, que ojalá tenga más contenido que solo la lucha contra el terrorismo; ojalá abarque todo lo enumerado más arriba. Hay al menos dos aspectos donde el Ejército y la marina pueden tener un rol desequilibrante mediante una gran cooperación con Carabineros y el PDI en las dos macrozonas, las del Norte y del Sur. La consecuente liberación de agentes de orden y un importante aumento de la dotación, armas y vehículos de los dos cuerpos tendrá que controlar el resto. El nuevo Ministerio – a la creación del cual me opongo seria e inútilmente, pues una subsecretaría del Interior sería más eficiente – ojalá sea la solución, pero actuar de manera independiente de los ministerios de interior y defensa no mejorará las perspectivas de su éxito.

Veremos, dijo mi amigo, un ciego optimista.

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