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12 de Diciembre de 2023

Constitución: proyectos y frustraciones

Si se rechaza el texto ¿perderá la derecha y el centro? Y si se acepta: ¿ganará? No creo ni una ni otra cosa. Para las próximas elecciones presidenciales falta mucho.

Por Tomas Szasz
Ya sea que sigamos bajo la actual Carta Magna, o que tengamos una nueva, cualquiera de ellas será modificada una y otra vez; ojalá perfeccionada y no solo alterada. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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El hoy llamado Estallido Social aparentemente ha sido “controlado” con lo que posteriormente se transformó en la principal consigna de Gabriel Boric (y con la que cree haber ganado las elecciones presidenciales) y su conglomerado: una nueva Constitución, imprescindible para la paz social y para transformar a Chile en un paraíso terrenal. Pero todas y todos sabemos que al 19/10 lo frenó el Covid y que una nueva Carta Magna no era para nada necesaria: la actual pudo haberse modificado ene veces. Pero la izquierda insistió en que “la de Pinochet” (¡qué ofensa a don Ricardo en aquél momento! – pero ahora lo llaman “de Lagos”…) causó al reventón octubrista ya que el país estaba harto de ella; algo que hoy, a pocos días del plebiscito reniega, declarando que es mejor que la propuesta a votar a pesar de que la “de los Republicanos” es la consecuencia de una decisión democrática. Aunque le duela. La actitud del oficialismo es otra múltiple, impúdica triple voltereta del tamaño que no hacían ni los atletas – o payasos – en el gran Circo Ringley Bros., & Barnum & Bailey, jamás superado en la historia circense. Pero ya estamos acostumbrados a los brincos del Presidente y su equipo.

La ampliamente rechazada propuesta del 2022 ha sido elaborada por un consejo cuyos miembros fueron elegidos en las postrimerías de los eventos de 2019 y en un ambiente de aparente frescura del nuevo Gobierno. La izquierda presentó candidatos populares, de farándula, indigenistas, auto-declarados independientes y logró mayoría en el Consejo tanto por la ingenuidad de muchos que concurrieron a las urnas, como por la indiferencia de la otra mitad que no fue a votar. Estas y estos elegidos fueron debidamente instruidos para elaborar un borrador burdo; pero, como se dice en buen chileno, se pasaron, redactando una payasada. Boric y su entorno apoyó de manera abierta – e irregular – al “Apruebo” tal como hoy hacen con “En Contra” ya que de no aprobarse, afirmó que no podrá realizar sus programas y proyectos. La publicidad que se usa hoy es repulsivamente mentirosa, inventando absurdos contenidos no solo inexistentes en el borrador, sino contrarios al texto; hasta la gran Bachelet decidió mentir. Pero, como dijo Macchiavello, el fin justifica los medios.

La frase sobre la imposibilidad de cumplir con sus promesas sin una nueva Constitución a la pinta de su ideología, aparentemente olvidada por la mayoría tanto de votantes como de políticos, puede explicar el fracaso del actual Gobierno. La solución para el FA y PC de la crisis ya existente y muy agravada después del 19/10 era terminar con toda iniciativa privada, sacar el gran capital de las AFP de circulación, adueñarse de la cotización de los trabajadores y, de paso, de la economía nacional, destruir el sistema privado de salud (ISAPREs) y educación, estatizar (o confiscar) las empresas que a raíz de esa política y la consecuente fuga de capitales se acercaban a la quiebra; resumiendo, someter la dependencia económica y laboral de la población al Estado y tomar el poder absoluto – según dijo Quintana en 2914, por la retroexcavadora – donde el individuo depende de y, en consecuencia, obedece al Estado omnipotente. Y eso ¿a dónde nos lleva inevitablemente sino a la dictadura? Pero el borrador fue un bochornoso intento de descoyuntar la República y, de ser aceptado, posiblemente habrá causado la caída hasta del propio Boric… Eso seguramente figuraba entre los propósitos del PC: implantar su ideología y, de paso, acabar con el FA, su nuevo socio/competidor, que se transformó en la fuerza dominante de la extrema izquierda ganándole la mano a su candidato, Jadue, en las primarias.

Como recién dijo el gran Pepe Auth: poco importa el resultado del plebiscito del 17/12; la izquierda ya perdió. Según mi modesta opinión, no nos engañemos pues no TODA la izquierda perdió: la gran excepción es el Partido Comunista. No perderá, porque nada tiene que perder. Se hizo mucho más robusto de lo que fue hace cuatro años, mucho más notorio por tener el poder camuflado en el Gobierno a través de la impávida vocera del Presidente. Es una formidable fuerza desestabilizadora de la democracia, sea la que sea la Constitución que nos rija a partir de 2024, venga quien venga a la presidencia en 2026. Estará acá, ni siquiera muy agazapado, esperando una nueva oportunidad que no le llegó en 2022, ni llegará esta vez. Si se rechaza el texto ¿perderá la derecha y el centro? Y si se acepta: ¿ganará? No creo ni una ni otra cosa. Para las próximas elecciones presidenciales falta mucho. Si el país sigue en el tobogán – y nada señala que no sea así – el poder evidentemente no quedará en la izquierda; ojalá se quede en el centro.

No repetiré mi opinión sobre la conveniencia de terminar de una buena vez ese fastidioso y caro ciclo constitucional. Ya sea que sigamos bajo la actual Carta Magna, o que tengamos una nueva, cualquiera de ellas será modificada una y otra vez; ojalá perfeccionada y no solo alterada. Es el destino de las constituciones. Y si nos tocaría la desgracia de un totalitarismo, todo eso carecerá de importancia.

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