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24 de Abril de 2024

Aumento del precio del cobre no implica mayor crecimiento económico

La industria minera es una industria de alto riesgo desde las etapas de exploración (probabilidad de éxito muy bajas) hasta la materialización del proyecto (gran costo hundido), por lo tanto, requiere de una institucionalidad que, velando por todos los aspectos socio-ambientales por los que tiene que velar, no aumente considerablemente los riesgos y costos de un proyecto.

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precio del dólar cobre Aprovechar la mayor demanda mundial por cobre que trae consigo la transición energética, pasa por generar las capacidades institucionales que nos permitan expandir la oferta, hoy avanzamos con el freno de manos puesto. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Jorge Valverde

es economista. @valverde_jorge

El precio del cobre está experimentando un rally que ya lo tiene en US$4.4 por libra. Esto es una buena noticia para las arcas fiscales, especialmente considerando el nuevo royalty que entró en vigencia este año. Sin embargo, el aumento del precio del cobre no se traducirá en un mayor crecimiento económico (al menos nada significativo).

A diferencia de lo que se puede creer, el aumento del precio del cobre no implicará un aumento del PIB debido a que la producción de cobre no se incrementará. Si bien, esto es lógico en el corto plazo por la inelasticidad de la oferta (un proyecto puede tomar fácilmente una década), lo preocupante es que no es claro que en el mediano plazo nuestra producción vaya a aumentar. Al menos la evidencia reciente muestra que esto no ha sido así durante las últimas décadas, con la producción de cobre plana desde el año 2004 pese a los precios históricos del cobre pre y post crisis subprime.

Ahora, ¿por qué la oferta no está reaccionando a las señales de precio? En el corto plazo, la razón es estructural (oferta inelástica). En el largo plazo, la razón es la pérdida de competitividad de la industria chilena. Los determinantes de la competitividad minera de un país se pueden agrupar en dos factores; disponibilidad del recursos geológico y las instituciones que dan forma al mercado. En Chile ambos factores han empeorado.

Por el lado geológico, las operaciones vigentes son maduras y sus leyes vienen decayendo progresivamente. Los nuevos proyectos han sido, en promedio, de menor envergadura y con peores “economics”. En buen chileno, “el filete parece haberse acabado” (lo cual en realidad no es así). Por el lado institucional,  Chile se ha vuelto un país menos estable y, por ende, más riesgoso, lo cual ha impactado en la inversión y en particular los tipos de inversiones más riesgosas, como por ejemplo la exploración minera. De esta forma, el clima de inversión ha impactado negativamente sobre el factor geológico, ya que sin inversión en exploración no descubriremos las nuevas Escondidas o Chuquicamata.

La estabilidad institucional y el clima de inversión son función tanto de la macro-política como de las regulaciones del día a día que debe enfrentar una operación. Respecto a la macro-política, es evidente el mayor riesgo que enfrentar los proyectos, Chile lleva abierta una discusión tributaria hace 10 años, tuvo dos intentos de cambios constitucionales radicales (con normas prohibitivas para la minería) y recientemente se aprobó un royalty que en su estado original le extraía todas las rentas a la industria. En relación a las regulaciones del día a día, se observan regulaciones ineficiente que aumenta considerablemente el costo de transacción para las empresas, no solo en lo financiero sino también en lo administrativo. Ejemplo de esto es el funcionamiento del SEIA, donde obtener los permisos necesarios para un nuevo proyecto puede tomar varios años a un elevado costo. O, la nueva ley que regula las patentes mineras, la cual en vez de dinamizar el mercado podría terminar concentrándolo aún más.

La industria minera es una industria de alto riesgo desde las etapas de exploración (probabilidad de éxito muy bajas) hasta la materialización del proyecto (gran costo hundido), por lo tanto, requiere de una institucionalidad que, velando por todos los aspectos socio-ambientales por los que tiene que velar, no aumente considerablemente los riesgos y costos de un proyecto.

En este contexto, aprovechar la mayor demanda mundial por cobre que trae consigo la transición energética, pasa por generar las capacidades institucionales que nos permitan expandir la oferta, hoy avanzamos con el freno de manos puesto.

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